cuatro.

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         Moa se recostó en su cama, cansada, agotada física y psicológicamente, miró el techo y unas ganas de llorar la invadieron inevitablemente, no sabía bien por qué, quizás era por todo o quizás era por nada.

         Cubrió su rostro con su brazo y se obligó a respirar para calmarse, fueron pocos minutos hasta que escuchó los pasos acercarse y supo que era Suzuka sin siquiera verla.

         La mayor colocó una mano en su mejilla que la terminó por quebrar y rompió en llanto.

         — Moa... Moa, no llores.  —Murmuró Suzuka, se sentó junto a ella, sus dedos acariciaron sus mejillas, no pudo borrar sus lágrimas —. Moa-chan, bebé...

         — N-No me digas así... Duele que me digas así, ya no soy tu bebé, ¿Rompimos, no?

         — Moa, no-

         — Suzuka... No es correcto que estés asi y seas así conmigo, no lo es.

         — Moa, ¿Quién dice eso?

         — Yo.

         — Estas contagiada de la sociedad, una ya no puede llevarse bien ni cuidar de su ex amor sin que parezca incorrecto, en cambio el odio y el desinterés son lo que está bien visto... No tiene por qué ser de ese modo, ¿Quién lo dice? ¿No es malo ser malo? Es una contradicción...

         — Suzuka... No empieces con tus discursos de la sociedad. —Pidió la menor, apartó las manos de la otra y limpió sus lágrimas, se sentó frente a ella y mirándola directamente a los ojos, preguntó con el poco orgullo y valentía que le quedaba —. ¿Por qué sigues aquí?

         Suzuka se congeló ante la pregunta, no sabía si decirlo, no sabía cómo reaccionaria la menor, su boca se movió sin sentido mientras buscaba palabras y sus ojitos se quedaron mirándola embobados.

          — Porque aún te amo. —Murmuró finalmente —. Y porque quiero que seas feliz... Quiero darte la compañía y la fuerza que necesitas cada vez que algo que falte, para que encuentre a alguien más, para que seas feliz y te traten y te amen como se debe, como te mereces... Porque eres la persona más buena que hay en el mundo y mereces tanto, Moa, en serio mereces muchísimo, y esto es lo mínimo que puedo hacer aún por ti.

           Moa sollozaba bajito, seguía borrando sus lágrimas consecutivamente.

           — ¿Sabes que puedes hacer mucho más, Su? ¿Sabes que puedes ser tú de nuevo?

           Suzuka comenzó a negar.

           — Te amo. —dijo Moa —. Y no creo ser capaz de amar a alguien más que no seas tú, no después de tener algo como lo nuestro.

            — Yo no soy quien te puede hacer feliz ahora. —dijo la mayor —. Ya no puedo hacer nada por ti, Moa.

           Moa negó, aunque por dentro lo sabía, en el fondo, lo sabía.

           — Su, bésame. —Pidió la castaña, sus manos fueron a las de la mayor, tomándolas con delicadeza — ¿Puedes?

           Suzuka dudó un segundo completo, sus ojos se abrieron un poco de más por la sorpresa de aquel pedido, pero terminó acortando las distancias, posando sus labios sobre los de su exnovia, sorprendiéndose al sentir el mismo sabor, el mismo cosquilleo en todo su cuerpo y las mismas mariposas en su estómago, que prendieron vuelo y la hicieron temblar de emoción.

           Se sentía igual que antes, aunque no era como antes, y nunca lo sería.

           Lo triste es que ambas lo sabían.

           Por eso el beso fue amargo.

Ghost of you. sumoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora