Querido lector: quisiera mencionar, antes de que leas esta obra, que te puedes encontrar con errores ortográficos, palabras repetidas, puntos o comas donde no deberían ir, eso pasa porque esto es un simple borrador. Siempre trato de mejorar en narración, pocas veces edito o corrijo los capítulos. Me gusta releerlos y quitar cualquier diminuto error que esté en el capítulo, pero el tiempo a veces no me alcanza.
Debes tomar en cuenta que en el proceso de esta historia pueden haber escenas subidas de tono, sangrientas, sexosas, drama, malas palabras, discusiones y violencia. Esto es ficción, no estoy promoviendo este tipo de actividades que puedan haber entre los personajes, tampoco que tengan un tipo de relación como el que se narrará a continuación en la historia. Gracias por poner atención en esta pequeña advertencia, ahora disfruta leyendo :)
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Es increíble cómo pasa el tiempo, hace apenas cinco años estuve llorando por el sinnúmero de palizas que me daba mi papá, hoy ya estoy en mi segundo año de universidad. El apoyo de mi tía Rebecca me ha servido de mucho, de hecho es la única que me ha apoyado.
Desde que nací mi vida se ha reducido a dolor, palizas y más golpes.
¿Y mi mamá qué papel ha jugado? Ninguno, no ha hecho nada, absolutamente nada.
Según lo que me ha dicho papá, ella se fue cuando era bebé. Sé que aparte de eso papá me oculta un par de cosas de mamá. Cada vez que le quise preguntar qué pasaba me daba una paliza, todo le molesta.
Si me siento le molesta.
Si me duermo tarde le molesta.
Si me duermo temprano le molesta.
Si hablo le molesta.
Si no le hablo le molesta.
Este infierno que tengo por vida es totalmente horrible, y aún no termina. Cada vez que tengo vacaciones de universidad mi tía Rebecca aprovecha y me anima a que vaya a visitar a papá. "Ya está viejo, y además puede que esta vez cambie y recapacite sobre cada error que ha cometido", son las palabras que mi tía cada seis meses me recalca, y yo de muy ilusa le hago caso. Papá aprovecha a llamarme y recordarme que me espera en casa, siempre se me adelanta y compra un boleto para ir de regreso a casa.
Al llegar a casa es un tormento; papá me jalonea del pelo, me golpea con lo que encuentre a su paso, siempre me deja hematomas y cicatrices. Tengo muchas cicatrices en mi espalda que no me atrevo a ponerme una blusa o un vestido descubierto de atrás.
En las noches lloro, y a la mañana siguiente termino con los ojos hinchados.
Si le suplico a papá que deje de golpearme es peor, él disfruta hacerlo; disfruta verme llorar, verme llena de moretones en mis brazos, en mis piernas y en mi rostro. También disfruta ver como la sangre mancha mi blusa cuando uno de los golpes logra romper mi piel y esa herida se abre.
Todo me duele, no solo el hecho de que papá me golpee, sino también me duele que nunca he oído una disculpa por todo el daño que me ha hecho, me duele saber que nunca tuve el apoyo de una mamá, me duele saber que nunca tuve a alguien que me defendiera en casa, me duele recordar que nunca he tenido el valor de denunciar a este hombre.
Cada mes o cada quince días me manda cierta cantidad de dinero, mas no lo uso. Siento como si estuviera comprando mi perdón, siento como que si cada vez que me deposita el dinero espera por mí con la esperanza de que le dé el acceso a pegarme otra vez cuando llegue a casa de papá.
¿Notan que no refiero a esa casa como si fuese mía? Es porque no lo es, esa casa nunca fue un hogar para mí.
No, no uso las residencias del campus de la universidad. Menuda suerte me he llevado cuando me enteré que las residencias quedaban a unas cuantas cuadras de la casa de mi tía Rebecca.
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El aullido de la noche
RomanceLayla sabe dos cosas perfectamente: la uno, es que su piel es sumamente blanca y después de cada golpiza que le da su padre queda marcada durante un buen rato; y número dos, que por mucho que se aleje del exterior siempre la va a perseguir su pasado...