Capítulo 1: El cazador

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Era una noche oscura en la ciudad de Chicago, el aire era helado y las personas rondaban por las calles desconfiando de todos, excepto por dos sombras que saltaban de un edificio a otro.

Era un Joven persiguiendo a un extraño, tal parecía que esa persecución iba para largo.

-¿Qué quieres de mí?, ¡Alejate!- Gritaba el extraño mientas trataba de escapar.

–Lo único que quiero es tu vida– Respondió el joven.

En ese momento el extraño tropezó y cayó del edificio, para su fortuna aterrizó en un contenedor de basura, rápidamente salió para poder escapar, pero no fue lo suficientemente rápido, lo estaban esperando.

El joven apareció al final del pasillo, el extraño quiso escapar pero no había donde, cada vez se iba acercando más, el extraño solo podía pegarse a la pared por el miedo que sentía.

–¡¿Quién demonios eres tú?!– preguntó mientras temblaba.

–Soy Berhot Van Helsing y ahora tendrás que pagar por tus pecados– Respondió el joven.

Sacó un revólver, cargó una bala, giró el tambor y cerró para recargar el arma. El extraño se encontraba confundido al ver lo que Berhot hacía.

Lanzó el arma hacia el mientras le decía –Toma el arma, en las manos de Dios encomiendas tu vida, el decidirá si mereces otro día o no, sucio demonio.

El demonio confundido tomó el arma del suelo, solo podía pensar en una cosa, matar al cazador, si lo hacía dejaría de ser buscado y sería reconocido por extinguir a los Van Helsing.

Se apuntó a la frente. «No puede ser más idiota, una bala es suficiente para matarlo» pensó con cierta determinación.

Mientras cerraba los ojos y sin dudar, dirigió el arma hacia Berhot, pero al momento de abrir sus ojos, uno veía todo oscuro y el otro veía al cazador con una Soulbreaker en su mano.

El demonio cayó al suelo sin vida, el cazador se acercó y mencionó las siguientes palabras –rust in vrede– Mientras recogía su revólver, rociaba con agua bendita el cadáver y se disponía a marcharse del lugar.

En otro lugar, una niña se encontraba acostada en una cama mientras tosía levemente, Berhot llegó a la iglesia donde se encontraba esa niña.

–Ya volví Nancy.

–¡Hermano, volviste!- Se levanta suavemente de la cama.

–No te levantes, no quiero que te sientas peor.

–Descuida, tu eres fuerte, así que yo también lo soy.

–Debes de tener cuidado mi niña– Se escucha la voz de una señora.

–Madre Carol, una vez más, muchas gracias por cuidar de mi hermana mientras hago mi deber– Berhot se quita su gorra.

–Es lo mínimo que puedo hacer por ustedes, nos has protegido desde hace mucho mi niño.

–Por cierto, ya pasaron 56 días, ya pueden retirar de mi sangre para Nancy– Berhot levanta la manga de su chaqueta.

La madre preocupada se acerca a Berhot y en su oído dice –Ya te hemos sacado mucha, sabes que el plasma dura 2 años.

–Lo se, pero lo necesita, si llego a caer en acción, ella debe de tener la suficiente para poder sobrevivir.

–No debes de llevar al límite tu cuerpo, tu padre casi muere por eso.

–Mi única preocupación es mi hermana, ella lo es todo para mí, es mi única familia, no me perdonaría si llega a fallecer– la mirada de Berhot se torna en una enfurecida.

–Lo se hijo, ustedes no merecen esto, nadie lo merece.

–Hermano, yo estoy bien mientras tú estés conmigo– Sonríe Nancy.

Una monja se acerca con una charola en sus manos, en ella lleva dos platos de sopa con dos trozos de pan. –Deben de tener hambre, ¿No es así?– pregunta la hermana.

Comenzaron a comer, el hermano mayor ayudaba a su hermana comer, la madre solo podía sonreír mientras los veía, tal amor de hermanos tan puro le llenaba el corazón.

Mientras que se retiraba la madre, Berhot analizaba bien la comida –zanahorias, papas y cebollas, parece que la última vez que comí carne fue cuando me mordí la lengua.

Nancy apenas pudo mantener el caldo en su boca de la risa que le provocó el comentario de su hermano.

Una vez terminada la cena, el hermano acomodó a su pequeña hermana, le contaba sus hazañas y momentos de gran importancia en su vida para que pudiera dormir, la pequeña no dejaba de pensar en lo grandioso que es su hermano.

–Hermano, ¿crees que algún día pueda hacer lo mismo que tú?.

Algo triste responde –Algún día te sentíras mejor y podrás disfrutar de tu vida, lo que yo hago no es un juego.

Con lágrimas en sus ojos, Nancy se recuesta y cierra sus ojos, –Solo quiero defenderte, así como tú lo haces por mí.

Berhot se acerca a su frente y le da un pequeño beso de buenas noches. «No sabes el dolor que siento al no poder hacer más por ti».

Se retira de la iglesia y comienza a caminar hacia la armería, todo buen cazador le da mantenimiento a sus armamentos, la noche seguía fría y la preocupación de su hermana aumentaba.

En ese momento, algo lo alertó y dirigió su mirada hacia el callejón que está en la iglesia, pudo ver a alguien caminando lento, se encontraba cubierta de pies a cabeza.

–Detente ahí, ¿Que haces ahí?– desenfunda su Soulbreaker.

La entidad se detiene y se da media vuelta, tenía su cabeza abajo, no se podía observar su cara con claridad.

Berhot comenzó a caminar lento mientras seguía haciendo preguntas esperando respuesta departe del desconocido, la extraña entidad comenzó a temblar de la nada, eso lo alertó y prefirió detenerse.

–Porfavor, solo soy una humana vieja buscando donde dormir.

Guarda su arma y responde apenado –Lamento si la asusté, que tenga una linda noche.

La vieja se da media vuelta y siguió su camino. «No puedo creer que se lo haya tragado, soy más lista de lo pensé».

Pero para su mala suerte podía sentir una presencia que se encontraba en su espalda, tenía un enorme enojo, era Berhot que estaba justo detrás de ella.

–¿Qué tan estúpido debes de ser para creer que decir vieja humana es normal?– preguntó mientras apuntaba directo a su cabeza.

Rápidamente la bruja se dio la vuelta, arrojó el manto que llevaba puesto y se arrodilló.

–¡Lo siento mucho por mentir, porfavor no me mates!, ¡Solo te espiaba por que quiero curar la maldición que tiene tu hermana!.

La mirada de Berhot no cambiaba, no se encontraba convencido de que una bruja tuviera buenas acciones y sobre todo que escuchara sus pláticas, antes de decidir jalar el gatillo es interrumpido por la bruja.

–Porfavor señor Van Helsing, soy la única con el conocimiento para poder salvarlos.

–¿Por que sabes tanto de nosotros?, !habla ahora o aquí mismo será tu tumba!.

–Se que han sido atormentados y yo quiero ayudarles, mi familia juró ayudarles– lágrimas brotaban de aquella bruja que era creída mala por el cazador.

–Sigues sin responder a mi pregunta– Carga el arma y prepara su dedo índice.

–Porfavor, dejame ser tu ayuda, mi vida te pertenece, si no soy suficientemente apta para tí solo acaba con mi vida.

La bruja levantó su cabeza, se podía apreciar unos bellos ojos color escarlata y ese cabello brillante dorado, no era una bruja común.

Una bruja que llorara no era normal, no era para nada natural, las brujas solo se preocupan por ellas mismas, algo en ella era diferente al resto.

Por primera vez en su vida, aquel cazador de monstruos dudó en disparar.

El último Van HelsingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora