Capítulo dos: El mundo en el que vivimos.
Setra solía ser un lugar tranquilo, donde todo era paz y armonía, aburrido era mejor definición. Todo era normal ahí. De hecho, Setra solamente era sustentado por la exportación de carbón y cobre, además de contar con la protección de una de los siete dioses primordiales.
—Me duele la cabeza... —miró a su alrededor con atención; paredes blancas, al igual que casi todos los muebles. Esa era su habitación.
—Micaela, que bueno que has despertado —a su lado, su padre se encontraba mirándole, con una mirada seria.
—¿Qué me pasó?
—Te viste en vuelta en un conflicto de dioses, nada más. Estuviste inconsciente durante dos días, por lo que el fin de semana terminó, todavía tienes cinco minutos para ir a clases, si quieres ir hazlo, sino, no la hagas.
Le dio la espalda y se marcho.
Micaela trato de levantarse, e inmediatamente volvió a sentir un dolor punzante, no en la cabeza, sino en la pierna. La herida causada por el cristal aún no sanaba correctamente, y si caminaba se abriría.Importándole poco y nada lo último, se levantó y fue al baño, haciendo su típica rutina. Obviamente no iría a la escuela, ¿para qué? Sus notas no bajarían por solo un día de falta.
Bajo las escaleras, encontrándose con Haru, su fiel acompañante gatuno. Lo alzó en sus brazos, haciéndole mimos.
Haru era un gato negro, con ojos brillantes ámbar. Micaela había quedado en hacer la compra para la cena, y en el camino se encontró con el desnutrido gatito. Le rogó por más de seis horas a su padre para quedárselo, pero valió la pena.
Haru se libero de la molesta humana y maullo, arañando una gaveta, donde estaba su tan preciada comida. Le abrió la gaveta y dejó que el gato comiera cuanto quiera.
Ella también debía comer, así que cogió una manzana.Miró una fotografía, donde cuatro personas estaban, sonriendo felizmente.
—¡Mamá, cuidado!
Sacudió la cabeza a ambos lados, no podía empezar su día llorando por algo tan insignificante. Prendió el televisor, y como era costumbre, estaba en un canal de noticias.
—Ayer a las cuatro de la tarde, un ataque sucedió en la cafetería Beskoristan, destrozando parte del lugar. No hubo heridos de gravedad, pues testigos aseguran que una chica mató fácilmente a los atacantes,salvándolos
╔═══════❖善悪❖═══════╗
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Pazeme, mundo de los muertos.
Templo Galamay.—Marissa, Marissa, ¿te das cuenta de lo que haz hecho? —preguntó en tono burlón, mirándola de pies a cabeza, notando como estaba herida.
—Mond me encargo protegerla, ¿qué querías que hiciera? —dijo con fastidio, ella no estaba para ser niñera de una chica tan inútil como lo era Micaela.
—¿Ella será su sucesora? Debió haber hablado con el consejo.
—Se lo hubieran negado, ¿una chica maldita como su Nastavak? Mond también es una estúpida.
El lugar quedó en silencio, Urami miraba a Marissa, o Ligen, como todos en Pazeme la conocían.
Una diosa renegada, capaz de destruir a cualquiera que se le interponga.
Ligen, representante de la discordia y la suerte, deidad de quinta generación.Ella siempre fue un misterio, así como qué causó su destierro de Debesis.
Recordaba el día en el que la vio por primera vez, frente al altar del templo Sunca, siendo preparada para su ascenso como deidad. Recordaba, como Ligen se mostraba nerviosa, incluso asustada, ¿esa chica realmente estaba preparada? Cuando se convirtió en lo que ahora es, alguien que trataba de recordar algo de su vida antes Debesis, logrando descubrir su verdadero nombre.
—¿Se puede saber en qué tanto piensas, Urami?
—¿Sabes acerca de Pati Lumampah?
—El está muerto, ¿no?
—Recuerda dónde estamos Mari...