Perdiendo terreno

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Recargó su cabeza en el vidrio de la estación de naves, en algunos minutos llamarían para que abordara su transporte a la primera escala que la trasladaría hacia la estación espacial donde vivía Jaco. Arribaría de sorpresa por la repentina decisión de abandonar Sadala para de alejarse de la familia real.

-A todos los pasajeros –interrumpió una voz desde el monito de la estación –se les comunica que por causas de fuerza mayor hemos cerrado hasta nuevo aviso los vuelos espaciales.

-No puede ser, en todo el universo existen vuelos retrasados –pensaba Bulma torciendo los ojos–Espero que pronto abran la circulación, no pertenezco aquí –suspiraba

Se levantó para estirar las piernas, pues llevaba cerca de dos horas sentada y no era el ejemplo de paciencia esperando. Una voz le congeló su pose de estiramiento.

-Estoy buscando a la ladrona que se llevó la nave de Raditz –Dijo Vegeta a sus espaldas.

-Yo no me la robé –volteó Bulma ofendida para verlo con los brazos cruzados –La tomé prestada para llegar aquí, dejé una nota para devolverla.

La científica esquivó la mirada, su Bulma interior daba saltitos de emoción porque el príncipe llegó para llevarla de vuelta. Por lo menos eso era lo que imaginaba, la excusa de la nave le parecía una reverenda tontería.

-¿Me va a encerrar en algún calabozo o dictar sentencia de muerte por tomar prestada una nave? –preguntó Bulma intentando parecer indiferente –O viene a pedirme que no me vaya.

-En absoluto –sonrió Vegeta con indiferencia –Vine porque tenemos algo pendiente.

-¿Qué podría haber quedado pendiente? –preguntaba Bulma. Su mente quería gritar de emoción por la voz seductora del príncipe, pero después recordó que estaba saliendo con su hermano.

-Te ofrecí ayudarte a recuperar tu antiguo empleo –Vegeta se aclaró la garganta –aún está en proceso, además no sé qué les hiciste a mis hermanos que no se sienten listos para dejarte ir – su voz interior le decía que ni él estaba listo – y lo más importante, me debes una salida a pilotear naves.

-¿Es enserio? –preguntó Bulma incrédula –¿vino aquí porque quiere pilotear naves?

-Dijiste que eres buena en ello, entonces demuéstralo –hizo una pausa –jamás he sido bueno con las palabras ni con las personas, así que te propongo una competencia de naves y una apuesta.

-No tengo dinero para apostar –se quejó la científica.

-No es necesario, sí tu ganas presionaré mis contactos para que regreses a tu antiguo empleo los más pronto posible, pero si yo gano –se acercó retadoramente a ella –te quedas a cuidar a los mocosos por un tiempo más.

-Tentador, pero mi nave saldrá en cualquier momento –se puso en firmes para no hacer notar que el príncipe la estaba intimidando –además no soy niñera.

-Nadie podrá irse del planeta hasta que dé la orden, detuve las salidas espaciales –sonrió Vegeta con aire triunfal.

-¡Eso es abuso de poder! –se molestó la científica.

-¿Qué dices? –la miró retándola -¿o tienes miedo?

-Aquí nadie tiene miedo, era de los mejores pilotos en mi planeta, usted debería tener miedo –se acercó a Vegeta apuntando con el dedo en pecho -¡Acepto!

-Éste no es lugar para aceptar los términos y condiciones de nuestro enfrentamiento, así que te veo en el palacio. Allí elegiremos naves y el trayecto –indicó el príncipe.

Batallando con el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora