Capítulo 1: "Sin respuesta"

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Treinta y seis horas antes

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Treinta y seis horas antes.

Michigan.

—¡Me duele todo! —se queja Lidia, la miro con aburrimiento— Si camino un paso más siento que voy a morir.

—No falta mucho para llegar al departamento —aviso.

—Alguien explíqueme porqué tuvimos que venir aquí —Milena me mira—. Todo es tu culpa, nos invitaste para morirnos de frío.

—No es cierto —rio—. Mi papá me dio unos pasajes para Michigan, por mi cumpleaños, dijo que irme de viaje por una semana iba a cambiar mis ánimos.

—Lo único que vas a cambiar es en la piel —señaló Sarah—. Vas a regresar más pálida, ¡ni siquiera puedo ver el sol!

Soplo ignorándolas.

—No te preocupes —me calma Lina con una sonrisa dulce—. Están así solo porque no es un clima cálido y no pueden usar los bikinis que trayeron.

Rio junto con ella, mis amigas me miran con molestia, les sacó el dedo medio a todas.

Soporto diez minutos más en donde todas, a excepción de Lina, se dedican a criticar el hermoso clima húmedo de Michigan.

El edificio en que nos vamos a hospedar, para ser más exactos en una suite que mi papá nos consiguió, es cálido por dentro y dejamos nuestras maletas para que el portero la lleve a nuestro cuartos.

Voy a la recepción, ahí me dan la llave y un sobre con dinero extra que había enviado mi papá.

Subo al ascensor junto con las chicas que están muriendo de frío, las miro incrédulas.

—¿Es en serio? —pregunto soltando carcajadas.

—¡Dijiste que iriamos a un clima cálido! —exclama Milena gesticulando con las manos.

—Ya estás muy bronceada, mírate a un espejo.

Milena me mira con una mueca negando con la cabeza. Las puertas se abren en el piso diez y caminamos hasta la puerta que tiene el número de 625.

Sarah silva al ver la enorme habitación al igual que todas, esta vez mi papá si se había esmerado.

—¿No que no te gustaba? —molesto a Lidia con una sonrisa de burla en mis labios al ver como mira todo.

Alguien toca la puerta y Lina va a abrir, el botones aparece trayendo nuestras maletas en un carrito, cada una va por lo suyo y yo al final le doy una buena propina.

—Esto si que es un buen regalo por tus veinticinco —mi vista va hacia la puerta de mi habitación al escuchar a Lina—. Las chicas preguntan si vamos a comer en el hotel o vamos a otro lugar —habla acercándose a mí.

—Vamos a otro lado, así conocemos el lugar.

Ella asiente sonriendo y mira mi maleta.

—¿Quieres que te ayude?

La invasión: Sobrevivir O MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora