Malfoy Nursery

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Malfoy Manor jamás había estado tan llena de vida. Narcissa Malfoy se había dedicado en persona a reformar la mansión de pies a cabeza. Necesitaba borrar aquella época oscura que casi destrozó a su familia, exorcizar los demonios que la habitaban; sí, Narcissa Malfoy solo necesitaba comenzar de nuevo.

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Después del término de la guerra, y de sus correspondientes juicios, la familia Malfoy fue exonerada de todos los cargo al demostrarse su colaboración con la Orden del Fénix.

Tras una larga y agotadora jornada, se dirigieron rumbo a una oficina aledaña para recuperar sus varitas.

- Le he pedido a los elfos que preparen la casa en Somerset- comentó de pronto la rubia mujer - ¿Espero que no te incomode pasar una temporada en el campo? - dijo de manera sería.

- Narcissa - respondió agotado- Sin importar las circunstancias, la mansión a sido el hogar de la Familia Malfoy desde tiempos ancestrales...-

- ¡No me importa! - interrumpió colérica.
- No quiero ver nada que me recuerde a ese asqueroso mestizo ni el infierno que nos hizo pasar -

Lucius frunció el ceño ante el arranque de su mujer.

- Escuchame muy bien Lucius Malfoy, no pienso volver a poner un pie en aquel lugar hasta que no haya sido remodelado por completo.-

Para suerte de Lucius, el pasillo estaba desierto en ese minuto.

- Si tengo que demoler la mansión y construirla de nuevo, creeme que lo haré -

- Nuestro lugar es en aquella casa. ¡Y tú lugar es ir donde yo diga! - respondió ya fastidiado por la actitud de su esposa.

- ¿Asi? - contestó con un frío tono de voz, levantando una de sus finas y perfiladas cejas, mientras se cruzaba de brazos. Ante la mirada de su esposa, Lucius trago grueso tratando de no parecer débil frente a su hijo, quién miraba absorto la discusión.

Draco jamás había visto a su madre así de molesta, la verdad le daba mas miedo ella que el Lord y su tía Bella juntos, y al parecer a su padre también.

- ¡Sí!, y es mi última palabra- sentenció el rubio mayor.

Un escalofrío recorrió su espalda en cuanto vio a su esposa dibujar una delicada sonrisa. Sabía que había cruzado la línea, su mujer a diferencia de su loca hermana, era más sutil con sus venganzas, pero no menos dolorosas.

En ese momento, Kingsley Shacklebolt, el nuevo ministro de magia, abandonaba el salón de juiciosos.

- Señor ministro - dijo la rubia, llamando la atención del hombre, quien giro su cabeza en dirección a la voz.

- Señora Malfoy - saludó de manera cortés Shacklebolt, acercándose hacia la mujer, para luego depositar un ligero beso en el dorso de su mano - Un placer verla nuevamente. Espero que se encuentre bien.-

- Divinamente señor Ministro - contestó con gracia - más ahora que mi esposo e hijo han sido liberados. - girandose a observarlos.

Ambos rubios se estremecieron ante su mirada. Estaban en problemas, lo sabían.

- Esto es culpa tuya - le susurro Draco a su padre - ¿Era necesario que la hicieras enojar? -

Lucius le dedico una mirada severa a su hijo, ignorando completamente la conversación que su esposa mantenía tan alegremente.

Relatos de una Despedida Accidentada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora