1 año

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No tenía hambre.

Perdí el apetito desde el día en que entré al pabellón y observé como otras presas sacaban la grasa a pedazos de algo que parecía o al menos simulaba ser carne.

-Manoban, no quiero tener que llamarte un psicólogo por ese capricho tuyo de no meterte nada en la boca durante el almuerzo- La oficial Blake me miraba con algo de comprensión en sus ojos, de igual forma sabía que era su trabajo preservar la poca salud que quedaba en mí y mis compañeras de cárcel, era bastante de mi agrado por lo que no me interesaba ir en contra de ella.

-Voy a comer el yogurt del postre- Y era verdad, me alimentaba de los postres que ya venían envasados y al menos su fecha de vencimiento aparecía en el dorso del empaque, lo que me aseguraba no morir en el intento.

-Mas te vale hacerlo, y después te espera Park para revisarte el corte del lunes, dice que está cansada de que seas su paciente regular y que dejes de pelear o te va a poner una armadura- Reí ante su actitud algo protectora, sabía que Park nunca diría eso porque se limitaba a mirarme con lástima y curarme las heridas que sufría de vez en cuando por alguna pelea insignificante, ella era muy callada y tranquila, su vocabulario se limitaba a "Manoban cuidado la próxima, por favor" "Manoban no te saltees las visitas" "Manoban no cures sola tus heridas" entre otras conversaciones insignificantes.

Dormir era la segunda actividad más difícil de estar en una cárcel. La primera por si quedaron dudas era alimentarme.
La mente puede ser el enemigo mas letal del ser humano cuando se encuentra frente a frente con la realidad.


Y ésta era la mía, 23 años de vida y uno entero desperdiciado adentro de una correccional de mujeres. No es como si mi vida antes de entrar hubiera sido buena, pero me gustaba mi libertad. Me gustaba salir con amigos. Me gustaba la comida casera de mamá. Me gustaba dormir en una cama cómoda y con aroma a perfume no-tan-barato. Me gustaba ducharme por mas de 7 minutos y sin que un oficial comience a gritar cuando el temporizador llegaba a su fin.

¿Cómo es la vida adentro de una celda?

Quizás no tan asquerosa como lo muestran en las películas, o en esas series que tanto me gustaba ver encerrada en mi habitación cuando gozaba de una propia.
Pero duele, vivir la realidad de una cárcel duele todos los días.
Duele ver las injusticias, duele ver gente joven que entra sin motivos justos, duelen los golpes y las peleas, duele el alma por no tener alas y ser libre.

Y duele el corazón cuando tus amigos dejan de acercarse a verte, aunque fueran pocos minutos, incluso sin contacto.

No podía quejarme, mi mamá siempre venía a visitarme y me traía ropa cómoda, calzoncillos nuevos y hasta cepillo de dientes para poder cambiarlo de forma regular.

3 meses fue el tiempo que soportaron mis "amigos".
Quizás fue demasiado para sus narices libres el olor a privación de la libertad que emana la correccional.

Solo una vez le pregunté por ellos a mamá, su respuesta fue que no tenía idea de los motivos pero sus ojos tristes me dieron a entender que no iban a volver, y yo decidí ya no tocar el tema nunca más para comodidad de las dos.

¿Tengo algún privilegio por mi particularidad?

Podría decir que sí, tengo un horario diferencial para la ducha y una celda que solo comparto con una persona más, una bastante agradable y que logra hacer mis días un poco mas alegres.

Porque así es ella; Kim Jisoo, tan viva y feliz que su buena vibra es capaz de atraparme hasta transmitirmela.
Ella y yo sólo tenemos en común el tener pene, por lo demás somos como el agua y el aceite pero congeniamos increíblemente bien.
Ingresó dos meses antes de que yo lo hiciera y si quieren saber que hizo alguien como ella para terminar bajo rejas voy a resumirlo brevemente: robaba para darle de comer a sus hermanos mas chicos. No había manera de juzgarla, estaba en la calle y sus papás muertos, a eso sumando que nadie le daba trabajo por su aspecto de callejera. Admiraba su convicción y me enternecía ver como al su hermano cumplir 18 años la visitaba junto con los demás.

-Arriba Kim y Manoban, nuevos internos para cuidar sus culos en el pabellón 4 y 5, quiero respeto y obediencia, están aprendiendo y van a quedarse durante medio año tratando de que no se maten entre ustedes- BamBam tenía la voz mas insoportable de todos los guardias, ese pitido que sonaba al final de cada oración me daban ganas de golpearlo, pero no era desagradable como persona y eso me servía para ponerlo en mi lista de policías no-tan-corruptos.

Los internos eran divertidos, al mes de ingresar a la cárcel vinieron dos chicos muy agradables pero que temblaban a la hora de intervenir en peleas de pasillos. Además de que no hacían circular cocaína entre las presas y eso nos hacía saber que eran novatos pero limpios de corrupción.

-Espero que no se quejen del olor a marihuana como Jimin, ese chico si que era un pesado con el tema- Jimin, nuestro interno anterior preferido porque era el único que no tenía miedo de entablar una conversación con cualquiera de nosotras, hasta lo llegamos a considerar un amigo y le gastamos algunas bromas inocentes.

-Es que era un puto santo, no tocó un porro en su vida, estaba ultra limpio- respondí sincera, el era bueno de verdad.

Fuimos directo a los baños, me encargué de lavar mis dientes, rostro y peinar un poco mi pelo como era de costumbre.

-Atención. Todas las pertenecientes al pabellón 4 y 5 deben reunirse en el salón de juegos recreativos en 10 minutos- El altoparlante sonó y nos dirigimos al encuentro de nuestros nuevos guardias.

-Bueno, voy a presentar a los internos que los acompañarán este tiempo. Primero: quiero que sean educadas. Segundo: muestren respeto. Y por último: no son internos nuevos, ellos atraviesan la última etapa antes de terminar su carrera, así que colaboren- resopló BamBam, podía ver en sus ojeras que estaba agotado de las horas como guardia. -Ellos son Oh Sehun, Im Nayeon y Kim Jennie, se encargarán de su seguridad como también de dirigir las actividades del día a día- señaló uno por uno, los tres se mostraban correctos y bien parados ante nosotras, como si quisieran resaltar su autoridad pero con un brillo de novatos en sus ojos.

Detallé a cada uno con la mirada, un chico de buena cara, parecía amable. Una mujer extremadamente blanca, parecía una hoja de papel.

Pero mis ojos no se podían apartar de esa trenza perfectamente acomodada hacía atrás, unos hombros pequeñitos pero bien rectos y los ojos mas hermosos que alguna vez vi, juro por lo mas preciado de mi vida que es mi linda madre que eran los mas preciosos que admiré. Una sonrisa nerviosa y un metro sesenta que irradiaba sensualidad. En un año entero adentro de este lugar nunca vi que un pantalón azul ordinario hiciera tan sexy a alguien. Un culo de infarto y unas pequeñas manos que adornaban su cintura en postura de oficial correcta.

 
Quería esas pequeñas manos encima mío, o pegadas a una pared y ella adelante mío, o arriba, o abajo, o de costado, o a ella de rodillas frente a mi.

Bienvenidos! Espero que la historia sea de su agrado, por si tienen dudas esta historia es G!P (chica con pene) si esto no les gusta los invito a retirarse, disfruten y comenten que los voy a estar leyendo.

police. / Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora