No voy a justificar nada, mi arte se explica por sí mismo. Lo único que hago es hacer del mundo un lugar más completo y no porque sea mi misión o porque voces en mi interior me lo digan. El arte surge de almas inquietas y mi alma es así. Así de real y cruda.
Aquella noche había quedado con mi amiga especial del momento, no era nada serio sólo un polvo habitual que estaba durando más de lo normal en mí, pero ella lo merecía, era divertida, sexy y conseguía hacer del sexo algo diferente cada vez que lo practicábamos así que me tenía completamente enganchada a ella, además nuestros gustos eran bastante similares, por lo que era fácil encontrar actividades que hacer antes del polvo.
En ese momento el plan era ver el concierto de un grupo nuevo que parecía que iba a pegar fuerte en breve. Eran cinco chicos muy guapos, divertidos en el escenario, su música era pegadiza, su cantante tenía una voz que dejaba sin aliento y su guitarrista principal era puro rock, no sólo por la sensualidad que desprendía sino también por la agilidad de sus manos, era un auténtico genio.
La música de la batería irrumpió en el silencio del local tras el descanso. Era la última canción del concierto, se notaba en el ambiente, la gente nerviosa intentando absorber ese momento, como si al acabar el concierto la vida ya no fuera a ser igual y tendrían que vivirla como un último momento vital. De repente un grito del cantante me sacó de mi ensueño y comenzó el riff de la guitarra. Allí estaba otra vez, moviendo sus dedos sobre aquella Gibson les Paul que tanto me recordaba al cuerpo de una mujer. Mi compañera se colocó detrás de mí bailando al ritmo que marcaban aquellos seres tan apetecibles, rozándose contra mi cuerpo, acariciándome el pecho haciendo que aquella canción, que me había parecido tan comercial desde el principio, acabase gustándome. No sabía que me excitaba más si las atenciones de mi amiga o el movimiento de aquellas manos sobre el mástil de la les Paul. Era tan bello, era algo que debía estar inmortalizado. Aunque sabía que mi arte tendría que esperar un poco, mi chica quería atención en aquel momento, y se lo había ganado, me había conducido a una nueva parte de mi obra.
Al llegar a su casa no hizo falta hablar, la ropa voló al instante nuestras bocas se buscaron y nuestras manos reconocieron nuestros cuerpos. No hacíamos el amor, no era cariñoso, no lo necesitábamos. Su pezón izquierdo se perdió dentro de mi boca hasta que oí un grito de placer salir de la suya, en ese momento, mi mano se colocó entre sus piernas y recordando el riff de la última canción del concierto comencé a mover mis dedos entre sus labios, su éxtasis estaba cerca y sabía que con ella eso tenía recompensa y su lengua pronto estaría en mí haciéndome llegar al mismo cielo.
Tras el sexo, el ritual siempre era el mismo, dejarla dormir tranquila y marcharme a mi casa, aunque está vez un guitarrista se había metido en mi cabeza y mi obra estaba deseando salir.
Me dirigí de nuevo al bar del concierto, suponía que algunas rondas caerían allí mientras aspiraban el fanatismo que habían despertado en el público. Y no me equivoque, allí estaban todos, aunque sólo los dos guitarristas hacían caso a las féminas que les rodeaban, los demás hablaban entre ellos y reían contándose viejas anécdotas. Me acerqué a la barra y pedí la misma cerveza que pedía mi chico del momento, cosa que hizo que este me mirase un segundo, siempre funcionaba ese truco si eran bebidas no muy conocidas y las pedias cerca de ellos. Después me apoye en la barra mirándole fijamente, apoyando el borde de la botella en mi boca, sacando la lengua un poco para acariciar el borde justo antes de inclinar el botellín y verterlo sobre mi boca abierta. Al tercer trago, abandonó a sus grupis y se acercó hacía mí de manera decidida, sabía interpretar muy bien su papel, y yo también.
Hablamos durante un rato, mientras nuestros cuerpos se rozaban inocentemente de vez en cuando, al coger los botellines de la barra o al apoyarnos el uno en el otro tras una anécdota curiosa que nos hacía reír. Era perfecto, cualquier mujer heterosexual podría caer rendida a sus pies en media hora sólo mirándole a los ojos y oyéndole hablar con aquella seguridad, casi me daba pena que a mi sólo me pusieran las mujeres.
Antes del amanecer me invitó a su casa con el pretexto de enseñarme su colección de guitarras, si era cierto que tenía tantas mi obra sería más prefecta de lo que había pensado. Al llegar le pedí un momento para ir al baño, tenía que prepararme, él era más fuerte que yo y esa ventaja la tenía que reducir. Me coloqué una especie de papel trasparente sobre los labios, era casi imperceptible a la vista, pero sobre todo al tacto, y luego me pinte los labios con mi carmín el cual estaba impregnado con una burundanga especial que me habían preparado para que funcionase por vía tópica, sabía que eso serviría.
Al salir él había colocado las guitarras que había usado en el concierto en su sitio y estaba admirándolas embelesado. Al oírme se giró y sin darme tiempo de decir nada se abalanzó sobre mí besándome sobre mis labios cerrados, estaba completamente excitado lo que hizo que la droga pasará rápido a su sangre y le paralizase casi al instante. Después fui dándole instrucciones de lo que quería, iba haciendo todo de una forma robótica, en silencio, era cómo mover una marioneta, todo era perfecto aquella noche y esperaba que el resultado final lo fuese también.
Al amanecer, cuando los primeros rayos de sol se adentraron por el enorme ventanal del salón, me bajé de la escalera y contemplé mi obra casi acabada. Las 13 guitarras de mi nuevo amigo estaban tumbadas en el suelo haciendo un círculo, varios bafles dispuestos por la estancia colocados al máximo de potencia esperando ser encendidos y él colgado del techo por las muñecas y el cuello con las cuerdas de sus guitarras favoritas, lo que hacía que su piel se fuera rajando poco a poco por el peso. No podía esperar mucho si quería que todo quedara perfecto, así que programe el ordenador para que sonase durante 3 minutos sin interrupción y de esa manera darme tiempo a entrar en la habitación insonorizada que tenía la casa y salir de una manera segura sin sufrir yo ninguno de los efectos de mi plan. Un sonido de esa intensidad le aturdiría al principio, le reventaría el tímpano y le daría una jaqueca que le volvería loco, pero manteniéndolo un poco más su cerebro colapsaría por la sobrecarga de información y dolor. Pero la muerte a mi amigo le llegó justo antes del tercer minuto, cuando su corazón se aceleró tanto que le produjo un infarto mortal.
Al pasar el tiempo programado, salí de mi escondite y volví para admirar mi obra en su plenitud. El suelo se había manchado de sangre justo en el centro del círculo de las guitarras creando una imagen preciosa, el cuerpo del guitarrista pendiendo en las alturas atado por sus cuerdas, con los oídos y el corazón destrozados por su riff en sólo tres minutos, y los primeros rayos de sol dándole color a todo aquello a través de los ventanales rotos por el sonido. El cuerpo de mi amigo no aguantaría hasta que le descubriesen, colgado por las cortantes cuerdas de las guitarras por lo que decidí sacar dos fotos con mi polaroid esta vez y dejarle una copia al que encontrase mi obra, era una pena que no lo viesen en toda su plenitud cuando era tan maravillosa.
Él trabajó estaba hecho, la música había sido llevada a otro nivel esa madrugada, y aquel guitarrista entraría en la lista de los inmortales, por la obra de arte más perfecta aparecida hasta el momento.
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La Artista
Mystery / ThrillerNo voy a justificar nada, mi arte se explica por sí mismo. Lo único que hago es hacer del mundo un lugar más completo y no porque sea mi misión o porque voces en mi interior me lo digan. El arte surge de almas inquietas y mi alma es así. Así de real...