capítulo I

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HABÍA UNA VEZ UNA PRINCESA Y UN JOVEN REY que habían subido al trono muy jóvenes, enfrentados por el odio, sus reinos se cernían sobre cimientos de sangre y penurias hasta que un gran mal los hizo verse en la obligación de hacer una alianza para vencer a su enemigo en común, pues de lo contrario, sus dominios caerían ante la oscuridad por sus deseos egoístas.

Cuando el rey se dio la oportunidad de conocer a la princesa, vio que no era lo que pensaba. Ella era esa luz y esperanza que había perdido trágicamente hace muchos años. La princesa también abrió su corazón cuando se dio cuenta que el rey no era tan malvado como creía, pero todo cambio cuando la bruja negra apareció con el cazador.

Y de una flecha de muerte, el rey murió como se le conocía.

El reino del rey se sumergió en el caos poco a poco y la princesa se decepcionó del rey, pues había cambiado, su corazón nuevamente se había vuelto frío y quiso aislarse, el cambio de la luz, había desaparecido y ahora una negrura lo había convertido en la verdadera bestia que todos temían.

Y cuando la princesa pudo devolverle la paz... Ella cayó en un sueño de dolor, buscando el consuelo perdido, rendida de luchar siempre.

El rey, al ver todo el mal que había hecho, decidió dejar su corona y exiliarse del reino, buscando su redención; la princesa quedó en el sueño eterno, hasta que un beso de verdadero amor la despertó.

Su príncipe había llegado de las cenizas que su antiguo amor ardiente había dejado en su huida, pero ella, era consciente de que su caballero negro faltaba en su mundo.

— ¿Dónde está Roeland? — Hope le había preguntado al fénix con preocupación después de un rato de volver a la conciencia del mundo real, sabiendo que Landon estaba vivo, Malivore controlado por ahora y Josie a salvo de la magia negra.

Landon resopló tomando su mano — Se ha ido.

Hope frunció su ceño y se reincorporó a medias en la cama —¿Qué? ¿Cómo que se ha ido? ¿Hablas de la escuela?

—No, Hope. Roeland se fue simplemente, sabía bien lo que había hecho y despareció. Los últimos en verlo fueron Lizzie, MG y la facción de brujos. Creo que tenía miedo de lo que podríamos hacerle como castigo.

—No, no. Roeland no es del tipo que huyen... — La trihíbrida se encontraba incrédula, más aún con lo que el pelirrojo le había dicho en la mente de Josie —. Él no le tiene miedo a nada.

— Todos le tenemos miedo a algo, tal vez, se asustó al ver en lo que se convirtió.

Un par de minutos después, Raphael entró en la habitación, interrumpiéndolos como casi siempre cuando estaba a punto de acostarse con quien fuera, parecía que su padre aún se manifestaba para impedirlo. El pensamiento le sacó una sonrisa entre el melancólico sentir al saber que el hereje se había marchado, dejándola a la deriva.

Se había marchado de su habitación y había caminado hacia la que alguna vez le pertenecían al francés, había una racha de anhelo de que todo fuera una pésima broma y el pelirrojo la estuviera esperando con un comentario sarcástico por haber dormido tanto, pero cuando giró la perilla, sólo encontró una habitación fría y saqueada.

No había ningún rastro de Roeland.

Hope ingresó y caminó hasta su armario, dónde aún había camisetas desacomodadas. Tomó una violeta y la aspira, sintiendo aún ese fuerte aroma a pinos que todavía tenía dentro de su nariz, pues la sentía en cada parte de esa mansión.

Era como si todavía estuviera ahí.

Rebuscando en la habitación, Hope encontró una carta en baúl junto a sus diarios. Incluso eso había dejado, de verdad que no le había importado nada al marcharse.

—No hay mucho que decir, sabes lo que siento, pero a la vez tengo tanto que decirte, pero ya no estas para escucharme y me habré ido para cuando leas esto — Hope leyó, era su letra sin duda y las palabras eran tan acertadas a Roeland que sentía que él se las decía al oído.

Se sentó en el suelo siguió leyendo.

Ese es el final, mi querida criatura.

Pero los finales sólo duran hasta la eternidad y la eternidad es relativa, así que somos afortunados de ser inmortales. Sé que no entenderás mi partida, pero necesito tiempo.

He hecho demasiado daño, no sólo hablo de ahora, sino en más de un milenio que llevo de existencia. Quiero ser una mejor persona, por ti y por mí. No quiero que el mundo me recuerde sólo como el Conde Rojo. ¿Qué sentido tiene?

Por eso me iré, a dónde no exista Roeland de Martel, sólo un pobre diablo que busca iluminarse.

Sé que un día me amarás de nuevo y también poder hacerlo yo con la seguridad de que podre ser lo que necesitas y lo que yo necesito.

Hope estrujó la carta entre sus manos y luego la rompió con un par de lágrimas, negando mientras se hundía en esa esquina de la habitación con sus piernas encogidas y brazos cubriendo su rostro con el corazón estrujado y la seguridad de que, aunque él volviera, ella no podría perdonarlo.

Le había dejado cuando más lo necesitaba, pudo dormir para siempre y él nunca lo sabría. Una vez más, él le había fallado.

SACRIFICE ───  LegaciesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora