Una vez tuve un amigo.En aquel entonces éramos vecinos.
Éramos niños hambrientos de la vida adulta.
Por la mañana hacia los deberes en casa, siempre procuraba tener todo en su lugar. A veces mi mamá bromeaba de como era más ordenada que ella, de cómo la regalaba si desacomodaba algo. Esa costumbre aún sigue. Después de eso voy a donde los niños en su guarida secreta, una parte del río que forma una pequeña laguna marital. Hay la profundidad es perfecta para aprender a nadar, hay es donde les enseñe a muchos.
— ¡Mírame Kazumi, puedo yo sólito!
— Ten cuidado.
Una pequeña me jala del bañador con ojos suplicante.
— Kazumi, tengo hambre.
Me inclino para quedar a su altura y le acaricio la mejilla.
— Espera un poco más Nana, ya casi nos vamos - digo con una sonrisa. - tengo bocadillos preparados en casa.
No fue fácil ganarme su confianza y menos la de sus padres, pero con los años y conforme iba creciendo fui haciendo amigos. Poco a poco me he ganado un lugar entre la gente del pueblo y no podía estar más feliz por ello. Una vez que todos estuvimos reunidos nos secamos y con ayuda de los más grandes tomamos de la mano a los más pequeños y fuimos hasta mi casa. Por fortuna el camino lo era largo y en cada tramo nos topábamos con los lugareños.
Siempre que tenía invitados procuraba dejar la puerta principal abierta, sobre todo con los pequeños. De vez en cuando alguno de los padres venía a ver que todo estuviera bien y casi siempre terminaban quedándose. En total eran siete niños los que cuidaba, después de un rato en el río les daba algunos bocadillos jugaban y venían por ellos. Así eran mis días libres. Por supuesto era muy feliz cuando los pequeños iban por toda la casa.
— Muchas gracias por cuidar de mi Reira, espero que no te haya dado problemas.
— Descuide señora, fue una buena niña.
La pequeña jugo con el borde de su camisa avergonzado, siempre que destacaba su buen comportamiento se sonrojaba. Era tan tierno verla así. Su madre y yo nos despedimos y así llegó nuevamente la tarde, terminé de limpiar todo hasta que el sol callo. Fui hasta mi habitación y me recargue en la pared, desde el balcón se podía ver los límites del pueblo y las colinas más haya de este. No sabía que estaba tan cansada hasta que mis párpados se fueron cerrados.
El y yo corríamos en el parque, cuando el me alcanzaba era mi turno de hacerlo. Podíamos durar horas así, solo nosotros o con otros amigos. Aunque siempre tuvimos preferencia entre nosotros. Aquel día soleado fuimos debajo de un árbol entre los arbustos, el parque estaba solo pero aún así susurramos.
— Yo quiero ser un héroe, un héroe que salve a las personas - dijo animadamente. - voy a ser un gran héroe, Kazumi..
— Vas a ser un gran héroe y tendrás una capa y botas brillantes - seguí animadamente.
— Pero papá odia a los héroes.
Eso último hizo que su sonrisa se apagara, al igual que su ánimo. No pude hacer más que abalanzarme para abrazarlo, ambos caímos al suelo entre carcajadas.
— No te preocupes, cuando seas más grande serás un héroe. Tu papá no sabe lo que dice - dije con una sonrisa.
Eso parecía animarlo y nos sentamos uno frente al otro, casi no hablábamos de nuestros padres a menos de que hubiera pasado algo malo. Ese día hicimos una promesa, una promesa que sellamos con una pequeña acción.
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La promesa Olvidada
FanfictionHabían pasado tangos años desde aquellos días. Sin duda ser niño fue lo mejor de la vida y hasta cierto puntos te descubras a ti misma fantaseando con las tardes de juego con aquel amigo tuyo. Nunca supiste que fue de él. A veces te preguntabas que...