Capítulo 2 Entre la recepción y el alma salvada

15 2 7
                                    

Iba andando por la calle, viendo a los pájaros cantar y las nubes pasar. Me preguntaba cuán poco vale la vida, recordando al pobre señor tirado en la calle. No somos nada aunque queramos aparentar que somos dioses. Me venía a la mente otra vez plegarias para el chico de pelo rojo. Aceleré el paso.

Corrí con lágrimas de desesperación, me dije a mí misma "que por nada del mundo iba a dejar que una vida se fuera en vano, no mientras yo estuviera viva".  Corrí y corrí hasta llegar al hospital. Entré, recuperé el aliento.

Fui corriendo a urgencias a la recepción.

-Perdone, ¿sabe en qué habitación se encuentra un señor de unos treinta años que acaba de llegar aquí? Es pelirrojo y sólo estaba desmayado.-pregunté ansiosamente a la de recepción.

-Señorita, ¿cuál es su nombre, es de la familia?- me preguntó mecánicamente la señora de unos cincuenta años, rubia de la recepción.

-Emm, no sé, me lo encontré en la calle y decidí ayudarle.-Fue lo único que se me ocurrió contestarle.

-Ah ¿eres la de la última llamada, no? Entonces, ve a la sala de espera. Ya te avisaremos-me respondió brevemente.

Me quedé con las palabras en la boca, quería saber en qué estado se encontraba el hombre que salvé. No me quedó otra que ir arrastrándome hasta la sala de espera. Me senté en una silla y me puse a leer las infografías del hospital, de una vida saludable, vacunas... A cada rato, se levantaba alguien para ir a la consulta correspondiente.

Suspiré, ¡en qué lío me había metido! Después de media hora, decidí levantarme para dar mis datos a la de recepción, cosa que se me había olvidado con tanto revuelo.

-Ejem-carraspeé-Discúlpame otra vez, venía a darte mis datos por si hay alguna mejoría del paciente ya que todavía no sabemos sus familiares, por favor.-formulé un ruego más que una orden. 

La señora rubia me miró, con unos ojos cálidos y me dijo-Claro señorita, aquí tiene el formulario. Ya no hay gente tan caritativa como tú.

Me quedé un poco en blanco y respondí a su cumplido-Gracias, supongo.

Cogí el formulario y regresé a mi fiel silla. A ver, nombre: Elisa; apellidos: Vega, Campos; edad: 24 años... Acabé de rellenar el formulario y se lo entregué a la amable señora de recepción. Me volví a sentar. Justo cuando me iba a sentar.

-Elisa Vega Campos, acuda a la habitación 313, por favor- se anunció por megafonía.

Pedacitos de tiWhere stories live. Discover now