DOS

6 0 0
                                    

Capítulo 2:

    Lo iba a matar. Fui hacia la ventana y vi al rubio mal parido cruzado de piernas, sentado en el césped. Con una carita de niño bueno que yo no me creía.

— No me mates, soy muy hermoso para morir —se levantó y cruzó la ventana cuando la abrí.

— Piensa en que tu cadáver se verá bien.

— Ese no es el punto —se tiró en mi cama como si fuera la suya.

— ¿Te das cuenta de que mis papás pueden bajar y verte? Cagarías todo.

— No dejas a tus papás bajar, si lo hacen, los matas. ¿Qué te pondrás para la noche? —sentía ese tono pervertido escondido detrás de cada una de las palabras que pronunciaba.

— Tú lo que quieres ver es qué ropa interior voy a usar, ¿eh?—comencé a revolver los cajones.

— Me gustaría, sí —me puse los zapatos que me pensaba poner en la noche, me sorprendía ver cómo se ponía de baboso. Traía una camiseta lisa de color azul y unos jeans.

    Yo, en cambio, traía una falda corta celeste y una camisa blanca de seda. No me encantaba vestirme así, pero bueno, era el costo de buenas noches y una muy buena mesada. Elliot se sentó y me miró atento. Yo me acerqué y me puse sobre él. La verdad era que a pesar de todo lo malo que podía traerme estar con él, a veces no podía resistirme. Todo el mundo tenía derecho a darse un gusto de vez en cuando. Merecía algún premio por portarme bien.

    Él acomodó un par de mechones rebeldes de mi pelo detrás de mi oreja. A veces podía ser tanto un demonio insoportable, pero al mismo tiempo podía ser el típico cliché de chico tierno. Pero el chico tierno se fue en el instante que me besó. El beso fue subiendo de tono hasta el punto en el que él ya no tenía ni remera ni zapatillas. Él había desabrochado algunos botones de mi camisa, pero esta aún seguía en su lugar.

 Se echó hacia atrás y yo quedé a horcajadas sobre él, no podía dejar de besarlo, se sentía tan bien. Mi camisa salió volando en cuanto Elliot pudo quitarla. Manoseó mis pechos y yo saqué sus manos mordiendo sus muñecas y subiendo por su brazo hasta su cuello. Sus manos subían y bajaban por toda mi espalda y de vez en vez apretaba mi trasero. La película había terminado y la canción de los créditos sonaba distrayéndome de cualquier otro sonido que no fuera de parte de él. Desabroché sus pantalones y quiso quitar mi sostén, cuando tenía que aparecer Jess a cagar el momento.

— ¿POR QUÉ EN FRENTE DE MIS OJOS? —nos lanzó una almohada. Y se cubrió los ojos. Dios, ni que alguno de los tres fuera virgen.

— ¡Púdrete, Jessifer! —le gritó el rubio a mi hermano.

— ¡No me hables por mi nombre completo, Ackland!

— Está en todo su derecho, Jess! ¡LARGO! —chillé. Demonios, justo ahí, en este momento, ¿por qué a mí, demonios? Era en lo único que podía pensar.

— Aunque pensándolo bien… ¡Eso! Le contaré a Lucy —díganme que este no era mi hermano. Tomé otra almohada y chocó justo en esa parte tan sensible para ellos. Cayó al suelo y se retorció maldiciéndome.

— ¿Ves? Así me siento yo, inútil —dijo Elliot. No aguanté y estallé en carcajadas, él re abrochaba su pantalón mientras trataba de controlarse para no terminar con  lo que quedaba de mi hermano y con lo que no habíamos podido terminar.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 01, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

In The Love All Are IdiotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora