𝑹𝒆𝒔𝒊𝒍𝒊𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂 - ᴄᴇᴅʀɪᴄ ᴅɪɢɢᴏʀʏ.

1//El Naipe faltante

ᴘ ᴀ ʀ ᴀ  ᴜ ɴ ᴀ  ᴍ ᴇ ᴊ ᴏ ʀ  ᴇ x ᴘ ᴇ ʀ ɪ ᴇ ɴ ᴄ ɪ ᴀ 
ᴜ ᴛ ɪ ʟ ɪ ᴢ ᴀ  ᴇ ʟ  ᴍ ᴏ ᴅ ᴏ  ᴏ s ᴄ ᴜ ʀ ᴏ.

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El Naipe faltante
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La espera puede ser larga, desalentadora y agotadora pero Evanora no la considera un problema ya que para ella toda espera tiene su recompensa, aunque el miedo a ser rechazada suele aterrorizarla en su vida cotidiana debido a las inseguridades que cosechó desde pequeña por ser excluida en muchas ocasiones.
Era considerada la sombra de dos luces brillantes y al no ser capaz de cumplir con las expectativas la dejaban a un lado, a la vez la gente la veía como una niña "salvaje" debido a que estaba constantemente en busca de animales fantásticos y aventuras que eran consideradas peligrosas para su corta edad.
Desde entonces su familia fue un pilar muy importante para su estabilidad emocional puesto que su padre la impulsaba a seguir experimentando, su madre la ayuda a desahogarse y su hermano la acompañaba en nuevas aventuras.
Luego de haber esperado dos horas sentada en el porche de la casa la llegada de Koko su lechuza blanca, la cual no se presentó, decidió entrar a desayunar.
Una vez dentro se encontró con su hermano Rolf quien le había preparado una taza de chocolate caliente y a Hoppy, uno de los Kneazles de la familia, quien estaba saboreando un pedazo de cupcake viejo.

- ¿No hay novedades? - le preguntó Rolf a su hermana con un tono de preocupación.

- Todavía nada... - dijo decepcionada Evanora mientras tomaba un sorbo de su taza. - ¿Crees que pasará de nuevo? - le preguntó con angustia

- No - le dijo con tono seguro - Es evidente que te aceptarán, además todavía estamos en el 15 de Julio y faltan dos meses para el comienzo de clases.

- Está bien... supongo que tienes razón - pronunció Eva con un tono inseguro y se llevó su chocolate caliente. - Gracias por ser tan amable conmigo.

- No hay de que, eres mi pequeño renacuajo después de todo... - le escuchó decir a Rolf mientras se alejaba.

La angustia la iba consumiendo a medida que subía un escalón de la escalara pero se detuvo cuando abrió la puerta de su cuarto y vio a Koko parada en el marco de su ventana con un sobre de pergamino amarillento y sello de lacre púrpura.
Sus ojos se iluminaron como dos esmeraldas, dejó su taza sobre el escritorio y sutilmente tomó la carta del pico de Koko, por una reacción espontánea y de terror salió corriendo hacia abajo donde Rolf se encontraba. Este se encontraba sentado en el sillón y al ver lo que llevaba Eva en sus manos dio un pequeño salto de sorpresa.

- ¿Y?...¿pensaste en abrirlo? - le dijo con ansias

- ¡No puedo hacerlo!, ¡hazlo tú! - dijo Eva estirando los brazos y poniéndole la carta en la cara.

Rolf despega el sello lentamente para no romper el sobre y saca la carta de manera súbita.

- ...Entraste -

- ¿Entre? -

- ... - ambos quedaron en silencio por unos segundos.

- ¡¡Dios mío, entre!! - dijo Eva totalmente eufórica.

- ¡¡Lo lograste!!, ¡felicitaciones renacuajo! - le respondió con un fuerte abrazo.

Posteriormente fueron a despertar a sus padres y darles la buena noticia.

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En el mes de Agosto llovió mucho a pesar de ser un mes en el que normalmente hay buen clima y el día en el que Eva había decidido ir al Callejón Diagon junto a Rolf para comprar sus útiles escolares tampoco había un clima ideal pero no había tiempo que perder dado que el comienzo de clases estaba cada vez más cerca.
Una vez listos, desayunaron y se acercaron a la gran chimenea de la casa.

- ¿Estas lista para hacer compras? - le preguntó Rolf con energía

- Eso creo - dijo mientras agarraba con su mano derecha los polvos Flu.

Tiro los polvos en la chimenea y cuando éstas se volvieron verdes gritó.

- ¡Callejón Diagon!- dijo antes de meterse en las llamas.

El mareo duró un par de segundos y al haber mantenido los ojos cerrados durante todo el viaje solo fue capaz de ver unos destellos verdes. Estaba tan tensa con los codos pegados al cuerpo que solo se animó a abrir los ojos una vez que el dolor de cabeza paró y las luces se disiparon..
Abrió los ojos y vio que se encontraba en una tienda de búhos en el cual un hombre de mayor edad la saludaba con cara sonriente visto que era su única clienta.
Unos segundos después apareció Rolf desde la pequeña chimenea de ladrillos color gris y malgastados, aparentemente era muy usado por aquellas familias que poseían polvos Flu.

- Las cosas de la lista que te faltan son un caldero de peltre número dos, un juego de redomas de vidrio, una balanza de latón... - dijo él mientras salían de la tienda cuando Eva lo detuvo con el brazo.

- ¿Que te parece si nos separamos  y yo voy a buscar mi nueva varita? - dijo Eva emocionada.

- Eres audaz niña, ¿segura que lo lograrás sola?.

- Totalmente segura - le dijo mientras se iba alejando lentamente

- En ese caso iré a comprar mis libros, tus libros y todo lo demás, Ahora que lo pienso deber... - le escuchó decir a Rolf.

- ¡Hablas demasiado! - lo interrumpió Eva mientras se alejaba corriendo.

Una vez que se alejó de su hermano se puso a admirar las tiendas del callejón. Le encantaba ver las vidrieras llenas de instrumentos mágicos como calderos, ingredientes para pociones, plumas, joyas, etc.
Pero lo que más le fascinaba era aquel momento en el que las varitas escogen a sus dueños ya que de pequeña había tenido en sus manos una varita antigua de su padre, sin embargo no duró mucho tiempo con ella a causa de sus aventuras y era por esto que estaba ansiosa por sentir esa sensación de entrega de vuelta en sus manos.
El cielo se volvía cada vez más oscuro y cuando Eva llegó a la tienda de ropa de segunda mano las nubes grises generaron un estruendo ensordecedor y empezó a llover a cántaros.

- ¡Odio la lluvia! - dijo corriendo hacia Ollivander's que se encontraba medianamente cerca.

Llegó empapada y en el instante en que entró a la tienda presenció una luz acogedora y maravillosa.
Había sido capaz de presenciar por primera vez como una espectacular varita seleccionaba a su mago.

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