N U E V E

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Al cerrar la puerta de la casa, me recuesto un segundo de ella, tomando una respiración profunda, expresión clara de cuan cansada estoy

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Al cerrar la puerta de la casa, me recuesto un segundo de ella, tomando una respiración profunda, expresión clara de cuan cansada estoy.

Miro el reloj en mi muñeca y me sorprendo, son pasadas las ocho de la noche, he pasado el día de parque en parque, pensando, analizando la situación, y sobre todo, evitando llegar cargada de más dramas, porque no quiero que mis fantásticos se sigan preocupando por mí.

Trato de sonreír, pero no me sale, así que solo avanzo, dejo mi bandolera en el mueble cuando la mirada de los chicos se posan sobre mí.

—¿Dónde diablos estabas? —me interroga James.

—Nos tenías preocupados —agrega Fer.

—No contestabas el teléfono, ¿qué pasó con el donante? ¿lo conociste? —interroga Bi, sin detenerse a tomar aire.

Cierro los ojos, se me escapa un suspiro, pero después de repasar lo sucedido una y otra vez, mi respuesta sincera llega con facilidad.

—Es un capullo, ¿y saben? No esperaba menos, él no tiene nada que ver con lo que estoy viviendo, es mi asunto y tengo que resolverlo sola.

En menos de un segundo los tengo a los abrazándome, me aguanto las ganas de llorar y me dejo mimar, después de todo ellos son mi familia, mi apoyo, y en este instante los necesito más que a nada.

—Nos tienes a nosotras, somos tus mejores amigas, divas y preciosas, para ayudarte en todo —me dice James y Fer me da un beso en la mejilla.

—Gracias —Ahora soy yo quien los besa, y les sonrío de verdad —¿Y si nos damos una pasada por el pub?

Entre ellos miran y es Bi quien pregunta:

—¿Vas a beber? —Abro mis ojos, impresionada, y niego rápidamente.

—¡Nooo! —Los tres sonríen —Solo quiero despejarme, bailar y divertirme con ustedes.

Vuelven a compartir miradas, tan solo un instante, porque corren a alistarse para irnos. Aunque sigo un poco cansada, la idea de salir con los chicos me ánima demasiado, lo necesitaba, y como ellos me pongo guapa, solo retoco un poco mi maquillaje, y tomo una chaqueta de cuero para taparme. Supongo que estar embarazada y llevar la barriga descubierta en la noche no debe ser bueno, los bebés siempre deben estar abrigaditos.

No lo sé a ciencia cierta, pero es algo que debo averiguar, sinceramente son demasiadas cosas que debo aprender si decido tenerlo.

Debo aprender a ser madre.

Pensando en ello, voy al espejo y me miro, justo allí, donde reposa mi pequeño bultito, sigo delgada como siempre, pero él está ahí, paso mi mano, sintiendo su presencia en mi corazón, es raro, pero cada vez que acaricio a mi bebé el corazón se me hincha, hasta sentir que no puedo respirar, y es por él, por su llegada a mi vida.

Peripecia (Serie: LIBRO II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora