Capítulo diecisiete

42 6 6
                                    

¿Cómo se levanta la gente cuando se desmaya? Creo que nunca lo sabré, porque me he sentido igual que cuando te despiertas por la mañana para ir a clase: cansada. Creo que lo notas más cuando te incorporas. Un gran pinchazo en la cabeza me hizo soltar un gruñido.

—¡Ella! Por fin has despertado. ¿Cómo te encuentras? —me preguntó Badri, entrando en la habitación y rodeándome con un brazo. Apoyé mi cabeza dolorida en su hombro y él (como siempre) me besó el nacimiento del pelo—. ¿Te duele la cabeza? Te traeré algo.

Cuando Badri se marchó, traté de sentarme al borde de la cama. Terminé mi complicada tarea y miré alrededor: la habitación estaba vacía. ¿Y mis hermanos? Badri llegó con un vaso lleno de los polvos blancos. ¿Tantos inventos y no un medicamento que no supiera a pota? 

—Nathan se ha quedado toda la noche a tu lado. Estaba a punto de llevarte al hospital, ¿sabes que llevas desde ayer por la tarde sin despertarte? Es la hora de comer—me informa. Abrí mis ojos, incrédula. He dormido más de medio día. Jo-der.

—¿Dónde está  y mis hermanos?—grité asustada. ¿Por qué había gritado? Me siento muy desconcertada, por Dios, estaba en casa de Badri, con Badri, ¿qué me pasaba?

—Eh, cálmate —susurró Badri. Cerré los ojos y sentí el abrazo de Badri. Me acurruqué en su moreno cuerpo, haciendo de mi cuerpo un ovillo, enterrando la cara en las manos. Él me acarició el pelo lentamente—. Tus hermanos están en el salón, les he pedido que no te molesten. Como ya te he dicho, Nathan ha estado toda la noche contigo, pero se ha tenido que ir hace una hora por una emergencia familiar—me consoló—. Elle, me lo ha contado Nathan, lo de ayer.

—Tú, tú...¿crees que es verdad? ¡Mamá! 

—La vi morir. Delante mía. Vi como tú y Alex llorabais asustados en su pecho, tu padre tenía a Dani sentada en su rodilla y con la mano que no la sujetaba, cogía la de tu madre. Lloraba en silencio, Ella. Y nunca hubiera querido ver así a nadie. Pálido, encerrando todos sus demonios, mientras en la misma sala se iba lo que más quería. Y  yo. Ni un solo día pasa sin que me acuerde de la última vez que vi sus ojos. Los cerró y a las dos horas murió —me di cuenta que estaba llorando. Salí de mi refugio personal y le apreté el brazo. Se secó las lágrimas y respiró hondo—. Esos recuerdos son los peores de mi vida, ¿y me está diciendo un viejo rabino o lo que sea que es mentira? ¿Qué le habían maquillado de blanco? ¿Qué le habían quitado la respiración y se la habían devuelto? Abrimos su ataúd antes de enterrarla. Tu padre le colocó su anillo de boda. Y estaba ahí. Fría y muerta. Muerta.

No recuerdo muy bien ese día. ¿Puede ser un trauma? Badri parecía tener razón, era imposible. Pero...

Sonreí a Badri. No había pensado mucho en el dolor de Badri, perder a tu mejor amiga, a tu mejor amigo, y ver como su familia (y la tuya) se queda sin nada.

—¿Badri? ¿Podemos entrar ya? —preguntó Alex asomándose. Al verme sonreírle, entro corriendo y hundió su cabeza en mi vientre. Dani entró poco después y se quedó plantada en medio de la habitación, agarrando una elefantita con una camiseta de ''I♥Nueva Delhi''.

—Dani, ven aquí —pedí a mi hermanita. La niña estrujó el peluche contra su pecho y rompió en llanto. Me acerqué a ella y traté de calmarla. La levanté y fuimos al baño a lavarme la cara. Dani se agarraba a mi cuello, y así que era muy difícil moverse por la casa. Me dirigí al salón y ''nos sentamos'' en una silla. Su irracional miedo infantil era muy tierno —. Vamos, Dani, hay que comer.

La niña se apretó todavía más a mi cuerpo. La besé por toda la cabeza y le hice cosquillas hasta que se convulsionó de la risa.

—A ver marsupiales —gritó Badri desde la cocina—, ¿dónde quedaron los bueno modales? ¡O se pone la mesa o no hay pollo con patatas para nadie!

Noche de luciérnagas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora