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¿RECUERDAS LA VEZ QUE TE ENFERMASTE?

tus padres me dijeron que yo era la única persona a la que querías ver

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tus padres me dijeron que yo era la única persona a la que querías ver.

realmente me dolía, ¿sabes? a pesar de que solo era un resfriado, para ti era más que eso. sabía que no tenías un sistema inmunológico tan fuerte como el de los demás, por lo que si no tenías un tratamiento decente, las cosas podrían tornarse graves. mi pecho se sentía pesado al verte cambiada; no eras la niña feliz y llena de color que siempre.
me tenías muy preocupada, pero estaba comprometida a hacerte sentir mejor.

y valió la pena todas las veces que hice el ridículo intentado hacer aegyo solo para ver tu brillante sonrisa aunque sea un segundo.

ese día siempre me preguntabas el porqué hacía eso y me repetías constantemente que aunque quisieras tenerme contigo todo el día, querías que fuera a mi casa.
porque le había pedido permiso a mis padres y a los tuyos sobre quedarme a dormir contigo los días que hicieran falta para que mejoraras.

cada vez que lo mencionabas, en cada una de esas veces, respondí diciendo que era porque te quería.

no mentía.

te quería muchísimo, más de lo que podía atreverme a decirte.

nunca podría olvidar como toda tu cara se iluminó y tus ojitos se llenaron de brillos en cuánto me viste cruzar la puerta de tu habitación con un peluche mediano entre brazos.
rápidamente estiraste tus manos y moviste tus dedos para que te lo entregara, sabiendo que lo había conseguido para ti.

ese día, además de descubrir tu amor por los pingüinos, descubrí tu debilidad hacia mis apodos.

— ¿cómo supiste que me gustan los pingüinos? ― preguntaste con el peluche siendo asfixiado entre tus brazos y tu pecho―.

― puede que unos pajaritos me hayan contado ― sonreí, tomando mi lugar en tu cama justo al lado tuyo. apenas me acomodé, buscaste un refugio en mí―.

― ¡es hermoso! muchas gracias — y aunque justo te habías acomodado entre mis brazos, te volviste a mover pero esta vez para darme un precioso beso―.

en el momento en que sentí tus esponjosos y suaves labios hacer contacto con los míos, juro por mi vida que ocasionaste una explosión de sentimientos en mi estómago. como si se trataran de fuegos artificiales o como si en vez de tener mariposas tuviera un zoológico haciendo una coreografía a coordinación perfecta.
tus besos siempre han sido los mejores, jiwoo, y nunca me voy a cansar de decir que podría pasarme el día entero dejando besitos por todo tu rostro.

― se va a llamar olaf ― hablaste sin separarte mucho de mis labios―.

― pero no es muñeco de nieve, mi amor, ¿no pensaste en otro nombre?

abriste la boca para reprochar pero te diste vuelta y escondiste tu cara en el cuerpo de “olaf”. lo que no pensaste es en que yo ya había notado en el sonrojo que habías tenido.

― ow, a mi princesa le gustan los apodos, ¿no es así?― dibujé círculos en tu espalda con mi mano para molestarte más―.

me había arrepentido al instante de sonar tan pegajosa como lo había dicho, pero lo cierto es que hablarte como si fueras una bebé es mi cosa favorita, mucho más ese día.

― se va a llamar olaf y punto ― dijiste con una voz distante, al tener tapada tu boquita con el peluche—.

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