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"Y el Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre El."
Lucas 2:40
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10 años habían transcurrido desde aquella noche de tormenta en el que la vida y el destino de Guillermo habían dado un giro de 180 grados. Y al margen de su promesa, se las arregló para darle a Nathaniel una infancia feliz y normal en el pequeño pueblo de EverGreen.
-¡Tío Guille! ¡Tío Guille! -Gritó el pequeño Nath con emoción. -Mira lo que me regaló la profesora -De una pequeña caja de cartón con agujeros extrajo un pequeño pichón de color blanco. Una de sus patas estaba vendada.
-Es un muy bonito regalo de cumpleaños. ¿Sabes que le ocurrió en su pata?
-La maestra dice que lo encontró mal herido en su pateo trasero. Creo que debió caerse de algún árbol y ahora debe tener miedo de volar.
-Bueno entonces que mejor que lo cuidemos hasta que pueda volver a volar.
-Sí. De seguro extraña a su mamá -Aquella última frase fue directo al corazón de Guillermo quién sentía nostalgia por la situación de Nathaniel.
Guillermo lo había educado lo mejor que pudo. Lo inscribió en la escuela para que aprendiera y conociera de las ciencias, mientras él con sus consejos y enseñanzas se enfocaba en guiarlo espiritualmente por una senda de amor y respeto.
Ese día se celebraba el aniversario de la misteriosa desaparición de Hanael en aquella noche lluviosa. Mismo día en el que, al desconocer la fecha exacta, Guillermo decidió conmemorar el nacimiento Nathaniel, asi como la imprevista llegada de este a su vida, y para celebrarlo decidió llevar al menor por un helado a la plaza central ataviada de pequeños comercios dispuestos a los costados de una pequeña vía adoquinadas que terminaba en un bello parque justo frente a la única capilla del pueblo.
En todo momento estuvo presente en la memoria de Guillermo la petición de Hanael de mantener a Nathaniel alejado de la congregación por lo que evitaba inculcarle al pequeño respecto las sagradas escrituras, una tarea complicada considerando que este era el sacerdote de la capilla del pequeño pueblo de EverGreen.
Y es precisamente la poca cantidad de gente que habitaba allí, que hacía que prácticamente todos se conocieran. Aquel día en la avenida principal, Nathaniel caminaba tan feliz encimado en el delicioso helado de vainilla que llevaba entre sus manos sobre un barquillo cubierto de chocolate, que no notó que Guillermo se había detenido a saludar a la florista.
Nathaniel continuó su camino hasta que de entre la multitud que se aglomeraba sobre la avenida, se topó un chico de apariencia amigable; Parecía rondar los 15 años pero aún para su edad, lucía un cuerpo trabajado por sobre su vestimenta holgada e informal, era alto, esbelto y con una piel color caramelo; notablemente extranjero. Este al notar que un menor de 10 años se encontraba solo entre la multitud decidió ayudarlo a encontrar a sus padres.
-Hey, ese helado que llevas allí se ve delicioso -Dijo poniéndose en cunclillas frente al menor y con una amplia sonrisa encantadora.
Pero el menor, bajo las enseñanzas del tío Guille de no hablar con extraños, se limitó a bajar el rostro y aferrar el helado sobre si, sin emitir palabra.
»Me llamo Erico ¿Cuál es tu nombre? Te ayudaré a encontrar a tus padres -Insistia el joven.
-Nathaniel, te he dicho que no te alejes -Exclamó Guillermo exhaltado aproximándose hasta la escena.
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Nathaniel: El inquisidor
AdventureMientras que su pasado es incierto, su futuro es impuesto severamente por una misteriosa y secreta organización, que busca forjarlo como un arma viviente a su servicio. Todo bajo los dogmas de la iglesia Católica. Sin saberlo, serán ellos mismos qui...