Como un niño

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El sonido que hacían las manecillas del reloj pegado a la pared en la sala de estar era el único sonido que ahí se podía escuchar. El hombre sentado en el sillón individual que encabezaba la mesa de centro, en cuya superficie yacía una taza de té medio vacía, completamente olvidada al igual que su contenido frío y sin gracia, acompañaba este silencio.

Sus ojos, del color de la sangre, ahora se encontraban viendo a la nada, como sumergidos en un mar de pensamientos. Un suspiro seguido del ruido suave de la seda frotándose entre sí, dio indicio de movimiento en el lugar.

Raizel, de manera lenta y naturalmente elegante, se puso de pie para luego inclinarse a tomar la taza de té, que, a pesar de tener su tacto, seguía sin tener su atención. A pasos silenciosos se dirigió a la cocina en donde derramó el té en el fregadero para proseguir a lavar el delicado recipiente. En sus acciones se veía la delicadeza y el cuidado, vigilaba de no romper o dejar caer el material de porcelana; pero su mente estaba un poco lejos de la cocina, más precisamente en su dormitorio, en donde pudo imaginar a un rubio acostado en la cama de espaldas a donde sabía que estaría él, mientras fingía dormir para así ignorarlo.

Esa escena no la había vivido antes, pero la había visto muchas ocasiones en películas y novelas que pasaban por la televisión, siempre atribuyéndose a nada bueno después de una discusión de pareja o matrimonio, ambos resignados al hecho de tener que dormir en la misma cama. Temia un poco que al entrar en el dormitorio, ese sea el panorama que le espere.

En el momento en que deja la taza de porcelana con el resto de las vajillas se queda unos segundos mirando su mano derecha extendida, más bien, el dedo anular, analizando el hermoso anillo de plata con el grabado de una hoja a cada lado de una rosa y en el centro de esta, un rubí. Una suave sonrisa surcó de sus labios. El mismo Frankenstein había hecho el diseño para los anillos; estos mismos tenían el nombre de cada quien por dentro. El de Raizel tenía Frankenstein, y el de Frankenstein tenía Raizel. Estos hechos por si solos eran suficiente para que se terminara de decidir. Ahora sus ojos reflejaban determinación, al igual que sus pasos hacia las escaleras.

Acercándose a la puerta notó que las luces ahí también estaban apagadas como en el resto de la casa. Por un momento temió que Frankenstein estuviera dormido de verdad; aplazar era una de las pocas cosas que le disgustaba, más si era tan relevante.

También era su habitación y sabía que Frankenstein no sería tan injusto como para ponerle seguro a la puerta, pero aún así golpeó suavemente sus nudillos contra la superficie de madera. Aquel era un barrio tranquilo, así que los ruidos de la carretera principal no llegaban a la casa, haciéndo toda aquella falta de respuesta más abrumadora.

Volvió a tocar.

Nada.

Una vez más.

Nada.

Tomando valor en forma de respiración, giró el pomo de la puerto.

Frankenstein sabía cuánto Raizel apreciaba la tranquilidad y el silencio, así que se encargó él mismo de que ninguna bisagra, de ninguna de las puertas de la casa, hiciera algún ruido fastidioso. Las pantuflas, mezclados con sus suaves pasos, eran igual de silenciosas. Hechos que no fueron una bendición para el propio Frankenstein en ese preciso momento.

Aunque tampoco habrían hecho mucha diferencia, el otro estaba demasiado ensimismado.

Pero tal vez Raizel no se hubiese sentido tan culpable.

Ahora dentro de la habitación, la respiración agitada, los pequeños jadeos y los graves y bajos gemidos se podían escuchar.

Gracias a las cortinas corridas, que dejaban entrar la luz de la luna, no se necesitó más para ver claramente la silueta masculina sentada en la cama, en cuya piel blanquecina la luz platinada se reflejaba lo suficiente para notar el sonrojo que se extendía desde la cara hasta el pecho completamente desnudo del rubio, a quien en los mismos lugares le brillaban las pequeñas gotas de sudor que hacían que se le pegaran sus hilos de oro a la frente, espalda y hombros.

RaizelxFrankenstein (Noblesse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora