Un grito desgarrador fue ocultado por el crujir de un rayo, un evento inhumano se estaba llevando a cabo bajo aquel cielo oscuro y tormentoso.
Los niños, obligados a presenciar aquello, sólo podían apegarse los unos a los otros mientras temblaban y las gotas de lluvia se camufablan con sus lágrimas. En primera fila, siendo sostenida por su escuadrón, estaba una pequeña niña rubia, gritaba y lloraba sin ser escuchada.
Los ojos de los soldados más experimentados no mostraba nada más que calma, una calma falsa destinada a salvar sus propios cuellos.
En el centro de aquel ridículo círculo de dolor estaba una pequeña niña de cabellera salvaje, sobre ella, una bruja de ropajes rojos se divertía siendo la causante de ese cruel acto.
La sangre se acumulaba bajo la pequeña y temblorosa figura felina, su llanto y los gritos eran llevados por el viento, olvidados e ignorados por oídos cobardes.
Un rayo crujió sobre su cabeza, estremeciendola por el dolor y el frío que le hacía. Estaba con sólo unas prendas viejas y rasgadas, no eran suficientes para cubrir su delgado cuerpo del frío que hacía.
Levantó su mirada llorosa del suelo, encontrándose con una mirada igual en su mejor amiga, sus ojos azul grisáceo usualmente brillantes con alegría e ilusión estaban rojizos de tanto llorar.
Dolía, todo su cuerpo dolía con los infernales castigos que estaba recibiendo, no importara lo que hiciera o lo que intentará. La correa alrededor de su cuello solo la ahogaba y obligaba a soportar todo.
Se arrepentía de lo que había hecho, maldecia el momento en el que pensó que sería buena idea meterse a la boca del lobo, aunque de cierta forma agradecía ser ella quien recibía el castigo, Adora no tenía la culpa, nunca la tenía.
Ella era la culpable de todo, siempre avergonzado y obligando a Adora a no dar todo su potencial.
Se encogió, estremeciendose bajo el impacto del "látigo" que parecía quemar su espalda. Su visión estaba borrosa, entre las lágrimas, el dolor, la lluvia y las manchas negras que se colgaban, no podía ver ni procesar nada más que el dolor.
Una mano, Adora incluso estando lejos de ella ofrecía su mano, esperando y rogando con su mirada que la tomará. Estiró su mano, pidiendo en su desesperación encontrar consuelo en ella.
El corazón de los presentes se hundió, pudiendo ver lo que ambas niñas no podían por las circunstancias. Sus manos estaban demasiado lejos, sólo alguien desesperado creería que lograrían encontrarse.
Los golpes se detuvieron, dándole un tiempo para recuperar el aliento, se desplomó en el húmedo suelo todavía con la mano extendida, sin dejar ir la mirada de Adora. Algo malo pasaría, tal vez por fin moriría y si era así, si se le pudiera conceder un último deseo.
Deseaba morir viendo a Adora, ella era la única luz que había conocido, la única persona en ese horrible lugar que se preocupaba por ella y a la única persona a la que amaba.
¿Padres? Nunca los conoció, ¿tutores? Nunca la tomaron en cuenta, ¿amigos? No tenía, solo a Adora y eso era lo único que deseaba.
Quiso gritarlo, quiso confesar en ese último momento todo lo que nunca había pensado decir. Pero no sabía que era, podía sentirlo pero no podía ponerlo en palabras, era frustrante.
El resplandor de una luz la cegó y ya no sintió más dolor. Tal vez unos cuantos pinchazos pero de ahí en más no había nada, sonidos, olor, sensaciones o algo, solo era un profunda oscuridad reconfortante.
La lluvia golpeó con fuerza el cuerpo inerte de la felina, los gritos habían desaparecido y los gemidos de miedo de los pequeños se habían callado. La mayoría no podían creer lo que habían presenciado, la niña rubia estaba paralizada, sus ojos estaban vacíos y no hacían más que mirar a su más querida amiga.
Catra, no juegues Catra, levántate...¡Despierta! ¡Levántate! ¡Ya terminó! T-Te a-acompañaré a la enfermería...y-y veras que... ¡Estarás bien! Estarás bien, jugaremos y dormiremos juntas...
Por favor...despierta.
La bruja, sin perder el tiempo llamó a dos soldados que esperaban el final, ambos se encargarían de deshacerse del cuerpo. Ella se fue, sin dar una segunda mirada al cuerpo, sólo un pequeño vistazo a la destrozada niña rubia.
Los demás se levantaron y sin ninguna palabra se fueron, los niños fueron llevados a sus lugares por los capitanes de la fuerza. El último escuadrón en irse fue uno singular, el ex escuadrón de la pequeña felina miraba con temor a los dos soldados que se retiraban.
Un rubio cenizo lloraba, su compañera morena que siempre se burlaba esta vez no lo hizo, el pequeño lagarto solo quedó en silencio palmeando la espalda del niño rubio y la niña dorada, solo bajó su mirada y se dejó guiar.
Nadie nunca volvió a cuestionar las órdenes que se les daban, a todos les aterraba tener el mismo final de Catra.
_______________________________________
¡Hey!
¿Como has estado? ¿La pasaste bien?
Bueno, realmente lo siento por ausentarme durante tanto tiempo y luego volver solo para publicar este corto relato.
No me malentiendan, me encanta Catra y es uno de mis personajes favoritos. Esto fue escrito con la idea de hacer una historia en la que Catra es criada fuera de la Horda, una historia que planeaba hacer y aún planeo hacer pero tengo mis dudas acerca de mi escritura.
En fin, espero que hayas disfrutado y que la pases bien. ¡Nos vemos!
P.D: Lamento los errores que encuentres en este relato.
ESTÁS LEYENDO
El Castigo
Cerita PendekUn cruel acto es llevado a cabo en la Horda y es uno que dejará una marca de por vida en todos aquellos que sean espectadores. Lo peor es que todos han sido obligados a verlo. _________________________________________ Advertencia: Muerte de persona...