Reencuentro

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Todo es muy confuso. Hay imágenes pasando ante mis ojos una y otra vez. Hay tantas que solo puedo atender a algunas. Difícilmente puedo ver a un niño llorando. Estamos en un bosque.

-Me llamo Corban. -Dice, finalmente. Mi cabeza duele demasiado, va dando tumbos. Cuando termina de hablar, él suelta una pequeña sonrisa, triste, pero sincera, he logrado hacerle un poco feliz, o eso parece. Uno de mis ojos se vuelve blanco, y justo cuando me doy cuenta, despierto en mi hamaca, dentro de mi tienda de campaña.

Estoy llorando, no sé por qué. Siempre tengo el mismo sueño, solo que esta vez ha sido mucho menos confuso de lo normal, al fin sé el nombre de ese chico tan misterioso. Me incorporo y miro mis manos. Por alguna razón, tengo atado a un dedo un hilo rojo que me conecta con algo de fuera del que es mi hogar. Me pregunto por qué lo tengo ahí, justo cuando se escucha un golpe procedente del exterior de la tienda. Me pongo de pie y cojo mi arco, y apuntando, salgo en busca de lo que sea que haya hecho ese sonido.

Logro distinguir la sombra de una persona, apoyada sobre un árbol del bosque en el que estamos. Él tiene el otro extremo del hilo, pero en el momento en el que lo veo, este desaparece. Parece que me ha escuchado, se gira levemente para ver quién soy, y me doy cuenta de algo: es Corban. Enseguida cae al suelo y voy a socorrerlo, ¿qué hace aquí el niño de mis sueños? ¿Desde cuándo es real?

Se ha desmayado, pero mis preguntas me hacen querer encontrar una respuesta. Intento recordar cosas, pero no es fácil. Sé que en mi sueño nosotros estábamos en el otro mundo, el mundo del que vengo, ¿será que ese sueño es algo que tuvo la noche que viajé de aquel mundo a este, el que a penas conozco?

Al cabo de un rato, él despierta. Abre sus ojos poco a poco, y se queda inmóvil, mirando con indiferencia al techo de mi tienda de campaña, el cual tan solo es una sábana que impide que entren pájaros.

-Ehem. -Finjo una especie de tos demasiado forzada, y él se gira, asustado. Cuando me ve, se da cuenta de quién soy.

-¿Tú...? ¿Eras esa niña?

-Sí, soy yo, Aria.

-¿Dónde estamos?

-La verdadera pregunta es cómo has encontrado este lugar, y, más concretamente, cómo me has encontrado a mí.

-No lo sé... Solo... Da igual.

-¿Quién eres tú? ¿Por qué apareces en mis sueños?

-¿En tus sueños?

-Responde. -No tengo tiempo para sus idas de olla, tengo a mano una daga, fuera de su vista, no me fío ni un pelo de nadie.

-No recuerdo nada, solo... recuerdo la noche que nos conocimos, y justo después... todo ha sido oscuridad, no recuerdo nada. -Mis ojos se abren súbditamente, incrédulos, ¿de verdad eso pasó? ¿cuándo?

-La noche que nos conocimos, ¿fue real?

-Sí, claro, pero ahora en serio, los árboles de ahí afuera no los había visto nunca, ¿dónde estamos? -Me canso de tonterías y saco la daga, poniéndola en su cuello, como última advertencia.

-¿Qué pasó esa noche? -Se le ve asustado, como a un cordero que ve a un lobo por primera vez, sin saber qué hacer.

-E-espera un momento, por favor, te diré todo lo que sé. -Ejerzo más fuerza sobre la daga, dejándole ver que no es ninguna broma. -Esa noche... no sé por qué... yo estaba llorando en el bosque. Había un aura extraña en el ambiente, todo se había parado, el viento, los pájaros, las personas... Solo estaba yo, solo... al menos hasta que apareciste. -En mi mente empiezan a aparecer las imágenes de mi sueño, cada vez menos borrosas, y, sin darme cuenta, voy dejando de apretar su cuello a medida que escucho su versión de la historia. Los recuerdos empiezan a brotar de mi mente.

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⏰ Última actualización: Apr 24, 2021 ⏰

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