Jungkook solo se equivocó, no quiso que todo eso pase, YoonGi debió quedarse a su lado y escucharlo, perdonarlo una vez más.
Una pareja feliz que, en aquel día, conocería las consecuencias de sus actos.
Jimin habló con su mejor amigo, Jackson Wang, el mejor doctor de la clínica. Los temas que tocaban eran variados y algunos eran casos que vivieron y no pudieron olvidar; así como la muerte de un infante, una convulsión de un señor mayor de sesenta años y apenas recuperada vida, o un adolescente esquizofrénico teniendo un ataque de pánico severo, apenas atendible.
En el consultorio de Park, entró Lalisa Manoban, su joven asistente.
—Doctor Park Jimin, Jeon Jungkook desea verlo en la sala de espera, dice que tiene algo muy importante que decirle.
Jimin asintió sonriendo, se excusó y salió de aquel consultorio para ir con Jungkook, quien parecía de bajos ánimos.
—Hola Kookie, ¿pasa algo? —dijo Park con su hermosa y dulce voz.
—Jimin...creo que hasta aquí llegamos ambos.
Jimin abrió sus ojos, desconcertado, suspiró profundo.
—Está bien, no hay problema-
—Es que yo tengo marido.
Ahí cruzó la raya, ¿cómo que tenía marido? No, no, para el puro y honorable Park Jimin, había sido no solo un golpe bajo a su ego, si no que a todo en lo que más confiaba, principalmente, su amante, Jeon Jungkook.
—Vete.
Jungkook asintió, rascando su nuca y algo triste, pero poco le importó a Jimin.
Él era una persona de fuerte carácter, podía ser dulce y mimoso, pero también podía convertirse en la peor pesadilla de alguien. Cualquiera que lo conociera bien, no querría pasar por lo que pasaron otras personas debido a que intentaron jugar con él. Pero como todos ya saben, Jungkook era frío, calculador y manipulador, conseguía lo que quería sin que nadie se diese cuenta.
