Emperador vader

capitulo 4

Ahora Padmé se encontraba en esta celda. Los junkers la habían traicionado. Vendido a él . Le dolían las rodillas y las piernas. Quería dejar caer su cuerpo. Ella se estaba cansando. Las carpetas de metal alrededor de sus tobillos se clavaron en su piel. Tenía los pies fríos y entumecidos por la mala circulación. Le dolían la espalda y los hombros por el tirón de sus brazos en sus ataduras. Unas cuantas veces sus ojos se hundieron pesadamente.

Entonces, la pequeña puerta en la pared frente a ella se abrió. Entró ese hombre. Tenía el mismo aspecto que antes. La bonita ropa completamente negra. Su cabello peinado hacia atrás. Su sable láser enganchado a su cinturón. Tenía las manos entrelazadas detrás de la espalda mientras caminaba hacia ella. Sus ojos dorados estaban medio cerrados y tenía una pequeña sonrisa en los labios.

"Ah, mi amor", dijo. "Espero que haya utilizado este tiempo sabiamente para adaptarse a su nueva situación".

Padmé sintió una oleada de adrenalina en su interior. Se obligó a sentarse derecha. Ella no le respondió. En cambio, solo lo miró fijamente. Comenzó a caminar a su alrededor lentamente.

"Me he cansado de nuestro pequeño juego del gato y el ratón", dijo. Mantuvo su voz suave y tersa. "Además", dijo. Se acercó a ella y se inclinó. Su boca estaba junto a su oreja. "El ratón ya está atrapado". Ella apartó la cabeza de él. Dejó escapar una pequeña risa mientras se enderezaba. Caminó, por lo que se paró frente a ella.

"Por mucho que haya disfrutado persiguiéndote por la galaxia y limpiando cada uno de tus ... líos ", continuó, "es hora de terminar con esta tontería. Tu lugar está aquí conmigo".

"Como ya he dicho, su majestad ", siseó Padmé las últimas palabras, "nunca seré suya".

La silla todavía estaba a un metro de distancia. Se sentó en él. Se inclinó colocando los codos en sus piernas. Juntó las manos y la miró fijamente. Entonces su horrible sonrisa apareció en su rostro. "¿Quizás se necesita un pequeño incentivo?" preguntó.

Padmé se burló. "¿Qué soy ahora? ¿Una prostituta? No hay absolutamente nada que tengas que me haga meterme en tu cama". Ella pensó para sí misma: Absolutamente nada que te permita regresar a mi corazón. Ya mataste eso.

"¿Ni siquiera tu libertad?" reflexionó. Hizo una pausa en eso. No pudo evitar contemplarlo. ¿Qué estaría dispuesta a hacer si él la dejara ir? ¿Se iría a la cama con él si eso significaba que podía irse? ¿Podría siquiera aguantarse para dejar que la tocara de nuevo? ¿Después de lo que hizo? ¿Después de lo que se convirtió?

"¿Me dejarás ir?" preguntó ella en respuesta a su pregunta anterior sabiendo ya la respuesta.

"No", respondió rápidamente y con confianza. Más de sus juegos , pensó Padmé. "Algo que he aprendido desde que me convertí en Emperador es que todos tienen un precio. Todos tienen un límite. Estoy dispuesto a negociar contigo, Padmé. Todo lo que tienes que hacer es aceptar ser mía. Completamente mía".

"Te decepcionará", gruñó, "Me temo que no tengo precio".

La sonrisa creció en sus labios. "Veamos si eso es cierto", dijo sombríamente.

Se volvió hacia la pared a su derecha y agitó la mano. De repente, la pared se deslizó hacia atrás revelando una parte de la habitación. Había una gran mesa vertical con varios instrumentos y cables de aspecto espeluznante que salían de los lados. Un hombre estaba atado a la mesa con una bolsa blanca sobre la cabeza. Junto a la mesa había una mesa alta de plata con una bandeja, pero al arrodillarse en el suelo, Padmé no pudo distinguir lo que había encima. Detrás de la mesa había un droide. Era alto y delgado. Se quedó quieto e inmóvil.