· PREFACIO ·

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Sólo Mírate.

Prefacio.

(EDITANDO)




¿Sabían que toda la vida nos pasamos recolectando gente para nuestro funeral?

Al parecer, mi madre perdió a todas esas personas, y esas personas acaban de perderla a ella.

Mi padre estaba totalmente solo. Sus hermanos lo habían abandonado luego que se reconcilió con mi madre.

Y mi hermana solo me tenía a mí. Ivette Weber.

   La luz del sol se cubría por las negras nubes cargadas de agua encima de nosotros. Estas desprendían lluvia a cántaros, prohibiéndonos oírnos entre nosotros, oír los susurros que cada uno soltaba en dirección al gran hueco en la tierra. Un ataúd decoraba su fondo, sin flores, sin cartas, sin recuerdos. Tampoco había lápida para identificar el cuerpo, no había nada para ella en ese lugar que tuviera su nombre o su presencia.

Tan sólo eran dos ataúdes con cuerpos en descomposición.

¿Y por qué dos si fueron tres personas las muertas en combate?

Ariann ansiaba con todo su corazón ser enterrada cuando llegara su momento. Ella creía que su cuerpo se desintegraría cómo debe y que sus restos harían salir alguna flor por la superficie.

A veces daban ganas de darle una bofetada, porque su teoría, sus ganas de que eso pasara, daba miedo.

Mi padre quería ser polvo de hadas, así que cumplí su sueño.

Mi madre nunca habló qué quería luego de muerta. Claro, siempre nos remarcaba que sin ella estaríamos mejor.

Pero se equivocaba brutalmente.

   El gran paraguas que llevaba en las manos cubría lo suficiente para no mojarme. El Triángulo y el Círculo llevaban exactamente los mismos paraguas que yo. Pero aquí había una cosa en la que no coincidíamos, y eso era el color de nuestra ropa. Mientras que ellos llevaban ropa negra, cómo es correcto en un funeral, yo llevaba un vestido blanco hasta las rodillas con un listón azul alrededor de mi cintura.

«¿Sabes lo que significan esas?» Recordé mi voz salir de mí cuando ella tomó asiento a mi lado con su hermoso vestido blanco en la fuente fuera de la casa de los Cox.

Cuando todo estaba bien...

«Representan el anhelo, el amor y el afán metafísico por lo infinito»

Yo sabía que en ese momento, esas malditas flores azules le habían transmitido simpatía y confianza, también la palabra anhelo le había hecho recordar su pasado, la vida de mierda que ha tenido que cargar siempre.

Aunque nadie supiera porqué yo iba vestida así, yo sentía que mi madre lo haría y que a mi hermana le gustaría.

   El Círculo comenzó a marcharse junto al Triángulo, alejándose del lugar para ya poder marcharnos. Jason, Mike y yo fuimos los únicos que quedamos allí, sin poder movernos. Me pesaba el cuerpo, me pesaba el alma, me pesaba la culpa. Sabía que a ellos también les había afectado de tal forma que se culpen a sí mismos, pero jamás imaginé que comenzaran a culparse entre ellos. Tampoco imaginé que tuvieran el coraje y el corazón tan destrozado para culparme a mí.

—Tendrías que haberte quedado a su lado. Lo único que tenías que hacer era quedarte allí.

   La voz de Mike me partió el corazón que siempre pensé no tener. Sentía cómo el pecho se me contraía, intentando aguantar las ganas inmensas que tenía de huir del lugar y olvidar el pasado.

—Te dí una jodida pistola para que protejas a tu hermana, no para que satisficieras tus ganas de matar.

   La voz de Jason acabó por destrozarme completamente. Luego, llegó la discusión en la que se recriminaban entre ellos que no tendrían que haberme dicho eso, donde se decían lo culpables que se sentían y cómo tenían que disculparse conmigo. La cosa fue que nunca pasó; nunca se disculparon, porque era exactamente lo que pensaban y no se arrepentían de decírmelo.

Podía entender su dolor, pero... no podía devolverles a ambas.

   Así que lo único que pude hacer fue apretar los labios, pestañear lento, tragarme mis palabras y dar media vuelta para pasarles por el lado derecho y caminar directamente hacia el coche en el que Jason y Mike me habían traído. Ahora las cosas cambiaban en el volver.

   Pude observar cómo se adelantaron a mí en un tris, cerrando sus paraguas para poder abrir el coche. Sus cuerpos casi se adentraban al vehículo cuando interrumpí con palabras y la acción de cerrar el paraguas también.

—No iré con ustedes.

   Levanté el mentón, tirando mi cabeza hacia atrás para que el agua de lluvia cayera directamente en mi rostro. Mis manos apretaban el paraguas cerrado con fuerza, tratando de sostenerse de algo antes de decir lo que iba a decirles a ellos.

—El simple recuerdo de sus rostros me seguirá de por vida, atormentándome por siempre y para siempre —suspiré—. Ustedes no harán nada más que recordarme todos los días que fue mi culpa que ambas estén muertas.

Las palabras llegan a lastimar, pero las suyas lograban derrumbarme.

   Ninguno dijo nada, ninguno habló para detenerme cuando bajé la cabeza y observé a Yves fuera de su coche, esperándome con un paraguas.

—¿Sabes que el lazo entre nosotros se romperá si te vas? —soltó Mike.

—Entonces tan fuerte no era ese lazo.

   Extendí mi mano derecha con el paraguas, entregándoselo a Mike. Desde mi posición podía ver los grisáceos ojos de Jason, cómo estos querían decir algo y su boca no se lo permitía.

—Por favor, no se olviden de mí y todo lo que pasó. No intenten evadirlo y combatan contra los malos pensamientos para seguir adelante. Luchen, vivan por las personas que no pudieron.

   Allí, en el cementerio, bajo la gran tormenta, me despedí de Mike y Jason con la sonrisa más sincera que pude haberle dado a alguien. Me marché con Yves, Ethan y Lydie a Seattle, dónde tenía una misión y estaba completamente segura de que podría completarla.

¿Qué pasó ese día?

Fue el día donde elegí el camino de la vida sobre el de la muerte para poder honrar a mi hermana y mi madre cómo se merecen.

Fue el día donde elegí vivir por ellas y destruir por ellas.





Sólo Mírate © [Alone #3] (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora