Michael Fyodorov creció y se hizo anciano con el pasar de los años, exactamente diez. Sí, ese mismo Michael que sufrió aquella tarde en esa ambulancia de cuarentena.
Él recordó aquella tarde, en un vehículo del mismo tipo de en el que hace años, en camino a cumplir una encomendación de investigación de la Universidad de Kiev, esa mañana, un mes después de la tragedia de Dimitri, que a su familia, a muchas más, a él mismo, y a muchos colaboradores más, una medalla muy bonita, una que tenía un símbolo que le gustó mucho, que era de oro acuñado y con pintura barnizada turquesa, con una gota de sangre pintada de rojo en medio, y tres rayas de líneas punteadas que partían de abajo de la gota, y que se curvaban en tres direcciones, y a cada una se le asignó una letra del alfabeto griego: alfa, beta y gamma. A su alrededor habían tejido y bordado una tela clásica de todas las medallas militares, de color rojo, verde, amarillo y negro, y en la parte negra se había grabado un mensaje en ruso, ya que era la Unión Soviética, todavía viva en ese tiempo, que les concedió el premio y un título de veterano.
Eso a él no le interesaba en lo absoluto. Él sólo hubiera querido regresar a casa con Dimitri, tomar un café, que conociera a su esposa, a sus pequeños hijos, a saber qué más, quizá enseñarle su vieja colección de vinilos, escuchar los discos de blues que tanto le gustaban a su amigo, conversar de muchas cosas, quizá salir al bar y tener una buena noche entre copas, asistir a una fiesta, que él le presentase a su novia, quedar para salir en un viaje al pueblito de su infancia, tener una barbacoa entre sus dos familias... todo eso se volvió polvo cuando Dimitri murió.
Bueno, él estaba aquella tarde en un vehículo blindado, propiedad de la universidad a la que se había trasladado después de la muerte de Dimitri para no ver a su alrededor factores que recordaban su vieja amistad, a la prestigiosa Universidad de Kiev; pensando en eso y más hasta que...
—Estás en un ensoñamiento, Mike, ¿quieres un disparo de adrenalina?—dijo su amigo y colega Evdokim Vinogradov, un profesor en una edad entre la suya y la de los alumnos de la carrera, que era adinerado y cuyos padres quisieron que fuera abogado, pero eligió la carrera que quiso, llevándose su herencia con él, y poniendo fin a ese reinado de estrictos castigos, fina compostura y gastos ilimitados, para llevar una vida de clase alta a su modo. Se veía bastante joven a pesar de sus cuarenta años, y con un trabajo tan pesado como el suyo.
Él le pasó una jeringa con un extraño líquido que él conocía de sobra, así que abrió su traje, sacó su brazo, y directamente en la muñeca inyectó el líquido.
—Es una nueva mezcla, tiene igual cafeína y algo de dopamina... te mantendrá despierto, hombre—palmeó su hombro a la vez que Michael se reía y veía a su izquierda, donde se sentaba otra persona, con el mismo traje que él y Evdokim usaban.
Este muchacho joven que se sentaba a la izquierda de Michael, se llamaba Trofim Efimov, un chico de clase media que trabajó en las calles un tiempo para ganar el dinero de sus estudios, para luego trabajar en la Universidad de Kiev como practicante de su carrera, y para ello podían pagarle la carrera si colaboraba asiduamente. Así que era una beca, técnicamente, y en una de sus encomiendas de trabajo, le tocaba ir en un equipo de investigación a una planta abandonada, en la que había sucedido algo terrible de lo cual no se sabía mucho, y se tenía que saber, para lo cual Fyodorov, en su uso de una de varias habilidades suyas, decidió fotografiar al resultado de la investigación.
Trofim no hablaba en lo absoluto, y no pensaba hablar mucho...
Se había entristecido.
—Hey, chico, vamos, saca esa cara larga, verás que cuando lleguemos...—Fyodorov le dijo, y trató de no trabarse en esta parte—Todo va a volver a ser normal.
Evdokim comprendió al instante.
Michael acababa de recordar una terrible memoria.
¿Y Trofim?
Quizá él sabía algo que ellos no...
Hey, ¡primera parte! Hace años que no escribo tanto.
Aunque parezca poco, me siento una media hora o una hora a escribir todo esto, y si hay fallas en la escritura, es que prefiero hacerlo desde el celular, ya que siento rapidez, y además en la PC tengo problemas con las mayúsculas, porque a veces me apresuro y escribo laa dos primeras letras en mayúscula.
Bueno, dejando esto de lado, gracias por leer, y me encantaría que dejes tu voto, me apoyas a seguir creando estas historias.
Disculpen dejarlos con la duda, pero es la primera parte de, sin duda, unas cinco o seis según lo que calculo.
Los quiere,
Fu55il.
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Errores humanos
TerrorPiensa en historias de terror de fantasmas, duendes o diablos, de esas que te contaban tus familiares, que te han asustado, probablemente, en tu infancia. Ahora piensa en relatos gore, creepypastas, relatos de origen dudoso, que son totalmente insan...