Akane Aoi era fácil de enojar. Eso no estaba en juicio de dudo según sus amigos cercanos, específicamente aquel chico de cabello color limón de nombre Yamabuki, quien era principalmente la víctima más cercana de los ataques de ira de aquel enojón de cabello anaranjado con reflejos rojos.
Por eso, el día en que aquel rubio ojiazul se encontró con Aoi, Lemon ya sabía que el pobre presidente estaba cavando su propia tumba.
Yamabuki recuerda muy bien el día en que aquel pelirrojo vio al Minamoto. Era un viernes de primavera, a principios de Mayo; los pétalos de Sakura caían y florecían por toda la Academia Kamome, y como de costumbre, él era espectador de cómo Akane se humillaba.
–Aoi-chan, ¡Por favor, cásate conmigo! – pidió de rodillas, en la tradicional pose matrimonial, con ramo de bellas y hermosas rosas rojas en mano. Yamabuki aguanto las ganas de darle su merecido golpe para quitarle la venda de los ojos y se dejara de ridiculeces en plena escuela, pero respetaba mucho al teléfono suyo como para dejarlo en manos ajenas.
–5 puntos, falto el anillo. – Lemon rodo los ojos, tragándose las ganas de golpear a la chica.
Nunca entendería si la de cabello morada era el demonio reencarnado o solo era amable. Pero no le gustaban las ilusiones que le daba a su amigo, le parecían una obra muy desagradable y que dejaba de superficial a la chica.
Miro detenidamente a todos los chismosos que se asomaban por los pasillos y luego a su tomatito, su pequeño y molesto Akane quien se secaba las lagrimas que caían por sus lindas mejillas y botaba las flores a la basura.
–Deberías dejarla ir, te haces daño tu solo. – le aconsejo, sin levantar la mirada de su teléfono.
–Lo sé Yamabuki, pero no es fácil. – respondió desganado, intentando en vano dejar de llorar tañados sus bonitos ojos de color ámbar.
Su amigo suspiro. No era muy tarde, de por si antes de que su tomate tsundere volviera hacer su declaración matutina; él profesor había dado por finalizada la clase. Él no quería que más personas vieran a Akane llorar, poco lo notaban, pensando que aquel pelirrojo tenía una fuerza inhumana para poder aguantar todos los rechazos que le propinaba su mejor amiga. Cosa que no era así, Lemon sabía que su Akane sufría.
Con algo de fuerza tomo al menor, montándolo en su espalda y encaminándose al único lugar donde podría animar al chico; La cafetería. Era como un ritual para ellos, cada vez que su tomatito enojón se deprimía Yamabuki lo llevaba a comer chocolate caliente u otra cosa que le subiera el ánimo. Muy a su dentro, aprovechaba cada minuto que tenia para poder estar con su mejor amigo antes de este fuera a la Academia Nawashima en los dos próximos años.
– Yamabuki. – llamo al de cabello limón con voz quebrada, este sonrió asistiendo. Akane asistió de igual manera, agradeciendo el hecho que nadie los observaba, acomodándose mejor; escondiendo su rostro un poco entre el cuello y hombro de su amigo. – ¿Tu crees que alguien me ame algún día?
Justo cuando Lemon iba a asistir, algo choco contra ellos, ocasionando que tropezara.
– ¡Hey, imbécil! ¡Ten cuidado por donde caminas! – gruño Akane, su mejor amigo había terminado dándose un golpe en la frente con la puerta de la cafetería, y eso le molesto.
–Auch…veo arcoíris. – rio irónico, intentando que aquel desconocido de ojos azules no sufriera un escándalo por parte de su tomate, pero al parecer no fue así, su tomate tsundere se lo tomo a pecho.
–¡Genial! ¡Me lo dejaste más pendejo que antes! ¡Idiota!
–Perdón, pero tenía prisa. – rio nervioso él rubio.
–¡Yo tengo prisa todos los días y no ando por la vida atropellando a la gente, poste!
Yamabuki rio levemente incomodo. Se le había olvidado que su pelirrojo una vez pasaba la depresión se enfurecía tanto con aquel que lastimara a quien le ayudaron que terminaba haciéndole un escenario al pobre.
–Akane, ya vámonos…Discúlpelo Minamoto-senpai.
–¿Qué me disculpe? ¡Yamabuki, él casi te atropella! – exclamo siendo arrastrado lejos de ahí por su amigo.
–Que persona más inusual…
Murmuro el rubio, tal vez anotarlo en el consejo estudiantil ayudaría a que el humor de aquel joven cambie.
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50 RAZONES PARA ODIARTE.
De TodoÉl odiaba al presidente Teru Minamoto con su alma. Odiaba su sonrisa. Sus ojos. La historias que ambos trasaron. Akane no sabe como desahogarse; quiere gritarselo a Teru, encararlo y decirle todo lo que odiaba de él. Pero aquello sucede sin necesid...