C A T O R C E

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Llego a casa después de pasar dos días con papá

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Llego a casa después de pasar dos días con papá. Es sábado por la tarde, y desde ya estaré sola, mis amigos se han ido, han hecho planes cada uno por separado, Bi se irá a un pequeño viaje con su novio que celebran un mes más juntos, James tiene una conquista que lo ha invitado a pasar el fin en un hotel, y mi pequeño Fer ha quedado con su novio misterioso.

Estoy sola, solín, solita.

No me quedé con papá porque tenía una cita y me corrió, con decencia, disimulo, sin soltar ni una sola perla, claro, pero me corrió.

En mi soledad aprovecho para recoger el desastre que han dejado mis tres hijos, bueno, solo los chicos, porque Bi ha dejado nuestra habitación como si nadie hubiese estado allí desde que me fui.

Decidida a no pasar la noche sola, le hablo a un par chicas del trabajo para quedar quienes me aceptan en seguida. Me tomo una ducha rápida, en menos de cinco minutos ya me he colocado un vestido, de color negro, como la mayoría de mi vestimenta, pero este es especial, porque es divinamente sexy. Adorna mi pecho con un escote en v que finaliza justo en medio de mis costillas dejando ver la tinta entre mis senos. Es corto, ceñido a mi figura, y las mangas, que llegan a la mitad de mis brazos, tienen un pequeño bolado. Lo acompaño con unas sandalias altas, me dejó el cabello suelto como de costumbre.

Quedo lista al colocarme el perfume. Mis amigas llegarán dentro de pocos minutos, me siento en el sofá para esperar su llamada, cuando un par de golpes en la puerta me sobresaltan.

Confundida, me seco el sudor de las palmas, mientras me levanto a abrirle a quien sea que haya llamado... De lo que me arrepiento, en el mismo instante en que mis ojos se cruzan con los suyos. La bola caliente salta de nuevo en mi pecho, cortándome el aliento de inmediato.

No digo nada, contengo hasta la respiración dándole una rápida barrida con mis ojos.

«¿Qué hace ella aquí?» gimo por dentro, deseando tirarle la puerta en la cara. Su mirada con un gesto de desdén me revuelve el estómago, más no le doy importancia, le sonrío queriendo apaciguar la incomodidad que reina en el ambiente.

—Brigitte... ¿Qué haces aquí? —le pregunto sin poder disfrazar mi sorpresa.

Ella suelta un suspiro, diciendo sin palabras lo tensa que se encuentra al estar frente a mi puerta.

—Evidentemente tenemos que hablar —Relame el brillo en sus labios, tomando un poco de aire —Te invité a casa, pero Jared dijo que ya tenías una cita.

Al oírla, él... y nuestro beso llegan a mi mente por enésima vez desde que sucedió, consiguiendo remover cada fibra de mi cuerpo, como si estuviese besándolo otra vez. Arquea su ceja ante mi silencio, carraspeo, pero la verdad es que no me sale ni un ápice de voz. Abro la puerta por completo, haciéndole un gesto para que entre.

—Siento mucho no haber podido ir —le digo trémula, para nada arrepentida.

Le ofrezco sitio en el mueble, y le acompaño cuando me dice que no necesita nada de beber. La miro, ahora es ella quien calla, supongo que ordenando todas sus ideas.

Peripecia (Serie: LIBRO II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora