La música sonando por los altos altoparlantes del lugar penetra sus tímpanos y hace que sea capaz de sentir la manera en la que su corazón vibra conforme a las notas musicales de la canción que todos bailan como si de eso dependiese su vida.Cuando sus amigos le comentaron sobre la idea de ir a celebrar el ascenso de uno de ellos; automáticamente ella había declinado la oferta. No es que le agradase demasiado la idea de salir a cualquier lado que no fuese un buen restaurante con buena comida y un buen vino disfrutando de una charla interesante en medio de la semana pero tras la insistencia de sus amigas finalmente accedió.
Ahora sabe que fue un grave error.
Sus amigos se han dispersado por el lugar dejándola completamente sola pero no es algo que la tenga demasiado preocupada siendo honesta. Danna inspira con fuerza apoyando sus caderas en la barra de bebidas y lleva sus ojos hasta las estanterías detrás del barman repletas de botellas de bebidas de diferentes colores y tamaños.El calor que hace en el lugar la hace jadear y por un segundo piensa con gracia que ese jodido nombre tiene sentido. Devine Hell es uno de los clubes nocturnos más concurridos de la ciudad –en un caso remoto de que no sea el más solicitado-; un nombre caliente para un lugar caliente sin duda alguna.
—Un Wiski, por favor.—pide en dirección al joven. Él asiente de inmediato y un segundo después extiende en dirección a ella un vaso de cristal con bebida.
Danna lo toma entre sus manos y luego lo lleva a sus labios vaciando el vaso en menos de una fracción de segundo.
—¿Hace calor, no?—pregunta una voz a su lado. Lleva sus ojos hasta el dueño de la voz antes de volver su atención al barman.
—Otro, por favor.
—Si me permites hacerte una sugerencia.—comienza el joven otra vez pero la voz de Danna lo interrumpe.
—No necesito sugerencias.—anuncia tomando el vaso que el muchacho detrás de la barra le está ofreciendo.
—Me agradas.—responde él. Danna entorna sus ojos.
—Escucha, no vine aquí en busca de una potencial conquista.—hace una pausa.—De hecho ni siquiera sé porque diablos vine aquí pero tampoco es que importe demasiado.—se encoge de hombros.
Los ojos pardos del joven la miran.—No te pongas tan a la defensiva. Solo quería sugerirte una bebida…—añade.
Danna frunce sus labios.—Estoy bien con el wiski…
—¿Eres del tipo de chica que va siempre a lo seguro?—pregunta. Danna jadea.
—¿Perdón…?
—Me refiero al wiski…—hace un pequeño movimiento señalando el vaso de la chica y ella suspira volviendo su atención a su bebida todavía intacta.—Déjame que te pida un trago…
—Puedo pedir mis propios tragos, gracias.—responde irónicamente y una sonrisa aparece en los labios del castaño.
—¿Mamá te enseñó a nunca aceptar tragos de extraños?—Danna lo mira un segundo.
—¡No te incumbe!—decide alzando una ceja.
—Dos elixir del amor, por favor.—anuncia la voz de él. Danna lo vuelve a mirar.—Soy Christian, por cierto.
—Tu nombre tampoco es algo que me incumbe realmente…—murmura.
Danna concentra su atención en los movimientos del barman mientras le da un pequeño sorbo a su trago sin perder de vista todo lo que el rubio de la barra hace. Una mezcla extraña si se lo pregunta; pero tomando en cuenta la fama del lugar en el que se encuentra no le sorprende en absoluto que como una estrategia comercial innoven bebidas alcohólicas que parecen ser bastante exóticas.