Prólogo del primer bloque: El pie del elefante

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Los trabajadores de la planta comenzaron a sacar los tubos de boro. Uno a uno comenzaban a extraerlos, cuidadosamente, después de recibir autorización del gobierno para hacerlo.

¿Para qué tenemos que pedir permiso? Es sólo una prueba, pensó uno de los obreros en relación a su tarea.

Era, al fin y al cabo, una simplemente estúpida prueba, que sólo era apagar el generador principal y ya. Los suministros se encargarían del resto, ¿no?

¿Y si fallaba?

No podía ser, sus superiores se lo habían ordenado, y ellos sabían más que él de eso. Eran físicos respetados.

¿Qué iba a salir mal?

Una vez apartados los tubos, sólo dejaron ocho por si algo llegaba a salir mal.

Sólo si fuera a salir mal.

¿Y si pasaba?

-Oye, amigo, ven, vamos a descansar-su amigo bostezó-... Todo el día en este lugar me ha hecho mal...

Él se rió y miró hacia la placa de metal en la pared que daba hacia el generador.

"Xe137, peligro de ////////////////", el resto de la placa estaba manchada y rayada, e incluso lo primero era apenas legible.

-Tanto poder en nuestras manos... Tanto poder que acumular... Pero un error cuesta caro, ¿no?

Él asintió, era algo callado.

-Vamos, a descansar, creo que podremos planear luego la--

No pudo decir más porque una explosión terrible los alcanzó ahí adentro, desde dentro del generador; una explosión que los empujó muy fuerte dentro de las paredes, que les rompió la columna, les cremó la carne y les liquidizó los huesos. Lo último que pudieron ver fue grafito escapar corriendo de la abertura de la explosión, junto con una piedra cristalina, y todo se oscureció allí...

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Dimitri pasó corriendo por el pasillo frente al laboratorio, avisando a Michael y a su equipo ahí adentro.

Abrió la puerta y todos se voltearon, dejando a un lado sus instrumentos.

-Emergencia, una emergencia en el cuatro, ¡necesitamos ayuda! ¡De todos!

-¿Qué sucede, Dimitri? ¿Es muy grave?-preguntó Michael, un hombre de unos cuarenta y ocho años, vestido a la usanza común de un químico, con cierto tipo de protección, sólo que él no estaba mezclando, estaba revisando los apuntes de unas hojas que le entregaron, sobre un borrador de informe de una prueba en la planta. Él era un físico y biólogo bastante renombrado, al que recurrían si el plan A fallaba.

-Es gigante, Mike. ¿Qué es eso?-le arrebató las hojas a Michael y las pasó, leyendo palabras como prueba, boro, Xe137, generador, suministros, y...
Sin permisión del Estado.

Dimitri arrancó en furia y estampó las cuarenta hojas encima de unas placas Petri vacías, quebrando una de ellas con su nada ignorable fuerza.

-¡Hijos de puta! Les dijimos que no lo hicieran, se los advertimos...

Se fue con el rostro rojo de ira y bufando, mientras Michael lo seguía y le preguntaba qué pasaba.

-Hubo... una explosión, Mike, una explosión que acabó con todos esos pobres trabajadores, y todo por la necedad de los estúpidos Astrov y Kialev. Los odio, los odio de un modo-se calmó un poco, pero cambió a un tono... angustiado-... Mike, necesitamos ayuda... tú eres bueno en gimnasia, o lo eras en tu juventud, ¿recuerdas?

Errores humanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora