Dos

755 63 6
                                    

PERCY escuchó el timbre de fin de clases, se levantó dispuesto a salir de esa aula una vez por todas, alegre de que ese curso también terminase hoy

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

PERCY escuchó el timbre de fin de clases, se levantó dispuesto a salir de esa aula una vez por todas, alegre de que ese curso también terminase hoy.

Se dirigió a su habitación a hacer las maletas y por fin poder hacer ese helado que prometió a Isabella. Los nervios le dominaban completamente, y tenía que aguantar las ganas de no ir saltando de felicidad de un lado a otro. 

Aun así, se lamentaba estar expulsado de esa escuela. Le entristecía pensar que posiblemente nunca más vería a sus dos mejores amigos, Isabella Bobofit y Grover Underwood. Intentaba animarse pensando que no era la primera vez que se hacía muy buen amigo de alguien y luego nunca más lo volvía a ver, pero había algo especial en la amistad que había forjado con Isabella y Grover. 

La pelirroja parecía comprenderle, ambos tenían dislexia y TDAH, aunque ella también tenía sus problemas con eso de robar sin darse cuenta. Aún no le habían detectado la cleptomanía como a su hermana, pero Percy estaba seguro de que también lo tenía, si no, no era normal que cada vez que fuesen de excursión, Isabella apareciera "sin querer" con esa libreta que tanto le había gustado de una tienda.

Y otra cosa que tenían en común, esta vez tristemente con Nancy también, era que tenían una madre, al igual que él. 

Según Sally, la madre de Percy, su padre desapareció en el mar. No estaba muerto, simplemente, desapareció. Isabella tampoco sabía mucho de lo que había sido su padre, su madre pareció perder la cabeza cuando ellas nacieron, su padre desapareció de la faz de la tierra, y la mujer se consoló en la bebida para olvidar.

Y luego estaba Grover, ese chico que andaba siempre con muletas y que tenía justificantes para saltarse educación física, pero que corría como si no hubiera un mañana cuando en el comedor daban enchiladas. Se habían hecho amigos por arte de magia, de un día para otro, eran amigos y se sentaba junto a él e Isabella en el comedor. Había algo en Grover... que hacía que Percy se sintiera comprendido, como si él supiese todo lo que estaba pasando a su alrededor...

— Percy, estás aquí. —dijo Grover nervioso entrando a su habitación, interrumpiendo lo que el pelinegro estaba pensando— ¿Puedo... Puedo acompañarte a casa?— preguntó con aún más nerviosismo, mirando a su alrededor.

El pelinegro le miró desconcertado.

— Sí. Aunque primero iba a comer un helado con Isabella... —explicó— ¿Hay algún problema Grover? 

Su amigo negó con la cabeza: —No pasa nada... Solo, que no podemos distraernos... —murmuró— ¿Por qué no dejáis el helado para otro día? Vamos a perder el autobús si no...

Y empezó a ayudar a Percy a hacer la maleta.

El chico llegó suspirando a la casa de su madre y su padrastro, aun pensando en como había dejado sin querer plantada a Isabella, pero solo le recibió uno de ellos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El chico llegó suspirando a la casa de su madre y su padrastro, aun pensando en como había dejado sin querer plantada a Isabella, pero solo le recibió uno de ellos.

Bueno, a su estilo.

Gabe "El apestoso" como le había apodado Percy, estaba jugando al póker con sus amigos de siempre.

— Vaya, ¿ya has vuelto a casa? —preguntó Gabe sin levantar la mirada de sus cartas.

— ¿Dónde está mamá?

— Trabajando, como siempre. ¿Tienes dinero?

Siempre que él estaba en casa, su padrastro le pedía dinero, diciendo que ese era su "secreto entre hombres", cosa que realmente significaba, que si le decía algo de eso a su madre, le pegaría un puño en toda la cara.

— No tengo dinero. —contestó con los dientes cerrados, dispuesto a ir a su habitación.

Él levantó una ceja, sabía que estaba mintiendo.

— Has cogido un taxi desde la estación de autobuses —dijo— Probablemente lo has pagado con un billete de veinte, y te han devuelto seis o siete dólares de cambio. Si tienes intención de vivir bajo este techo, ya deberías saber que debes aportar tu parte. ¿Verdad que tengo razón, Eddie?

Eddie, el conserje del bloque, le miró con una mueca de dolor.

— Venga hombre, Gabe... —murmuró— El chico acaba de llegar a casa...

— ¿Verdad que tengo razón? —repitió Gabe.

El hombre miró sus galletas saladas.

— Entendido. —replicó Percy, cogió su dinero de su bolsillo y lo puso encima de la mesa— Espero que pierdas.

— ¡Ha llegado su informe de la escuela, superdotado! —gritó detrás de él Gabe— Yo de ti no iría con tantos humos.

El pelinegro se encerró de un golpe de puerta a su habitación, llena de revistas viejas sobre coches, y con olor a su colonia apestosa y cigarrillos.

Dejó la maleta sobre su cama, y recordó como había dejado a Grover en la estación de autobuses, aun habiéndole prometido que no se iría de allí sin él, se le debilitaron las piernas de la nada. 

Sentía como si alguien le estuviera buscando.

Luego su mente volvió a Isabella, sentía su corazón en un puño cuando pensaba en como la había abandonado ahí, sabiendo que lo último que quería ella era volver pronto a casa de su madre y su hermana.

En ese momento escuchó su madre.

— ¿Percy?

Abrió la puerta y todos los miedos de Percy se esfumaron de la nada.

— Ay, Percy —Le abrazó fuerte— No me lo puedo creer, ¡Cómo has crecido desde Navidad!

Le había llevado una bolsa llena de muestras gratis del sitio donde trabajaba: Sweet on America, se sentaron al borde de la cama y le pidió que le contara todo.

— Sally, ¿Qué tal un paté de judías? —gritó Gabe desde la otra sala.

El chico le contó todo lo que le había pasado en la escuela, para no deprimirla más, le contó que había hecho nuevos amigos, que las peleas no habían estado tan exageradas como el director decía, le dio un giro favorable a todo, convenciéndola de que de verdad le había gustado la Academia Yancy.

— Tengo una sorpresa para ti. —le dijo finalmente su madre— Iremos a la playa, a Montauk.

𝐅𝐮𝐞 𝐌𝐢 𝐂𝐮𝐥𝐩𝐚 (𝐏𝐞𝐫𝐜𝐲 𝐉𝐚𝐜𝐤𝐬𝐨𝐧)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora