Capítulo 1.
"Manque de contrôle"
Narra Ivette Weber.
(...)
Oía los gritos que ella daba para sacar las voces de su cabeza, oía los golpes que daba a la pared, oía la voz de él intentando calmarla, oía cómo el otro quería sacarle el arma que ella llevaba entre manos.
Lo oía todo.
Podía sentir su corazón acelerarse, su garganta secarse, su pecho contraerse, sus ojos derramar lágrimas y su mente cerrarse.
Mis manos temblaban, apretando aquél oso de peluche con objetos escondidos dentro de él. Mis pies estaban firmes en el pasillo, sin poder moverme hacia su habitación, sin poder regresar a la mía.
—¡Suéltala, Jade!
Sus gritos perforaban mi alma, recordándome el porqué de todo esto.
Tan sólo era una niña de nueve años con una madre enferma y una hermana a la que proteger. Era una niña que sabía que tenía que crecer rápido porque tendría que ocuparse no sólo de su vida, sino que de dos más.
Dejando caer el oso de felpa al suelo, dándome cuenta de que tenía que reaccionar, logré caminar rápido por el oscuro pasillo, haciendo rechinar las maderas debajo de mis pies. Mi cuerpo completo se detuvo en la entrada de la habitación. Mi mano derecha se levantó por el marco de la puerta, sosteniéndome para no caerme por lo que mis ojos estaban apreciando y lo que mi mente guardará eternamente.
Esa escena, ese momento fue el que me indicó que nada en todo el maldito mundo es lo que crees.
Aunque mi madre fuese una de las líderes de lo que era aquél enorme lugar con miles de personas trabajando para ella, tuviese dos hombres en casa para ella, dos hijas completamente sanas, un futuro por delante... detrás de todo eso había una persona, una mujer que sufría todos los días de su vida por no creer ser lo suficientemente buena madre, por creer que su pasado afectaría su presente, que con su muerte todo acabaría y hasta el último trabajador de aquella agencia merecía la oportunidad de vivir lo que le queda.
Su vida estaba arruinada y su mente no se cansaba de recordárselo.
Mientras que Jason sostenía su brazo derecho e intentaba sacarle la pistola de las manos, Mike sostenía sus piernas y su brazo izquierdo para que mi madre no le hiciera daño al ojos grises. La sangre manchaba las almohadas y el suelo. No había notado que ella estaba lastimada en lo que eran sus muslos. Su blanco vestido estaba teñido de un color carmesí, un color bastante sorprendente a la vista.
Ella gritaba y gritaba. Mi madre sufría y nadie sabía qué hacer con ella, cómo tratarla, cómo hacer que su vida siga al menos por un poco más de tiempo.
—Mamá...
Mis manos se deslizaron en mi pecho por instinto, abriendo los ojos, respirando con total dificultad, sudando de pies a cabeza, con escalofríos intermitentes por mi espalda y su voz atormentándome subconscientemente.
Maldita mierda.
En cuanto mis pies tocaron el frío suelo, no tardé en levantarme de la cama y dirigirme al cuarto de baño. Sentía que ese lugar en el que dormía me torturaba, sentía que ella en sí lo hacía. Así que nada más llegar al espejo, ese que me reflejaba por completo en él, solté un suspiro de alivio.
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Sólo Mírate © [Alone #3] (EDITANDO)
Teen Fiction[Tercer libro de una trilogía]. Alone #3 En la vida, hay cosas que no pueden juntarse. Agua y aceite, la noche y el día, el infierno y el cielo... Esas cosas no pueden y no deben juntarse jamás. El pasado y un arma son otra. ¿El pasado? Todo lo su...