Se fastidió del mundo.Se fastidió del rechazo, de las negativas, de los tragos amargos. Se fastidió de no ser aceptado, de no ser amado. Se fastidió de la indiferencia y de la falta de amor. Se fastidió de Souichi.
Quizá sí tenía razón, después de todo. Quizá su homosexualismo era una especie de enfermedad, o tal vez una mala racha, un feo episodio en su vida. Quizá el amor estaba junto a la mujer a su costado.
No la amaba, no sentía tal pasión como la que Tatsumi le despertaba. Besos desabridos y caricias vacías. Si cerraba los ojos podía recordar el éxtasis que le hacía sentir aquel cuerpo delgado y plano.
Ahora estaba vistiendo un montsuki fino. El traje que los novios usan. Su familia no escatimó en gastos cuando se enteraron que su hijo reformado por fin uniría su vida con una mujer. Recibió besos, abrazos, frases de amor vacío por parte de sus padres, pero sobre todo, recibió lo que más esperaba, recibió afecto.
Espejismos de un amor basado en falsas ilusiones a la sociedad eran los invitados a esa gran celebración. Todos hablaban con alegría sobre los futuros esposos.
Se curó. Se salvó. Regresó en sí.
Los rumores se apagaron e inició una nueva ola de comentarios favorecedores. Las dos grandes familias de Fukuoka estarían unidas. Todo estaba en orden, otra vez.
Tatsumi Souichi estaba en silencio apreciando con la mente ausente. Debajo de su kaku obi se ocultaban las marcas de los besos que días antes, el novio que estaba enfrente, le había dejado con tanto placer. Estaba ahí sentando, recordando las caricias que Morinaga le había regalado.
Sus memorias seguían tan frescas, pudo sentir el escalofrío de su piel al evocar el último orgasmo que el chico le regaló. Ahora estaba ahí presenciando la cosa más cruel, estaba viendo a Morinaga unir su vida a alguien que no ama.
Se estaba arrepintiendo de sus palabras. Tantas veces le dijo que debía enmendar su camino para ser un chico normal. Se lo dijo tanto, hasta el cansancio que de un día para otro ese chico cambió. Ocurrieron dos milagros: Mientras Morinaga cortejaba a una chica, Tatsumi se enamoró de él.
Se enamoró tan perdidamente que le dolía ver cuando la tomaba de la mano o se besaban. Sabía que nada de eso era real, quizá para la pobre mujer sí, pero para Tetsuhiro era una simple actuación. Por la noches se escapaba al departamento de su senpai para hacerle el amor hasta la madrugada. Cuando salía el sol, él ya no estaba.
Dos hombres queriéndose no es normal.
Debes ser de esos que te casas con una mujer.
Esas simples líneas fueron cansancio. Y ahora ya nada había entre los dos, porque ahora los esposos se estaban besando mientras una ovación les aprobaba con una lluvia de aplausos.
Morinaga ya era de esos hombres, de esos que se enamoran de mujeres porque es correcto. De esos que se casan y dan la vida. De esos, que seguramente serán padres. De esos... que fingen ser felices.
Miss Book
03/01/2021
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𝓓𝓮 𝓽𝓻𝓲𝓼𝓽𝓮𝔃𝓪, 𝓼𝓸𝓵𝓮𝓭𝓪𝓭 𝔂 𝓸𝓽𝓻𝓸𝓼 𝓻𝓮𝓵𝓪𝓽𝓸𝓼
FanfictionAquí no hay finales felices. Aquí no hay alegrías. Los personajes pertenecen a Takanaga Hinako.