Segunda parte: Noche

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Después de entrar en su habitación cerrando las puertas tras él Seonghwa se tiró en su cama agotado. Había sido un día muy duro. Ahora la oscuridad ya cubría el cielo y la luz blanca de la luna entraba por los grandes ventanales. En el comedor seguían divirtiéndose; gritando, riendo y cantando, pero el ruido festivo no llegaba hasta la habitación pues el castillo era grande. Seonghwa estaba completamente aislado en sus aposentos. Él mismo había decidido marcharse. Estaba cansado y no le importaba que los demás siguiesen pasándolo bien sin él, así iba a ser a partir de ahora.

En ningún momento del día había tenido muchas ganas de celebrar nada, aún así tuvo que acudir al gran banquete de su despedida, después de estar toda la tarde con Hongjoong encargándose de asuntos sobre el viaje y la boda. Pero llegada la hora de la cena sus grandes amigos se encargaron de que su último recuerdo en el castillo mereciese la pena.

Tumbado en la cama empezó a recordar lo bien que lo habían pasado en la mesa, a Wooyoung presumiendo de sus platos, Yunho entreteniendo a todo el mundo con sus divertidos discursos, Jongho cantando y alegrando la cena con su impresionante voz, las ocurrencias de Yeosang que eran capaz de dejar en ridículo a cualquiera provocando las risas de todos, los brindis que San pedía emocionado cada dos segundos en honor a su príncipe, todas las copas que Mingi derramó por accidente y a Hongjoong que pasó toda la noche a su lado asegurándose de que no tuviese tiempo de estar triste. Y la verdad es que lo consiguió, todos lo consiguieron.

Toda su vida la habían pasado juntos, los ocho. Ellos habían estado en el castillo desde una edad muy temprana también, ya fuese por que eran hijos de miembros de la corte o porque habían sido enviados allí como aprendices para poder tener un futuro entre los grandes muros. Recordaba todos los años en los que cada día después de sus clases iba al patio del castillo para encontrarse con ellos. Allí jugaban y luchaban con sus espadas, pasaban las tardes enteras mirando el mar y soñando con irse lejos a vivir aventuras. Menos Seonghwa los demás trabajaban para aprender sus diferentes oficios y cuando llegaban cansados siempre le decían a Seonghwa que lo envidiaban por ser príncipe. Ahora Seonghwa recordaba todo aquello con tristeza y pensaba que ojalá nunca hubiese sido príncipe, ojalá pudiese quedarse trabajando en el castillo y no tener que separarse de sus amigos jamás.

Ellos eran su única familia, la de verdad nunca le había prestado demasiada atención, era el pequeño y no tenía importancia. Ahora su padre había encontrado algo útil que hacer con él, usarlo como trato para las relaciones con un reino vecino. ¿Qué le importaba al rey que eso separase a su hijo de las únicas personas que había querido y siempre habían estado a su lado?

Seonghwa sentía ganas de llorar, pero no quería hacerlo. Aun si estaba solo sentía que debía ser fuerte, aunque sentía un vacío inmenso el pecho que le provocaba un dolor insoportable. Nunca pensó que dejaría atrás toda su vida, que abandonaría a sus amigos después de todo lo que habían hecho por él. Despedirse de ellos había sido lo más duro que había hecho nunca.

Pero había una persona de la que no había llegado a despedirse.

Hongjoong había estado a su lado todo el día y probablemente aún lo vería por la mañana para poder decirle adiós, pero Seonghwa necesitaba más que un par de minutos para despedirse. En la fiesta había tratado de hablar con él pero solo fue capaz de pronunciar su nombre y sintió como las lagrimas se acumulaban en sus ojos y le constaba respirar. Hongjoong solo sonrió tristemente y le recomendó que fuese a descansar. Se sintió inútil y sin más ganas de celebración abandonó el comedor. Ahora se sentía mil veces peor al darse cuenta de que no le había dado las gracias a la persona que más había hecho por el en toda su vida, su mejor amigo, que siempre le había ofrecido su apoyo y nunca jamás lo había dejado solo. Era incapaz de imaginarse viviendo sin Hongjoong a su lado. Ya no era solo que siempre tenía su agenda organizada y todo previsto para que Seonghwa no tuviese que preocuparse por nada, pasaba con el cada día, desde la mañana a la noche. Entre los dos conseguían hacer que las rutinas repetitivas fuesen siempre entretenidas y diferentes. No importaba todo el pesado trabajo que tuviesen por delante, mientras estuviesen juntos.

Seonghwa sintió rabia al notar una pequeña lagrima resbalar por su mejilla. Se tumbó en la cama sintiéndose completamente impotente. Lo mejor que podía hacer ahora era dormir, no iba a arreglar nada viajando por sus recuerdos. Cerró los ojos tratando de no pensar en nada. Lo único que se oía era el sonido de las olas que venía de fuera.



Sintió que habían pasado solo unos segundos cuando el sonido de la puerta abriéndose y una voz que susurraba su nombre lo despertaron. Se removió en la cama y se levantó aún completamente adormecido. Consiguió ver a Hongjoong en la puerta.

-Alteza, debemos marcharnos.

A Seonghwa algo no le encajaba. Hongjoong todavía le hablaba en voz baja. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que no había salido el sol. Esto le extrañó.

-Pensé que saldríamos más tarde -dijo sentándose en el borde de la cama.

-No, ahora es el momento. Vístase rápido.

Hongjoong le dejó una vela encendida para que pudiese encontrar su ropa y prepararse. En cuanto estuvo listo le indicó que lo siguiese. Caminaban por los pasillos oscuros con la vela que el guardia llevaba en la mano como única fuente de luz.

-Intenta no hacer mucho ruido. El castillo duerme todavía -le susurró.

Seonghwa asintió. En realidad no era capaz de asimilar nada de lo que estaba pasando, todo le parecía demasiado extraño. Sentía que todo era parte de un sueño, que no era real. Mil preguntas le estaban pasando por la mente pero Hongjoong parecía demasiado concentrado en llevarle a algún sitio como para resolverlas.

Todo se le hizo más raro todavía cuando vio que no se dirigían a las puertas principales. Seonghwa no pudo contenerse más.

-¿Hongjoong a donde vamos?

Pero Hongjoong no contestó. Así que simplemente lo siguió confiando en él.

Llegaron a una estancia que servía como almacén para las herramientas de los marineros del castillo. Allí solían descargar los pescadores lo que habían conseguido y también guardaban las barcas más pequeñas. Había unas puertas que salían directamente hacia el puerto. Al lado de la puerta se encontraban San y Mingi cargando unos cofres de equipaje en los brazos. Seonghwa los miró sorprendido. Hongjoong se dirigió a ellos.

-¿Ya no queda nada más?

-¡Todo está listo! -dijo San con energía.

-Bien.

Dicho esto los tres salieron por la puerta a paso rápido. Seonghwa estaba demasiado desconcertado para preguntar nada, simplemente los siguió. Por el camino se encontraron con Yeosang.

-¿Llevasteis mis libros también? -peguntó uniéndose a ellos.

-Sí, yo los subí -confirmó Mingi.

-¿Pero que está pasando aquí? -Seonghwa se acercó a Yeosang mientras seguían caminando.

-Tranquilo, príncipe, ten paciencia. -contestó él con una sonrisa.

Siguieron caminando por uno de los puentes del muelle hasta detenerse delante de un gran barco. Seonghwa pudo ver que había alguien en él y supo que era Yunho cuando escuchó su voz gritar.

-¿Esas son las últimas?

-Sí, ya las subimos ahora.

San y Mingi subieron por la pasarela llevando los cofres con ellos. Mientras tanto Wooyoung y Jongho aparecieron corriendo.

-Nadie nos ha visto. Todos siguen durmiendo -informó Wooyoung.

-Perfecto. -Hongjoong se sintió satisfecho-. Podéis ir subiendo.

-¡¿Podéis explicarme que está pasando?!

Seonghwa había perdido la paciencia, no entendía nada. Quería saber por qué estaban haciendo todo aquello.

Hongjoong le respondió al fin con una sonrisa en su rostro.

-Hemos decidido que nos vamos de viaje, los ocho y para no volver nunca. Nos marcharemos lejos y buscaremos aventuras juntos, como siempre quisimos. Se que quizás debimos avisarte de nuestro plan hace tiempo, espero que no te importe, pero ya lo sabes así que.. ¿Qué me dices, Seonghwa? ¿Te unes a nosotros?

El futuro de un PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora