v e i n t i s i e te

370 43 2
                                    

Esto esta narrado. Ojalá les guste. - N.


Leí la carta dirigida por Luke que había llegado a mis manos gracias a su amigo. Uno moreno y alto muy atractivo.

"Deja de joder." Decía casi al final de la carta. Sentí un gran nudo en la garganta sin saber porque.

Todo indicaba que se había enamorado de una chica; Vaya lugar.

- Mer, ¿recibiste algo? -llegó preguntando mi mejor amiga, Caroline. Colocó su cámara fotográfica encima de mis cuadernos, y puso su mano en puño bajo su mentón esperando a que hablara.

- ¡Claro que lo he hecho! Y no es tan bueno.

Tomó con sus manos la carta que reposaba en la mesa y me miró pidiéndome permiso para leerla. Asentí y la observé mientras leía.

- ¡Reverendo hijo de puta! -maldijo mientras arrugaba la carta entre sus dedos. Se la arrebate rápidamente. No dejaría que la dañara aunque fuese un recado estúpido por parte de Luke.

Caroline gruñó por lo bajo, levantándose de su silla- ¿¡Porqué no me dejas romperla!? Ese estúpido se ha conseguido otra, y lo que haces es sólo estar sentada como una imbécil sonriendo. Estas dejando ir al amor de tu vida, Meredith Parker.

- ¿Sabes qué? Me importa una mierda lo que pienses sobre el caso. El punto es que él ya encontró a alguien madura; no a una ridícula que en vez de enfrentar sus miedos, decide enviar cartitas ¡Como una tal retardada!

Con mis brazos recogí todo lo de mi propiedad de la mesa y me encaminé hacia mi casillero. Acomodé todo con una furia inmensa, tal y como lo había hecho antes Luke.

- ¿Qué te ocurre? -preguntó una voz rasposa a mis espaldas.

- No tengo ganas de hablar, Mike. Permiso, tengo algo importante que hacer.

Iría con Luke.

Subí las escaleras hacia los terceros grados, topandome con algunas amigas de primero.

El timbre estaba por sonar así que no me quedaba mucho tiempo de espera. El sonido irritante resonó por todo el pasillo y las ordas de estudiantes mayores salían de sus aulas. Y ahí dentro de todas esas ordas salió él.

Llevaba una playera negra por debajo, mientras que una franela roja se extendía por su torso, hombros y espalda. Se veía increíblemente guapo.

Caminé decidida hacia donde él se encontraba de espaldas. Abrió su casillero con una facilidad que me sorprendió y acomodó su mochila, ya que ahora mismo salíamos a descanso.

A tan sólo centímetros de él, toqué con las yemas de mis dedos su hombro izquierdo.

- ¿¡Tú!?

Ante penúltimo capítulo baes.

𝐋𝐞𝐭𝐭𝐞𝐫𝐬 ; 𝐋𝐑𝐇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora