Regalo Navideño: I'm here for you

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Gracias al espíritu competitivo con el que había sido criada, Kagami había desarrollado un buen ojo observador. Bastaba con mirar fijamente a su objetivo por un par de segundos y podía adivinar sus movimientos con mucha facilidad; y no solo en esgrima, sino también en la vida diaria.

Fue en una de esas reuniones obligatorias a la que asistía junto con Adrien, en el barco de los Couffaine, que empezó a darse cuenta de que algo no estaba bien con su Marinette, pues su amiga lucía distinta, como si el aire dulce que siempre solía rodearla y que por ocasiones la empalagaba, se hubiera cubierto de un manto de frialdad.

En un inicio, pensó que era por el hecho de que Adrien estuviera saliendo con ella y había optado por esa postura por un tema de código de amistad entre ellas, pero no cuadraba en su cabeza que se comportara de la misma forma con Luka, pues el chico trataba de animarla, de actuar con ella como siempre, pero había algo raro en sus gestos corporales. Definitivamente, algo ocultaba a los ojos de los demás, pero nadie parecía darse cuenta, incluso era increíble que ni sus amigas más cercanas, notaran su cambio.

—Ella siempre es así de rara, ya te acostumbrarás —las palabras de Alya no la habían calmado en absoluto. Sí, ella era la chica nueva del grupo y sabía que Marinette tenía algunas actitudes medio raras, pero ¿cómo no notaban que sus ojos celestes lucían tan apagados que daban tristeza?

En una pausa, mientras Marinette bajó a la cocina por jugo para todos, se acercó a Luka.

—¿Sabes qué le pasa a Marinette? —preguntó directamente, como siempre solía hacer.

—No —respondió, haciendo una mueca con sus labios mientras apoyaba la guitarra con delicadeza en su atril—. Estoy esperando a que ella me lo diga.

—¿Esperando? —aquello la tomó totalmente por sorpresa.

—Sí, esperando —contestó, elevando levemente la mirada al cielo despejado de París—. Así quedamos, en que ella podía decirme todo o nada, dependiendo de cómo se sintiera.

Aquella respuesta solo hizo que se frustrara aún más. ¿De verdad nadie haría nada por saber qué era lo que le pasaba a Marinette?

Fue recién durante el viaje de regreso al colegio, que Adrien notó que su pareja no se encontraba de buen ánimo.

—¿Estás bien?

—Tus amigos me frustran —exclamó, afirmando el cruce de brazos frente a ella—. ¿Acaso no notan que Marinette está apagada, como si estuviera sin energía?

—¿Marinette se sentía mal? —y esa respuesta solo generó que la joven de cabellos cortos frunciera el entrecejo, completamente irritada. ¿Es que, de verdad, solo ella lo había notado? — Yo la vi como siempre —respondió, con duda, mientras se perdía en sus pensamientos, tratando de recordar algo.

Suspiró, derrotada, tratando de tranquilizarse.

Tal vez el hecho de que solo ella lo notara se debía a que solo era producto de su imaginación.... pero no... Luka también lo había notado.

Así que, si nadie iba a hacer nada, ella tomaría cartas en el asunto.

...

Fue durante una salida entre ambas, que descubrió lo que parecía ser el mayor problema que aquejaba a Marinette.

Si bien le había costado persuadirla de acompañarla por un jugo y algo rico para comer, argumentando que debían aprovechar la poca libertad que le daba su madre, Marinette se dejó guiar de la mano por las calles de París en busca de una famosa cafetería cercana a Notre Dame, ahí, donde ambas habían tenido su primera salida de amigas.

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⏰ Última actualización: Dec 24, 2020 ⏰

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