Es solo una coincidencia que se encuentren. Kirishima, con pantalones cortos y una bandana en la cabeza, cubriéndose las raíces que recientemente le han empezado a salir, está terminando de bajar las escaleras cuando oye la puerta de la residencia abrirse de nuevo.
- ¡Hey¡ Shittyhair – grita alguien, y no hace falta voltear para saber que es Bakugou. Kirishima igual voltea, y le sonríe con todos los dientes.
- Hey bakubro – saluda levantando brevemente la mano.
- Te he dicho que no me llames así, pelos de mierda – le gruñe.
Caminan uno al lado del otro, en silencioso, tranquilos, hasta que ya no lo son. Kirishima empieza a hablar, sin importarle que Bakugou no le responda. Van llegando a la salida de Yuuei, cuando Bakugou pregunta, hablando por primera vez durante el trayecto:
- ¿Adónde vas, pelos de mierda?
Kirishima voltea a mirarlo, ojos grandes y sonrisa nerviosa, se rasca el costado del cuello, debajo de su oreja, dudando un poco en responder. A Katsuki la paciencia se le empieza a acabar, y Kirishima lo sabe, su amigo nunca ha tenido el mejor de los humores.
- Me da un poco de vergüenza – murmura sonriendo un poquito, casi nada.
- Esa mierda no es nada – y Bakugou piensa en sus próximas palabras, meditándolas cuidadosamente, porque sabe que es una mierda de persona, pero cuando se trataba de Kirishima siempre intenta ser lo menos mierda posible, y si para eso debe pensar un poco sus palabras, él lo hará – No es nada varonil.
Kirishima le sonríe con las mejillas coloradas, apartando la mano de su cuello, sintiéndose más confiado.
- Voy por tinte para el cabello – le dice. Han llegado a la entrada principal, parados bajo el sol del mediodía. Bakugou voltea a mirarlo tan rápido que Kirshima jura escuchar su cuello crujir.
- ¡Qué mierda¡ – exclama
- Hey, Bakugou no grites – le regaña Kirishima, y donde con otra persona Bakugou hubiera gruñido, con Kirishima solo se queda callado, el ceño fruncido pero la boca cerrada.
Hay un momento de silencio, Bakugou vuelve abrir la boca
- ¿Por qué mierdas te vas a teñir el pelo? ¿Fue la ojos de mapache quien te lo sugirió? Porque si fue ella...
- Bakugou – le frena Kirishima sonriendo – Mina no me ha dicho nada, más bien, nadie me ha dicho nada. Voy a comprar tinte porque debo retocarme las raíces – explica con una paciencia y dulzura que solo se emplea con la persona queridas
Bakugou abre la boca, listo para decir algo, pero la cierra de inmediato. A Kirishima le hace pensar en un pez muy enojado. Al final no dice nada, solo lo mira, con sus intensos ojos rojos demandando una explicación.
- Me tiño el cabello – confiesa Kirishima, y resulta fácil decirlo, más de lo que había creído – Mi cabello natural es negro – y para demostrar su punto se quita la banda de la cabeza, mostrando las raíces oscuras que empiezan a emerger.
- No lo sabia
- Nadie lo sabe. Bueno, Mina sí, pero es porque estudiábamos juntos en la escuela ¿A dónde es que vas tú?
Típico de Kirishima, piensa Bakugou, cambiar de tema cuando se siente incómodo, tal vez si no estuviera de tan buen humor presionaría por más información, porque después de todo el sigue siendo una persona de mierda. En cambio, responde a la pregunta y vuelve a caminar, Kirishima a su lado, porque se dirigen a la misma dirección; la parada de autobuses.
Mientras caminan sus hombros cepillan, y Bakugou nota por primera vez que Kirishima es más bajo, por unos pocos centímetros, no mucho, pero darse cuenta de ese detalle tan ínfimo le hace notar un punto clave que antes no había visto; Están cerca, como, muy cerca. Él, que nunca deja que nadie se le acerque, ha permitido que este estúpido con el pelo teñido lo haga, tan figurativa como físicamente. El abatimiento le golpea de pronto, y él hace lo único que sabe hacer cuando las emociones lo sobrepasaban: gruñe. A su lado Kirishima ni se inmuta, los gruñidos no son particularmente preocupantes cuando caminas con Bakugou.
- Tu cabello – murmura Bakogou, cuidando decir las palabras correctas – Tu cabello me gusta, así como esta, rojo. Te queda bien – y Kirishima voltea y lo mira, sus ojos luminosos y felices. Katsuki sabe que lógicamente ningún ser puede brillar, exceptuando a los que tengan ese Don, pero Kirishima aun sin tenerlo parece brillar, y ese brillo haca doler algo entre las costillas de Bakugou, de una forma muy literal y nada figurativa.
- Gracias – dice Kirishima. Ahora los dos se están mirando a los ojos, como un par de tórtolas, todo demasiado cursi. Bakugou aparta la mirada, siente las mejillas calientes y las manos sudorosas, como si estuviera a punto de una batalla.
Llegan a la parada de autobuses, y se sientan, no tarda mucho antes de que el primer autobús llegue. Bakugou se levanta, mira a Kirishima y a la sonrisa tonta de este, afilada y feliz, una de esas sonrisas que llenan el alma.
- Mi autobús es el siguiente – le dice Kirishima. Bakugou asiente, y camina, pero antes de subir voltea.
- Kirishima – y él está ahí, con sus grandes y brillantes ojos color granada – Nos vemos después.
- Adiós Bakubro – grita Kirishima con su típica energía infinita.
- Que no me llames así – grita Bakogou antes de subir al autobús.
Siente el corazón martilleándole en las costillas, y la cabeza mareada, como si tuviera fiebre, aunque no la tiene. Se permite, en la intimidad de los desconocidos del autobús, una sonrisa, mínima, casi inexistente. Esta tan jodido.