Capitulo 1

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Nunca aprecié tanto la vida hasta que vi a la muerte a los ojos, unos ojos que jamás podré olvidar. Pero la historia no empieza por ahí, empieza en un lugar lúgubre y frío, mi hogar. Mi nombre es Elizabeth, no se mi apellido, de hecho no sé si en verdad me llamo Elizabeth pero qué más da.  Mi hogar no es precisamente, acogedor y hogareño, de hecho es todo lo contrario. Yo vivo en una isla, si es que ese es el nombre. No soy muy inteligente, solo se algunas cosas, pero me basta ya que no tengo a nadie con quien compartir mis pocos conocimientos. Vivo sola con nada más que la compañía del viento y de los animales claro. En esta isla a la que decidí apodar casa, hay dos reglas muy importantes: escóndete y sobrevive. Muy importantes. El día es básicamente cazar y no dejar que te casen. Las noches son similares pero incluyendo la parte de descansar. Aún no sé cómo llegue hasta aquí, intento convencerme de que este es mi hogar pero algo dentro de mí me dice que hay algo más allá de la isla, tal vez haiga más gente como yo o tal vez mas animales que ni siquiera puedo imaginar. No lo sé, las probabilidades de escapar de esta isla son mínimas ya que lo único que rodea esta isla es océano y nada más que océano. Probablemente jamás sabré lo que existe más allá de esta pila de tierra flotante así que intento acostumbrarme a llevar la vida que yo considero normal. 

Estoy en la orilla de la isla, un lugar donde las olas van y vienen, creo que se llama playa pero no estoy segura. La arena se pega a mis pies porque no tengo las cosas que vienen en mis libros, creo que zapatos era su nombre. ¿Yo con libros? Seguramente no lo creen, pero sí. La cosa que creo que me trajo aquí tenía cientos de esas cosas, la segunda pregunta es ¿Se leer? La respuesta es sí. No recuerdo nada antes de esta isla, excepto que de dónde vengo alguien seguramente me debió enseñar y trajo ese conocimiento conmigo cuando llegué a esta isla, gracias a ellos se lo poco que conozco. En ellos aprendí las palabras con las que hablo, ellos me enseñaron que hay más que solo esta isla a la que estoy confinada a vivir quien sabe por cuánto tiempo. No sé cuándo es mi cumpleaños pero creo que es alrededor de febrero y marzo, no sé mi edad pero creo que tengo 16 años y de algo estoy segura y es que para no recordar nada de mi antigua vida debo a ver llegado aquí muy pequeña y vivido aquí básicamente toda mi vida. La ropa que traigo son unos trapos viejos que pude conseguir de la cosa que me trajo. Me quedan inmensos pero al menos tengo algo con lo cual cubrirme. No encontré zapatos pero no es algo vital para mí. Pero ya he hablado mucho de mí ‘’vida’’ ahora es momento de irme a casa porque lo más probable es que ya varios depredadores saben que estoy aquí y no está en mis planes ser comida hoy. Voy corriendo con la poca luz de sol que queda, ya está apunto de anochecer, recolecté lo que pude: mangos, cocos y algunas plantas silvestres que rodean la playa. Suficiente para una noche. Trepo al árbol donde constantemente voy por las noches a dormir, construí una pequeña cabaña que me basta para no ser alcanzada por los tigres y otros animales cuyo nombre desconozco. La cabaña se reduce a un montón de hojas que logré arrancar de algunas palmas y un pequeño baúl que arme con muchas ramas donde guardo mis cosas importantes, que no son muchas. Siempre me pongo a pensar, ¿si mañana muero? Sé que es una mala pregunta para mí misma pero no puedo negar que existe la posibilidad. Sí muero y alguien llega a esta isla, nunca sabrán que viví aquí, tal vez mis restos se descompongan antes de que alguien note que hubo una persona ahí. Así que decidí hace un par de años que debería escribir con las pocas palabras que sé y los pocos términos que conozco, como es mi vida en la actualidad. Tal vez cuando muera alguien los encuentre y pueda saber que alguien vivió aquí en esta isla y no solo los animales. Tal vez no tenga buena letra o use palabras muy inteligentes pero es lo vital para que entienda quien esté leyendo. La vida es así y tal vez nunca logre ver que hay más allá fuera de esta isla. Pero debo admitir que me encantaría saberlo. 
Subo a mi cabaña y lo primero que hago es encender una pequeña llama que ilumina una esquina lo suficientemente pequeña para que los animales no la vean pero lo sufientemente grande para no temerle a la oscuridad mientras duermo. Diran que como es pósible que le temo a la oscuridad teniendo muchas otras cosas a las que podría temerle pero me pongo a pensar que es mejor, temerle a algo que sabes que no te dañará, o temerle a algo que puede comerte si te descuidas. En mis pies coloco un monton de hojas, lo suficiente para no congelarme los pies, y recargo mi cabeza junto a una roca que con el tiempo logre suavizar un poco. 
Por fin la luz del sol logra disiparse del cielo y solo queda la luna y un millar de estrellas que la acompañan. Eso y el pequeño fuego que me acompaña son la única razón por la que no entro en pánico día, día, noche tras noche. 

La Escritora De La IslaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora