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A Taeyong le gustaba mucho ayudar a los amigos de su padre con las decoraciones. De niño recuerda haberlo hecho muchas veces porque a Ten, el que era más bajito que él, le gustaba mucho redecorar su parte de la casa. A veces su madre les reprochaba con que, la pintura era fea, las alfombras son muy sucias, el librero no se ve bien ahí, pero terminaba convencida por ellos y al final del día les preparaba algo de beber.

Justo ahora Taeyong era el encargado de la pintura con Johnny, el tipo más grande e imponente que era perfectamente la contraparte de Ten. Ambos estaban sucios después de haber pintado dos habitaciones, Johnny no era muy hablador pero de ves en cuando le contaba historias de cuando vivía en Estados Unidos y de como había conocido a Ten y a su padre.


—Íbamos en la misma universidad —le decía él a un Taeyong de doce años en sus recuerdos—. Aunque no estábamos estudiando lo mismo, teníamos algunas clases juntos. Recuerdo que comenzamos a ser amigos porque a los tres nos gustaba la misma chica.


—¿Y quién se terminó quedando con la chica?


—Ninguno, la chica era lesbiana.


Johnny rió y Taeyong había reído también un poco confundido.


Taeyong de veinticinco años tenía problemas para destapar la lata de pintura color salmón como le había enseñado Johnny. No parecía difícil pero el hombre tenía probablemente el doble de fuerza que él así que hacía ver todo tan fácil.


—Señor Seo, ¿Me ayuda a abrir esto?


Johnny quién había estado inmerso en aplicar las capas de pintura uniformemente se giró hacia Taeyong quién de rodillas abrazaba la lata de pintura que había comprado Ten y trataba de volar la tapa con un desarmador.

Se veía molesto por no lograrlo. Rápidamente Johnny dejó la brocha en el piso y se acercó a él. Se arrodilló enfrente y Taeyong le dio la pintura y el desarmador.


—Debes dejarla en el piso, si lo cargas no podrás mover el tapón ni un poco —habló colocando la lata en el piso y con fuerza apuñalado una orilla de la tapa con el desarmador. Bastó con moverla hacia los lados y finalmente la tapa salió—. ¿Lo ves? No es difícil, tampoco necesitas mucha fuerza.


—Usted es increíble, es tan fuerte, ¡Y alto! Y sigue siendo tan apuesto...


Johnny le sonrió cortante. Taeyong tomó una de sus manos con las dos suyas y la colocó en su rostro. Johnny dejó una mancha de pintura en su cara pero al chico parecía no importarle. Como si fuese un animal lo vio restregar su rostro en la palma de su mano y después llevarse los dedos a su boca.


—¿Qué crees que haces?


—N-Nada.


—¿Estás intentando provocarme?


—N-No Señor Seo, yo no-


—Está bien, ya que insistes tanto voy a follarte.




Cuando Ten llegó a casa se encontró con Johnny en el piso fumando. Traía sus pantalones abiertos y los ojos cerrados.


—¿Qué sucedió?


—Taeyong se fue antes de terminar de pintar.


Ten frunció el ceño y se acercó a su amigo. Le arrebató el cigarro y lo pisó. Johnny no se negó y mantuvo su mirada perdida. Ten sintió lástima por él.


—Creo que deberíamos mudarnos ya.





En la noche Taeyong no quiso cenar y estuvo hecho un ovillo en su cama bajo sus sábanas.

Había estado llorando, claramente, su cuerpo dolía al estar en esa posición pero se sentía protegido. La puerta estaba entreabierta y él sólo la miraba por una pequeña abertura desde su sitio.


Vio una sombra.


Alguien entró.


Taeyong comenzó a llorar silenciosamente, ya estaba harto, se trató de proteger abrazando sus piernas pero aquella bestia no lo atacó como esperaba. Entonces se dio cuenta de que era su monstruo favorito. Sacó la cabeza de su escondite y lo miró. El chico de ojos gentiles le acarició el cabello y le sonrió silenciosamente. Taeyong lo abrazó y lloró.

Lloró tan alto y tan fuerte que todos en la casa lo escucharon pero nadie fue a su rescate. El chico acarició su espalda tratando de consolarlo y se acostó con él para abrazarlo. Escuchó atentamente como Taeyong le contaba la forma en que Doyoung lo tocaba en el auto, como Yuta lo profana a en la bañera, como Yukhei casi lo mataba sobre esa misma cama y como Johnny le decía palabras hirientes al mismo tiempo que penetraba su vida.



—No debiste volver a esta casa —lo escuchó, Taeyong lo sabía—. Debiste irte para siempre, no necesitas a nadie de aquí.



—No tenía otra opción —sollozó—. Dios mío Jaehyun, yo no quería volver a este lugar, ya no quiero estar aquí ni en ningún otro sitio.


—Deberías venir conmigo.


Taeyong detuvo su llanto para mirarlo en caso de haber escuchado mal.


—¿Contigo?  ¿A dónde?


—A cualquier parte, lejos de aquí. Libre, ¿No quieres ser libre y olvidar todo esto?


Taeyong lo pensó. Claro que quería ser libre y deshacerse de estos horribles recuerdos. Claro que estaba dispuesto a ir a cualquier parte lo más lejos de este lugar pero por alguna razón sentía miedo. No es como si alguien pudiese detenerlo, Taeyong necesitaba fuerza de voluntad y firmeza, como aquella vez que se decidió escapar de casa y dejar a todos atrás.

Pensó que está vez no podría simplemente escapar porque el mismo plan nunca funciona dos veces.

Cerró los ojos y respiró el aroma de Jaehyun. Era parecido al de la tierra después de llover, muy extraño.


—Claro que quiero, quiero ir contigo.


Jaehyun sonrió y besó su frente. Taeyong besó sus labios y sintió calma.


Al día siguiente Mark fue a despertar a su hermano para desayunar pero la puerta estaba cerrada. Era extraño pero no inquietante.

Mark decidió entrar y encontró a Taeyong desangrado sobre su cama.

gwyn || ᵗᵃᵉʸᵒᶰᵍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora