Un esbelto hombre con vestimentas oscuras, de unos aproximados 28 años y poco mas de 1.80 cm. de estatura; caminaba con elegancia por los largos y angostos pasillos de una mansión. Los mechones azabaches de sus cabellos caían rebeldes sobre su frente y casi mitad de su rostro, regalándole cierto aire de arrogancia y sensualidad ante cada paso que daba; sus manos cubiertas con un par de guantes de la más fina tela de algodón y completamente pulcros, sostenían un plato de porcelana, decorado con finos listones del color del oro, un plato... Vacío.
Seguía con la misma rutina cotidiana de siempre, y de toda la eternidad si se podría decir así; el primero en levantarse y el último en acostarse, cumpliendo fiel y disciplinadamente con todas y cada una de las tareas para mantener cómodo y tranquilo al dueño y señor de esa mansión. Una mansión, solo construida para satisfacer el capricho de su amo.
— Después de todo... Alguien como yo...—.
Se detuvo por un momento, en su campo de visión pudo notar como una finísima grieta en una de las paredes que había dejado pasar la noche anterior ya empezaba a lucir algo más grande, absorbiendo con lentitud el tapiz que cubría aquella pared, dejando una imagen un tanto surrealista en esa escena; suspiró largamente y levantó una de sus manos, seguidamente a eso la estructura volvió a ser la misma de antes, sin ningún rasguño, recuperando la perfecta ilusión óptica que le había dado en un principio. Sus labios dibujaron una falsa sonrisa perfecta, "satisfecho" de haber solucionado algo tan insignificante, algo que cualquiera de los seres en ese mundo simplemente lo hubieran dejado pasar, haciéndolo tarea para los que recién se bautizaban como pertenecientes allí; pero el no, todo debía de ser perfecto, tan solo para no molestarle la vista a... El.
Siguió su camino.
Era decepcionante, un demonio considerado como el más poderoso e imponente en su legión servía a otro, uno con aires de arrogancia y poder. Aunque ello era por demás concebible gracias al perturbador pasado que había tenido, no tenía para ningún otro lógica alguna, puesto que aquel caso era el primera vez visto en la historia de ese mundo hundido en las tinieblas. Hasta pudo no haber sido permitido y ambos desterrados a quien sabe donde pero la elocuencia de los argumentos del viejo demonio y la deseable alma - aunque también sea uno de ellos- del menor, lograron su aceptación en ese lugar y desde entonces pudieron llevar una vida mas o menos tranquila, a excepción de las constantes batallas entre el mayor y los usurpadores que llegaban con ansias y sed de devorarse al nuevo integrante de la legión.
Sin embargo... ¿Era decepcionante para el?...
Las puertas le fueron abiertas, la habitación estaba cuidadosamente decorada con un estilo casi burgués, derrochando el lujo y la elegancia en cualquier rincón que se encontraba a la vista. Las paredes de terciopelo armonizaban con las contrarias cubiertas con fines tapices rojos como el ocre, el alto techo lucía dos preciosas arañas que habían sido construidas para las Galerías de las Cruzadas del Castillo de Versalles y que finalmente habían sido "llevadas" allí, algunos retratos que representaban variadas escenas históricas realzaban la decoración. Y, a unos metros de distancia, frente al gran ventanal de cristal con marcos de oro rojo, tras un escritorio labrado con la madera mas noble, representando en la parte posterior la imagen de alguna bella sirena siendo perseguida por demonios marinos; un mozuelo con cabellos negros y mirada azul como el color de un avasallador mar, de unos 17 años aproximadamente, reposaba tranquilamente, con la mirada perdida en el vacío de sus pensamientos.
Un ser que en vida fue Ciel Phanthomhive, finalmente había sido arrastrado a un mundo irreal, jamás imaginado en el suyo, gracias a un egoísta deseo, consecuencia del "descuido" forzado de su sirviente al haber sido robada su alma antes de concluir con el contrato; ahora estaba condenado a vivir como un demonio toda su eternidad y encadenando así mismo, al - de alguna manera- responsable de esa maldición.
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KUROSHITSUJI III: La vida de ese Demonio
FanfictionCiel Phanthomhive, "muerto" a los 13 años de edad fue arrastrado a un mundo de maldición gracias a un deseo egoísta. Como era de esperarse, su fiel mayordomo lo acompaña, encadenado también a ese destino. Un nuevo contratista ha obligado que el anti...