Recompensa

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Tan pronto las puertas del tren se abrieron, Asada-san y yo nos apresuramos a ingresar para poder ocupar los asientos que quedaban disponibles antes que los demás pasajeros lo hicieran.

Una vez dentro, dimos un vistazo rápido. Y pudimos notar que la prisa no había sido necesaria, ya que por suerte había bastantes asientos desocupados.

Sólo un total de diez pasajeros venían con el tren.

Aliviado solté un suspiro, y por causa de ello Asada-san me miró confundida.

— ¿Y el suspiro por qué?

— Sólo me alegra la poca gente que hay en el tren.

— Más bien te alegra que hayan tantos asientos disponibles en el tren.

Diste en el clavo, Asada-san. Siempre tan aguda.

Después de esa pequeña conversación, nos apresuramos a sentarnos en el lugar que yo había escogido, alejados de la gente que iba entrando y se sentaba rápidamente en cualquier lugar.

— ...

— ¿Hm? ¿Asada-san?

Una vez nos habíamos sentado, Asada-san me miraba con el ceño fruncido y en silencio.

No sabía el motivo de esto pero claramente demostraba que yo era el causante.

Así que con algo de cautela, me decidí por hablarle y preguntar qué había hecho ahora.

— Dime, ¿A qué Dios le falté el respeto ahora?

— Al del sentido común.

— Oh, ¿Ese Dios existe?

— Por supuesto que no, idiota.

— Menos mal, si en realidad existiera tendría que pedirle perdón un sin número de veces.

—...

Nuevamente Asada-san se quedó en silencio, frunciendo aún más el ceño por mi absurda respuesta.

— Está bien, perdón por eso.— me corregí rápidamente.

Asada-san suavizó su mirada lo suficiente cómo para que ya no diera tanto miedo, aunque el temor en mi pecho seguía ahí.

— Y bien... ¿Por qué dices que no tengo sentido común?

— Debido a que elejiste el asiento más alejado de las puertas de salida. — Me recriminó fugazmente.

Ciertamente tenía razón. El lugar en donde estábamos sentados era el más alejado de las puertas del tren, sin duda no era un asiento que mucha gente use.

Pero yo no lo veía así, después de todo, tenía una característica única que me hacía creer que este asiento era para mí.

Y eso era que...

— Pero mira, tengo una pared en donde apoyarme y descansar a gusto. Además, es donde siempre me siento cuando voy al instituto, es la costumbre.

— Oh, ya veo. Tiene sentido —. Me respondió mientras me daba una sonrisa de aprobación.

Me alegra que hayas entendido la magnificencia de este asiento.

— Pero... ¿Sabes?

— ¿Eh? ¿Qué co-?

Sin que pudiera terminar de pronunciar mi pregunta, un dolor agudo se hizo presente en en mi muslo derecho.

Sin que me hubiera dado cuenta, Asada-san me estaba pellizcando sin piedad mientras mantenía esa sonrisa inocente en su rostro.

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⏰ Última actualización: Dec 31, 2020 ⏰

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