Ganando uniones

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Las noches en Yardrat tenían una duración menor que en su planeta, eso no importaba, era un hombre de poco dormir como toda su raza. Se estiró en la estrecha cama, recordaba los momentos más significativos que vivió con sus hermanos. Sabía que estaban con vida, el instinto familiar se lo decía, confiaba que Vegeta pronto descubriera el paradero.

Deseaba regresar a su planeta para apoyar en la búsqueda, pero su posición era estratégica. Allí vulnerable seguro enviarían a un matón que intentaría acabar con su vida. Decidió no alarmar a su querida Cerely con tales noticias, ella simplemente estaba consciente de la desaparición de sus hermanos pero no le informó más.

El collar que le diseñó Bulma le servía a la perfección, lo ayudaba a relajarse en momentos de ansiedad o enojo. Su cuerpo estaba tan inerte por la relajación que simulaba dormir profundamente.

Percibió el aroma de su chica ingresando con sigilo a la improvisada habitación. Antes de que pudiera reaccionar Celery estaba sobre él con una daga intentando cortarle la yugular. Claramente fallaba en su intento porque de otra manera Broly no habría tenido espacio para defenderse. Era increíble que la chica tan brava soltara lágrimas silenciosas en el forcejeo.

-¡Debo hacerlo! –dijo sollozando Celery -¡Debo hacerlo! –se repitió.

-No quieres hacerlo –la intentó calmar Broly sin bajar la defensa –Si lo quisieras hacer ya estaría muerto.

-¡Tú no entiendes! Mi padre confía en mí –Exclamaba con frustración.

-Pero yo confío más en ti –Le sonrió Broly sosteniéndole la mano –Sé que amas a tu padre, pero también sé que tú y yo comenzamos algo más fuerte que una conspiración.

-El amor es para débiles –Respondió no muy convencida.

-Sé débil conmigo –la acercó a su cuerpo en un descuido y ambos se besaron, mientras Celery abría lentamente su mano para soltar la daga.

El beso fue sincero, en un sentido puro, ni vagamente se acercó a las intensiones sexuales que cada roce despertaba en ambos. Era un gesto cargado de sentimiento, en ningún universo creyó amar tanto a ese chiquillo alegre que vivía en el palacio. El hijo del rey que siempre tenía una sonrisa para todos.

-Broly, yo –intentó comenzar una explicación pero no encontraba las palabras adecuadas.

-Estoy seguro que no querías –la abrazó con fuerza –Entiendo tu deber como hija.

-Por eso mi padre me envió aquí –suspiró la chica sujetándose más del agarre –Quería simular el trabajo de un mercenario.

-Ahora entiendo el por qué de la daga –reflexionó ante la confesión –Los saiyajines jamás utilizamos armas.

-Tu padre te mandó al matadero –se molestó Broly –no comprendió que si las cosas no resultaban podría desatar mi furia, hacer estallar todo y -titubeó –asesinarte.

-Lo sé, por eso se empeñó en hacer que confiara en ti –pronunció con decepción –al inicio estaba funcionando pero tu maldita forma de ser –hizo una pausa para apretar los dientes –me desvió del objetivo.

-Te preguntaré algo, debo hacerlo –Broly se aclaró la garganta -¿Dónde tienen a mis hermanos?

-No lo sé –sollozó Celery –nadie lo sabe.

-¿Quién más está metido en esto? y ¿por qué? –se apartó de ella para mirarla con seriedad a los ojos.

-Mi padre y Turles –suspiró la chica –como lo sabes, mi familia es partidaria de la sangre pura saiyajin. El rey Vegeta lo es, pero tú y tus hermanos son mestizos de varias generaciones atrás.

Batallando con el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora