Papá

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Kevin despertó sobresaltado, se sentía desorientado, por un momento no sabía en donde estaba, poco a poco fue haciéndose consciente de su entorno, del pitido constante de los monitores y de los cuatro hombres que lo miraba cómo si fuera peligroso.

- ¿Estás bien cariño, tenías una pesadilla?

No lo sabía, no podía recordar bien lo que soñaba, pero la sensación de haber estado hablando con alguien lo abrumaba.

- No lo sé, fue un día difícil.

Dion acaricio su mano para consolarlo y Kevin se sintió estúpido, se suponía que el debía cuidar de su esposo, pero incluso en esos momentos este buscaba la forma de consolarlo.

- Kevin, David y Richard ya me explicaron que no quieres que llevemos al pequeño a casa, no te preocupes amor, no lo haremos, Richard se ha ofrecido a cuidarlo.

¿Crees que sería egoísta el pedirte que lo cuides como si fuera tuyo?

Kevin se sentía mareado, trató de sentarse, pero se dio cuenta que seguía sentado.

- ¿Amor estas bien? Deberíamos llamar al médico.

- Es el embarazo, eso explica también el mal humor y que este engordando.

En cuanto pudiera hilar un pensamiento, estaba seguro qué mataría a Andrew. ¿Cómo era posible que en el tiempo que estuvo dormido nadie le hubiese aclarado que no estaba embarazado?

- Basta Andrew, Kevin no está embarazado.

- Oh lo está y lo peor de todo es que no estamos listos para esto, no lo estamos, yo no sé cambiar pañales y no pienso compartir mis juguetes con nadie.

Brooks se cubría la boca para disimular una sonrisa, mientras David trataba de calmar a Andrew, Mientras todos haciendo un alboroto una enfermera entró con un bulto en brazos.

No era tan pequeño como Kevin había esperado, y se movía tratando de zafarse.

- ¿Alguno de ustedes puede tomarlo? Es un pequeño muy fuerte.

Dile que todo está bien, que lo amo, que lo amaré siempre.

Richard se apresuró a tomarlo, el pequeño soltó en llanto, el magnate trataba de consolar al niño meciéndolo y arrullándolo, pero el pequeño trataba de alejarlo, estaba vestido con un mono verde, tenía su cabecita llena de rizos negros, cuando se giró se tallaba los ojos con sus puñitos mientras lloraba, tenía unos labios llenos y unas mejillas a arreboladas.

Sé que puedes comprenderme, puedes comprender el amor de una madre que pierde un hijo, aunque estoy tranquila, porque sé qué puedes cuidarlo.

- Vamos bebé, tranquilo, nadie va a hacerte daño, no estas solo, vamos a llevarte a casa, te presentaré a mi pequeño Valentino y serán los mejores amigos.

Algo en esas palabras no le gusto a Kevin, Richard dijo "mi pequeño Valentino", también dijo serán "los mejores amigos", no dijo que serían hermanos, estaba marcando la diferencia cuando dijo "mi pequeño Valentino", Valentino era suyo, el niño que tenía en sus brazos, no. No entendía porque le molestaba tanto.

¿Crees que sería egoísta el pedirte que lo cuides como si fuera tuyo?

- Tranquilo bebé, estas un poquito alterado.

Kevin estaba apretando la mano de Dion muy fuerte, era por eso por lo que éste le pedía que se tranquilizara, pero al parecer el bebé pensó qué le hablaba a él, pues al escuchar la voz de Dion dejó de llorar y le tendió los brazos.

Fue entonces qué Kevin pudo ver esos hermosos ojos qué había visto años atrás, era justo como lo recordaba, llamaradas verdes que lo encandilaban.

Con mucho cuidado Richard cerco al bebé en la cama y se lo pasó a Dion, el niño estudiaba la cara del hombre frente a él y sonreír, tenía una hermosa sonrisa de campana que se contagiaba, Dion no podía evitar sonreírle de vuelta y hablarle de esa forma tonta que en la que todos le hablamos a los niños mientras el pequeño sonríe y balbuceaba.

Ahora lo recordaba perfectamente, recordaba ese sueño años atrás cuando perdió a sus bebés, como los miraba jugando con un pequeño de ojos verdes, este era ese pequeño, no podía explicarlo tampoco quería comprenderlo, pero estaba seguro qué es era el pequeño ángel qué él había visto en sueños.

- Papá.

Todos contuvieron la respiración cuando esa palabra salió de los labios del pequeño, este reía y aplaudía sus manitos regordetas mientras repetía una y otra vez esa palabra.

- Yo... no... yo...

- Está bien, está bien, no te preocupes, podemos hacerlo, puedo hacerlo.

Kevin volteó a ver a Andrew y este veía el bebé con una enorme sonrisa, cuando por fin se encontró con su mirada ambos se dieron una sonrisa cómplice fruto de años de amistad.

- Andrew, te aviso formalmente qué eres tío.

- Eso fue rápido.

Las Leyes del Amor: Especial de NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora