Vistas prohibidas.

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          Jungkook volvió a casa con el cabello desarreglado y su chaqueta algo desalineada también, manchada de una especie de líquido blanco. ¿Le habrá salpicado colorante blanco?
          Eso no importaba, había follado dos veces seguidas con su doctor y estaba exhausto, aunque siendo sinceros, quería hacerlo con su esposo ahora.

—¡Ya volví! —gritó apenas entró por la blanquecina puerta de metal pintado.

          Nadie respondió, así que supuso que YoonGi aún no había llegado.
          Fue directamente hacia la cocina y agarró una lata de cerveza, se sentó en el comedor y se dedicó a ver televisión mientras tomaba de la lata.
          Volteó, en un momento, su vista para el final del pasillo, donde yacía su cuarto privado en dónde no dejaba que nadie entre, ni siquiera su marido. Ahí, tenía todo: vídeos y fotos, cuerdas, lencería sexual, condones tanto normales como frutales, juguetes sexuales, etc. Era su cuarto de juego y altar, donde, hasta no hace mucho, se hizo su «amor-propio».
          Pero, aún así, tenía su parte inocente, a primera vista era una oficina/taller donde él hacía manualidades, jugaba con la PC, escribía novelas cuyas no publicaría nunca(eso decía, al menos) o tan solo pasaba el rato encerrado pensando.

          Unas pisadas interrumpieron sus pensamientos y se giró hacia la puerta, observó como el pestillo era abierto y aparecía su pelinegro favorito.

—Hola amor, ¿cómo te fue en el trabajo? —preguntó Jeon, sonriendo amable.

—Bien, solo estoy cansado —respondió secamente Min.

          Cuando estaba cansado y molesto, era mejor no hablarle. Y todos sabían eso. Pero Jungkook lo conocía, y sabía qué hacer para levantarle el ánimo.

          Lo siguió a través del mismo pasillo iluminado con luz natural, luego cruzó por una pila chiquita de ropa suya y, una vez en la habitación principal, se tiró sobre su mayor, dejándolo en la cama y casi por caerse.
Besó su cuello repetidas veces aún sonriendo, algo que hizo relajar absolutamente todos los músculos del contrario.

          Ambos lo disfrutaron.

          En la mente de Jungkook, pasaba la imagen también de las fotos que había visto hoy, haciéndolo excitar aún más. ¿Eso estaba bien?¿Que teniendo relaciones con su esposo, a quien ama con todo su corazón le venga a la mente también su doctor, con quien disfruta un buen rato y tampoco tiene idea de que está casado? 
          Estaba demasiado mal, pues estaba en un tira y afloja muy peligroso, pero sabía como mantener el equilibrio, al menos por ahora. Sabía, también, que en cualquier momento podrían descubrirlo, pues él jamás borraba los sucios y depravados mensajes de su celular; ¿la ventaja y el por qué no lo hacía? Simple, jamás le revisaban el móvil y nadie sabía su contraseña. Además, ¿quién querría revisar el celular de un tipo de 35 años? Trabajo, solo trabajo...

Mariposas Podridas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora