Capítulo 3

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— ¿Abuela? Pero si estamos en medio del bosque.

— Lo sé, para llegar a casa de mi abuela tengo que cruzar todo el bosque y este camino es el más rápido.

— Pues será el más rápido pero no el más seguro, y si quieres estar entera para tu abuela deberías ir por otro lado — Crucé los brazos por encima de mi pecho.

— Mi abuela está enferma y tengo que llegar lo antes posible, antes de que sea demasiado tarde. — Sin interrumpir su caminar apretó los puños con fuerza.

— Además siempre paso por aquí, y nunca me a pasado nada — Rodé los ojos. Esta humana es excesivamente necia, no tiene caso discutir con ella.

— Como digas... Oye humana — Exclamé llamando su atención. Volteó a verme a verme girando levemente la cabeza sobre su cuello, ahora sí suspendiendo su caminata.

Durante esos pocos segundos parpadeó 2 veces batiendo sus largas y gruesas pestañas, siguiendo su movimiento la observé, momento que pasó para mí cómo si el tiempo de hubiera parado. Con fascinación la admiré.

— ¿Si, Natsu?

Era invierno y eso solo hacía resaltar más su belleza, la palidez de su piel en contraste con el rojo de sus mejillas, provocado seguramente por el frío, pequeños copos cayendo sobre su cabellera dorada... La imagen de ella con el fondo del bosque cubierto por el blanco... Será algo que nunca olvidaré.

Me pegué mentalmente.

¡Concéntrate Natsu!

— ¿De casualidad no conoces a Anna? Tu olor y el de esa vieja me parecen extrañamente familiar —

Anna Heartfilia, famosa curandera, amiga del clan de hombres lobo. Gracias a ella muchísimos hombres lobos salieron a librados de las heridas que sufrían en los combates contra otras manadas.

— Si, ella es mi abuela.

— Mierda — Inconscientemente gruñí por lo bajo.

— ¿Perdón? — Preguntó arqueando una ceja. Alarmado negué arrepentido de mi respuesta.

— No, nada — Achicó los ojos y luego se dió media vuelta regresando a su labor de caminar.

Grandísima mierda.

Ahora sé porque esta chiquilla no me teme.

— ¡Al fin llegamos! — Dijo extasiada subiendo los brazos a los costados. — ¿Gustas pasar? —

— ¿Eh? No gracias — Negué rápidamente, lo que más quería era irme de ahí. Llevé a la chica a su destino así que la misión está cumplida.

— ¡Vamos! Por lo menos déjame agradecerte con algo de cenar —

— Soy un lobo ¿recuerdas? — Ignorando mi respuesta me tomó de la mano y de un jalón terminamos dentro de la casa.

Era una casa pequeña pero muy bonita. Di un ligero vistazo al lugar, que era la sala de estar, llevándose toda mi atención los cuadros que la decoraban. Uno solo en específico fue el que más me llamó la atención.

En él se encontraba una niña pequeña, de cabello rubio y ojos marrones con una gran sonrisa, al lado de otras dos mujeres, ambas rubias también. Una más grande que la niña y la otra que reconocí como Anna.

— Ella era mi madre — Escuché a Lucy detrás de mi.

— Entonces, ¿esa pequeñita eres tú? — Dije en voz baja aún mirando la fotografía de la pared. Sentí cómo subía y bajaba la cabeza, cosa que interpreté como un si.

Limón y Sal | NaLuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora