Capítulo 7

542 71 6
                                    


«Es muy guapa» pensó Valentina mirando a Juliana sonreirle, su estómago comenzó a agitarse extrañamente y sentía como la calidez de la morena comenzaba a contagiarse en ella, quería sonreír aunque no había una razón aparente para hacerlo; no había ganado un premio ni había conseguido una inversión importante para su hotel.

Valentina se aclaró la garganta—. Vamos a continuar, me gustaría que la entrada estuviera lista hoy.—Apartó su mano de las manos de Juliana y la colocó en los bolsillos de su gabardina.

Juliana observó el rostro de Valentina, notó que estaba ligeramente rojo—. ¿Te sientes bien? Creo que tienes fiebre—las manos de Juliana ahora estaban tomando las mejillas de Valentina.

«Tal vez y sí ¿Me estaré enfermando?» pensó la empresaria, eso explicaría porque tenía esa extraña sensación en el estómago junto con aquella calidez en su pecho, no tenía otra explicación para entender todo aquello que estaba sintiendo. Se perdió en la suavidad de aquellas manos tan acogedoras, podía notar en la mirada de la florista que estaba preocupada por ella, hacía años que no veía esa mirada en las personas, la última vez fue a los 6 años cada que preguntaba cuando iba a ser el día que su madre saldría del hospital para poder ir juntas a tomar el té; su madre nunca sabía que decirle y siempre la miraba así antes de sonreírle y abrazarla. Sus miradas se cruzaron por unos segundos, para Valentina parecía que el mundo se había detenido; sin embargo la calle continuaba siendo un caos, gente andando con prisa a un lado de ellas algunas conversando por teléfono, podían escucharse los sonidos de las llantas de los autos en el asfalto, y los golpes de las herramientas trabajando en alguna contrucción vecina.

—Estoy bien.—Valentina tomo las manos de Juliana y las alejo de su rostro, dando una sonrisa apenas perceptible.

Juliana observo como Valentina arregló el cuello de su camisa, Vera tenía razón, la empresaria tenía un estilo de moda muy bueno, elegante y serio, si bien no le gustaba ver colores tan neutros porque le parecía aburrido, a la empresaria le quedaba muy bien, iban perfectos con su personalidad.

La de ojos azules retomó el camino nuevamente y la morena no demoró en seguirla con una sonrisa, estaba feliz de poder ser parte aunque fuera una coincidencia, le gustaba ayudar.

Llegaron a la entrada del imponente hotel Valentine. Valentina se quedó allí de pie, con los brazos cruzados, observando la entrada del hotel. Había un conjunto de escalones que llevaban a la puerta de vidrio, a través de la cual se podía ver el lobby del hotel. El lugar era elegante, con un suelo alfombrado, grandes ventanales que dejaban entrar la tenue luz del día nublado, adornos dorados colgando del techo y una barra de bebidas a la izquierda acompañada con mesas y sillones, para recibir a los recién llegados, que el tiempo de espera no se volviera tedioso. Más adentro se veían más escaleras y, justo enfrente, los ascensores. Aunque el interior lucía elegante y cómodo, a Juliana aún le parecía un tanto aburrido. Las paredes del exterior eran completamente blancas, y no había ninguna planta decorativa.

El ceño de Juliana se frunció, ¿Cómo podía un lugar tan apagado tener tanto reconocimiento? Ella se volvería loca.

—Vamos adentro—la empresaria hablo subiendo las escaleras hasta llegar a la puerta de vidrio—. Después de usted—sostuvo la puerta para que la florista pasará.

El gesto hizo que Juliana sonriera. Sin embargo, pronto se transformó en una mueca de sorpresa. Una vez que cruzó la puerta de vidrio, se encontró con que el hotel era enorme y la decoración era minimalista: solo había dos estantes, uno con libros y otro con cactus; ¿Cómo era posible que no tuviera jarrones con flores?. En una de las paredes, notó un solo cuadro que llamó su atención, una fotografía de una pareja y dos niños frente al hotel Valentine de Londres. Juliana pudo deducir que era la familia de Valentina. La mujer en la foto tenía una sonrisa cálida, su cabello era ondulado, como el de su ahora tutora de negocios, aunque de un tono castaño más oscuro. Parecía radiante en la imagen y estaba tocando su abultada barriga «Estaba embarazada» pensó la florista sonriendo en automático, la imagen de una Valentina bebé cruzó por su mente. Se dedicó a observar detenidamente la foto, para registrar cada detalle, eso la hizo ver que la hija menor de aquel matrimonio era la mezcla perfecta de ambos padres. El padre, tenía un rostro más serio, unos ojos azules penetrantes y un porte que lo hacía parecer un hombre rígido y frío, a diferencia de su esposa, el tenía un cabello castaño claro. La mujer abrazaba por los hombros a un niño de cabello castaño oscuro y levemente regordete, con ojos marrones brillantes. El hombre tenía ambas manos sobre los hombros de una niña con cabello castaño oscuro, al igual que su madre, pero con ojos verdes y una estatura que la hacía sobresalir sobre el niño.

—Tu mamá se ve muy bonita en esa foto—Juliana habló, pero no obtuvo respuesta. Fue entonces que se percató de que la empresaria no se encontraba junto a ella, sino frente al estante donde se hallaban los cactus—. ¿Te gustan los cactus?—preguntó una vez que estuvo cerca de la empresaria.

—A mamá—contó Valentina sin dejar de mirar los cactus, Juliana la Mirada de melancolía—. Ella admiraba su resiliencia.

Juliana colocó una de sus manos en la espalda de la empresaria, no sabía que había pasado con la madre de Valentina pero deseaba que se sintiera apoyada y en confianza para contarle. Debía ser cuidadosa para hablar porque ese era un tema que claramente la afectaba—¿Todo bien?

—Sí.

La voz de Valentina salió en un murmullo resignado acompañado con una sonrisa triste. Aunque claramente Juliana se dió cuenta que le estaba mintiendo, prefirió no tocar el tema, simplemente se dedicó a dar leves caricias en su espalda para tranqulizarla. Tal vez no era el momento para hablar, quizá después cuando exista más confianza podría preguntarle.

—¿Te gusta mucho el contacto físico?—la empresaria ahora estaba mirándola fijamente—¿O sólo te gusta tocarme a mi?—una media sonrisa burlona apareció en los labios de Valentina. Juliana frunció el ceño dejando de sobar la espalda de la empresaria, ella era así, le gustaba el contacto físico cuando ya tenía confianza con alguien, pero con Valentina solo estaba siendo amigable, aún no tenía la confianza suficiente pero sentía que necesitaba apoyo, miro su mano aún en la espalda de Valentina y su reacción fue apartarla bruscamente como si quemara.

—Contigo no puedo intentar ser amable—hablo Juliana levemente avergonzada pero sobre todo irritada—. Mejor háblame de tus ideas.

—Muy bien señorita Alcázar, cómo pudo notar aquí no hay ninguna planta—Valentina hizo un gesto con la mano señalando todo su hotel, sí, Juliana pudo darse cuenta. La empresaria la guío hasta la barra de bebidas y se sentó en un sillón cercano—. Mi hermano Guillermo era el antiguo encargado de este hotel, lamentablemente no consiguió desempeñarse como los socios querían. Ahora que soy la directora, me gustaría hacerlo más agradable a la vista, tengo un equipo trabajando para conseguirlo, sin embargo quiero contratar sus servicios como apoyo en toda la selección de las plantas, me comentaron que era la mejor de la ciudad—Valentina termino de hablar con una sonrisa, Juliana no podía creer lo que le estaba pidiendo. Iba a poder exponer su trabajo en un hotel tan visitado como era el Valentine.

—Si me lo estás pidiendo por el favor que mi padre te pidió...

—No, mi equipo de marketing me habló que sería buena idea colocar plantas por el hotel para darle un poco más de atractivo visual, tu florería es muy conocida en este lugar, ellos me recomendaron realizar una visita para hablar con la dueña, no esperaba que fueras tú—hablo Valentina con seriedad tomando el vaso de agua que el encargado de la barra le ofreció—. El doctor Alcázar no tiene nada que ver en esto—Valentina cruzó las piernas dándole un sorbo a su agua con hielos, parecía que estaba segura que la florista iba a aceptar su propuesta, podía saberse por aquella media sonrisa triunfal que apareció en el rostro de la empresaria una vez que retiró el vaso de sus labios, esa mujer era tan segura de si misma. Juliana la admiraba en secreto.

—Me gustaría pensarlo—hablo Juliana provocando que la sonrisa de la empresaria se borrará.

Valentina tomo una pose recta, acomodándose en su asiento—¿Pero va a aceptar?

—Puedo ser tu proveedora, pero necesito un poco de tiempo para pensar si quiero trabajar aquí.—Aseguro Juliana bajando la mirada a la mesa ratona del lugar, quería ayudar a su socia pero su florería era más importante para ella.

—Pero Juliana, ¿No te gustaría revisar el contrato primero? Vamos a pagarte muy bien—Valentina intento convencer a la florista.

—No es por el dinero, no tengo tiempo. No podría cuidar mi florería si gasto mi tiempo aquí—los ojos de Juliana se encontraron con los de Valentina y aquella extraña sensación en su estómago volvió. La empresaria desvió la mirada y suspiró pensando.

—De acuerdo, pero ¿Me ayudarás?

La chica de las floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora