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El bartender preparaba su coctel. Una bebida simple, un tercio de vodka con los dos tercios restantes de jugo naranja.

La música era ensordecedora. Sentía su cuerpo retumbar por lo que no eran más que notas repetitivas llenas de sonidos que intentaban cambiar el resultado final; junto con letras obscenas que únicamente hablaban del sexo, drogas y alcohol.

Las escenas dentro del bar eran aún más vulgares. Chicos y chicas besándose como si su vida dependieran de ello; bailando tan pegados que pareciera estuvieran fornicando frente a todos; e incluso teniendo sexo en la aparente privacidad de los cubículos del baño.

Era simplemente un ambiente descontrolado. Lleno de alcohol, sexo, drogas, y de la juventud que hacía parecer todo más que inofensivo, tanto que parecía no ser nada más que un simple y divertido juego.

El alto vaso fue deslizado por la barra de madera, creando un discreto sonido que llamó su atención. Interrumpió sus pensamientos para observar la simple bebida. Había un polvo blanco suspendido en el suave naranja del coctel.

Sabía que no era más que cocaína. Una propuesta del hombre en quizá sus treintas para pasar una noche más cogiendo perdidos en las drogas.

Acarició la boca del vaso por unos instantes. Haciendo sentir impaciente al autor de la indecente propuesta.

Tomó el delgado vaso y bebió un largo trago, ingiriendo gran parte de la droga y aceptando la idea de sexo y cocaína hasta más allá del amanecer.

Después de todo, no sería más que una noche de pasión y drogas con un total desconocido.

Sólo un pecado más a su larga lista.






Religioso || Rusia x VaticanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora