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Todo fue tan extraño y los sucesos que siguieron aconteciendo no lograban cuadrar, en tan solo un abrir y cerrar de ojos todo había cambiado a su alrededor.

Tan solo pasaron dos días desde que fushiguro repentinamente decidió retirarse de la escuela de hechicería sin darle a sus compañeros la oportunidad de procesar aquello ; menos de despedirse, ante la incertidumbre nobara e itadori fueron a pedir explicaciones al jefe y todo el comité del lugar.

Aunque discutieron y rogaron, ninguno quiso hablar menos dar alguna una pista, lo único más cercano a una respuesta que obtuvieron fue un severo silencio que solo aumento la intriga del paradero de fushiguro.
Intentaron Increpar a gojo sensei pero no lograron encontrarlo en el lugar, ni un indicio de su presencia.

Ambos salieron al patio del recinto y se sentaron en unos escalones, se sentían tristes, frustrados, traicionados.

¿Por qué pasaba todo esto?

¿Por qué cuando su relación de equipo estaba progresando significativamente?

Itadori suspiro y comenzó a pensar en todos los sucesos ocurridos esos días, algo que lo tenía con ciertas dudas era que últimamente no escuchaba la voz de la maldición ya sea quejándose o molestándolo y eso definitivamente no tenía sentido, no era posible que de la noche a la mañana todo hubiera desaparecido.

¿Había muerto después de que sukuna recupero sus 20 dedos?
Pero entonces . . .
¿Por qué estaba vivo?

Las preguntas taladraban su mente pero ninguna suposición lograba tener sentido o hacer eco en su mente.

Suspiro pesadamente y decidió mirar el paisaje que estaba a su alrededor, sin embargo, vio a lo lejos algo que solo contribuyó a más preguntas que respuestas.

Creyó haber visto a dos personas caminar y uno de ellos casualmente tenía un cabello blanco que se le hacia muy familiar.

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- Ya le brindamos un cuerpo propio a sukuna, uno que se ajustará a sus necesidades, y ahora continuamos con sus condiciones. ¿realmente estás seguro de esto? - tomo una bocanada de aire.
- Sabes que puedes dejar esta responsabilidad y yo lucharé con el - la frustración y preocupación de gojo era evidente por cada palabra que decía.

- No lo haré, yo acepté esto - el cansancio en su voz era más que evidente ya había perdido la cuenta de las veces que gojo-sensei le decía lo mismo.

- ¿Qué crees que trame? ¿Por qué te necesitará? - repentinamente detuvo su paso y se quedó quieto mirando fijamente a megumi.

- no lo sé - Megumi no detuvo su paso ignorando el pequeño berrinche de gojo, sabía que le intentaba sacar información.

Pero el no diría todo lo que le dijo la maldición cuando estuvieron en sus aposentos, no quería involucrarlos más, tampoco abarcaría una conversación sobre su naturaleza Omega.

No, definitivamente eso no estaba en sus planes, desde el día que lo descubrió solo gojo y su hermanastra sabían su condición, ni siquiera al ingresar a la escuela de hechicería alguien lo noto.
Megumi fue siempre precavido, intentando ocultar su olor, tomando supresores, y los días en que su cuerpo estaba a flor de piel simplemente se tomaba el día libre y no salía de su habitación.
Solo dejaba el libre acceso a gojo, quien le llevaba unas pastillas para contrarrestar el calor y alimentos para que no tuviera la necesidad de salir.

Todo estuvo bajo control, pero por alguna extraña razón sukuna pudo intuir su naturaleza, de allí su petición.

Gojo se incorporó e intento seguir el paso de Megumi.

- Si te llegará a suceder algo no dudes en avisarme como sea yo llegaré - su voz salió nostálgica y protectora.

- Gracias - fue lo único que pudo decir mientras que en sus labios se formaba una pequeña curvatura.

Definitivamente lo apreciaba pero no podía poner a más personas en peligro, no se lo perdonaría.

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El viento cada vez ganaba más protagonismo en el terreno al que se dirigían, mientras que, por otra parte la oscuridad comenzaba a crear un manto que impedía visualizar el camino.

Pero a pesar de eso Megumi se detuvo abruptamente cuando pudo observar un claro a la lejanía el cual poseía una cantidad considerable de arboles.

Frente a este se podía ver la silueta de una persona con vestimentas similares a las de una sacerdotisa.

- Aquí es, ya puedes marcharte gojo-sensei - se volteo tranquilamente quedando cara a cara con el hechicero más poderoso, solo para disimular el nerviosismo que comenzó a sentir.

- y yo pensé que nos quedaba mucho más camino - un puchero se alojo en sus labios.
- Adiós Megumi - tratando de aguantar las lágrimas acercó su mano al cabello del azabache y lo desordeno mucho más de lo normal.

- Tsk que molesto eres - apartó la mano contaría bruscamente, decidido a golpear al contrario.

Gojo por otra parte inmediatamente salió corriendo después de eso, no quería ser participe de un desenlace en el que terminara muerto o algo por el estilo.

Fushiguro al ver lo lejos que iba el contrario, se volteo y a paso lento se acercó más al claro, manteniendo sus sentidos mucho mas agudos que de costumbre.

- ¿Tú eres uraume? - miro de reojo a la silueta, estudiándola con la mirada.

Al llamado aquella persona se volteo y a paso lento camino más cerca de Megumi.

- Es un gusto conocerlo megumi-san sukuna-sama lo está esperando - una sutil sonrisa adorno sus labios transmitiendo una tranquilidad que logro calmar a megumi.

- Si - fue lo único que logró responder mientras era guiado por esa extraña persona.

Ahora comenzaba todo.

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Hola, les dejare este pequeño regalo por navidad.
No lo corregí muy bien porque quería que estuviera para hoy, solo le di una revisada, así que perdón si existe algo no acordé, después lo veré bien.

Espero que la pasen super!

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