Capítulo I - Descubriendo.

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Disclaimer: Ni Hogwarts Mystery ni sus personajes, ni la respectiva historia del juego, me pertenecen.

Este fic contiene algunos spoilers del año 4 y 5. Leer bajo propia responsabilidad.

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Con solo echar un vistazo hacia el exterior para ver la blanca nieve cayendo del cielo hacia el suelo, formando una gruesa capa fría, podía notarse con facilidad que el invierno había llegado al fin. Algunas heladas corrientes de aire provocaban que algunas ramas de pinos se movieran de un lado a otro; las banderas del castillo ondearan.

Desde lo alto de la lechucería, podía contemplar algunas montañas a lo lejos, cubiertas de nieve. Un extenso pinar rodeaba dicho relieve altísimo, y el verde de sus hojas daba algo de vida al hermoso paisaje. Y, como cereza en pastel, la cristalina agua del lago reflejaba la imagen con la misma claridad de un espejo. Realmente era algo digno de admirar.

En los terrenos del castillo, algunos alumnos jugueteaban gustosos. Un par de magos de primer año lanzaba un hechizo a escondidas para que su recién creado muñeco de nieve cobrara vida por unos instantes. Entretanto, se podía ver a Hagrid, a lo lejos, arrastrando un gigantesco pino con ayuda de una cuerda, por tanto, el muchacho supuso que era el futuro árbol de navidad que decoraría el gran comedor.

Las épocas decembrinas eran consideradas como las más felices del año, sobre todo porque convivías con tu familia y amigos. La sola idea de estar tomando chocolate caliente, frente a una enorme fogata, abriendo los obsequios casi con ímpetu, era maravillosa, más aún con tus padres observándote. Pero eso ya no era posible para él.

La navidad no era una fecha feliz. No después de la pérdida de sus padres a manos de los mortífagos.

Recargó sus brazos en una de las amplias ventanas de la lechucería y sus manos ofrecieron soporte a su fino mentón. Estar en una de las torres más altas de Hogwarts era espectacular por dos razones: la primera porque gozaba de la soledad y el silencio que tanto le gustaba, y la segunda era que podía enterarse de muchas cosas estando allí.

Aunque el volar como animago también le daba la misma ventaja.

—¡Oigan, saben que no pueden hacer magia fuera de clases! —se dejó escuchar la voz, notoriamente molesta, de Bill Weasley.

Talbott parpadeó poco antes de soltar una sonrisa socarrona. No estaba tan apegado a cumplir las reglas -prueba de ello era que aún no se registraba en el Ministerio de Magia como animago-, pero el ver a Bill cumpliendo su labor como prefecto de Gryffindor era emocionante, más aún cuando perdía los estribos, siendo ya de séptimo año y el estrés de los EXTASIS lo consumía vivo.

Sin embargo, su sonrisa desapareció momentáneamente tras ver que, detrás de Bill, estaba nada más y nada menos que Moni Marcy, tratando de relajar el temperamento de Weasley, pero sin dejar de cumplir su labor como prefecta de Gryffindor. A su lado, Charlie Weasley reprendía a uno de los menores, restándole cinco puntos a su casa.

—Deberías, tal vez, dejarnos el trabajo de vigilar a los estudiantes, Bill —ofreció Marcy con una de sus estupendas sonrisas, contagiando al joven que observaba aún desde la lechucería—. Estoy segura de que Charlie y yo podremos con esto.

Bill se rascó la nuca.

—No es que dude de su desempeño, pero este cargo es un honor... es una responsabilidad y yo acepté.

—Nadie te está destituyendo —dijo Charlie con serenidad mientras se cruzaba de brazos—. Ahora mismo son vacaciones y, aunque estas festividades no las pasaremos en la madriguera porque los demás irán a casa de tía Muriel, deberías relajarte un poco en Hogwarts. Tienes pendientes los EXTASIS y entiendo que debes concentrarte en eso.

Los imprevistos del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora