S | ❝Yo era un ángel viviendo en el jardín del mal.❞
Después de lo que parece una eternidad, Roeland de Martel vuelve de su retiro espiritual en Shangri La a Mystic Falls, encontrado al viejo pueblo sumergido en el caos tras el despertar de Hope Mik...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
VELAS NEGRAS CONSUMIENDOSE EN UNA HABITACIÓN con escasa luz, la poca apenas se camuflaba ente el blanco de las paredes, lo que daba un reflejo azulado y frío en ese salón de clases, el metálico olor de la sangre y una podredumbre imposible de ignorar podía detectarse en el ambiente, incluso por el olfato más débil como el de aquel humano.
Landon Kirby observaba con confusión e ira en su interior al gran hechicero de los muertos que se regodeaba como una dramática comedia al hijo de la dimensión oscura.
—Malivore te consumirá y todos me servirán a mí.
—Ese plan es mucho más mezquino de lo que pensaba— admitió—. Ahora, si me disculpas...
—Todos siguen diciendo eso, sí, sí— exclamó entre dientes, harto, antes de dejar salir una risa siniestra que, por las expresiones del antiguo fénix, lograron helar su espina dorsal—. Ahora, tú discúlpame a mí, yo tengo que atender un sacrificio de sangre.
—Bueno, la única cosa que tienes que atender será la otra vida cuando Hope te encuentre.
— Claro, aunque creo que antes tú tienes que atender una reunión familiar.
Entre un grito ahogado por Landon y un gruñido de su padre, el golem de Malivore al encontrarse frente a frente por primera vez, el Nigromante sonrió perversamente y Roeland de Martel abrió sus ojos entre las cristalinas aguas de la fuente sagrada. El hereje sacó su cabeza entre jadeos tras lo que acababa de ver.
—Joder...— masculló con su pecho subiendo y bajando con agresividad, su corazón también palpitaba con fuerza mientras las ideas en su cabeza se acomodaban para tomar forma, pero algo era claro, Malivore nunca tenía que tener el cuerpo de su hijo, si poseía a Landon, el caos se extendería en la tierra como en la Edad Oscura y ni Shangri La estaría a salvo.
Roeland se apresuró a caminar por las calles de la arcaica ciudad que ya había memorizado desde hace tiempo, eran largas y un poco estrechas, su piso era de jade perfectamente cortado y pulido. Tenía que llegar al enorme palacio donde el dragón celestial se alojaba, ahora mismo debía de estar meditando, siendo el gurú principal entre los monjes y habitantes de la ciudad.
