Primer Día

109 15 30
                                    

Todos dormían plácidamente en su respectivas habitaciones, aunque algunos dormían con sus parejas. O eso se pensaba...

-¡A LEVANTARSE, HIJOS DE PUTA!

Y consigo, una alarma de trompeta de esas que usan los soldados para despertar.

Poco a poco todos fuero saliendo de sus cuartos, algunos tapándose los oídos por aquella fastidiosa música, otros simplemente estirándose de lo más normal, pero uno de todos ellos, destacó entre los recien despertados, uno que no tardó ni dudó en tomar aquel megáfono del de mecha rubia en sus manos y tirarlo al suelo tres veces, pisotear lo unas cinco y luego patearlo escaleras abajo.

-¡Seis, putas seis de la mañana, joder Auron que no eres militar como para hacer esa gilipollas de la trompetita! ¿Sabes qué? No estoy a gusto. Chuparme la polla mejor, ¡que estoy a nada de reventarte la PUTA cabeza! ¡Ahhh, joder!... Y buenos días chicos. ¿Qué tal mimieron?- Creo que está de más decir que aquella persona era nada más y nada menos que el mismísimo Rubius, el clásico vago del grupo que ama dormir hasta tarde, e igual, llegar tarde a todo.

-... Mi megáfono...- Auron hizo carita de niño como si le hubiesen quitado su última paleta del año. Y así, la mayoría cayó en una contagiosa risa. Menos Auron que sólo abrazaba los restos de su querido instrumento.

Las horas pasaron, y finalmente luego de algunas discusiones y de más, estaban los 9 chicos reunidos en una gran mesa, comiendo de un gran banquete preparado por Fargan y Lolito, los mejores cocineros del Grupo, aunque este último, algo oxidado pues ya se acostumbraba a sólo hacer esas típicas comidas orientales. Pero bueno, el banquete, formado por los siguientes platos: Pancakes, galletitas de chocochips, sandwiches de jamón y queso, otros de pollo picado con mayonesa, tocino y huevos, fruta picada, cereal, yogurt, jugo de naranja, café y tés.

-¡Chicos, hoy se come! Y lo mejor de todo, ¡hoy se come con personas importantes, con grandes amigos y en algunos casos, amores, y con hermanos de toda la vida!- Habló Vegetta, con una taza de café en mano, viendo a todos sus amigos de hace años. Realmente nunca pensó lograr reunirlos a todos, siempre pensó que sería sólo un sueño, que cuando todos se separasen dejarían de hablarse y simplemente se volverían desconocidos. Pero no, ahí estaban todos, y estaba al borde de lágrimas por lo feliz que estaba. Los extrañaba, a todos y cada uno de ellos.

-¡Vamoh'!

-¡Ole!

-¡Viva España!

-Viva cristia-

-¡Fargan, tío, te dije que con la comida en la boca no!- En especial, extrañaba ver ya esas discusiones sin sentido, que si bien le sacaban de quisio en ese entonces, ahora eran alegría a su corazón, una señal de que estaban ahí.

-Bueno, ya que mi señora a hablado, me toca a mí.- Esta vez habló el de cabellos decolorados, recibiendo una mirada asesina por parte de vegetta y una baja risa por alguno de sus compañeros.- Como había comentado antes, yo me saque la lotería. Y como varios me conocen, el dinero no es como algo tan valioso para mi, aunque Samu siempre me dice que ahorre, pero os eh extrañado chicos, y decidí hacerles una sorpresa como se comentó ayer.

El chico sacó unas cartas de esas que venden en el supermercado que dicen feliz navidad o feliz cumpleaños, hasta sacó unas que decían feliz san valentin. Comenzó a repartir una a cada uno de los que se encontraban sentados, a excepción de Willy y Vegetta. Todos habrieron sus folletos leyendo cada uno una pequeña y desordenada carta personalizada como agradecimiento de estar ahí. Se vieron algunas lágrimas en los ojos de algunos, y otros sólo sonreían o reían por lo bajo por lo que contenían sus cartas, y cuando bajaron la última carta del papel todos se quedaron boquiabiertos.

Menudo Año Patas Arriba... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora